Todos hablar¨¢n de nosotros
Un rasgo de S¨¢nchez est¨¢ sobresaliendo: el del que no tiene nada que perder
Hace dos a?os, despu¨¦s de la ceremonia de entrega de los Goya, varios actores terminaron la noche en el pub Toni 2 de Madrid rodeando el piano como si fuese el cad¨¢ver de un enemigo. Eduard Fern¨¢ndez revolvi¨® en el bolsillo de su abrigo, se sent¨® en el banquito del cantante y, al micr¨®fono, ley¨® el discurso que ten¨ªa preparado por si hubiese ganado el Goya. Fue un texto emocionante que puso la piel de gallina a todo el mundo. Carlos Bardem y Juan Diego Botto, tambi¨¦n nominados, se sumaron. Todos agradecieron a su familia, a sus amigos, a la gente que siempre confi¨® en ellos, el Goya que no ganaron en aquel escenario feliz, decadente, oscuro y alcoh¨®lico cuando fuera ya empezaba a salir el sol.
Mariano Rajoy, un hombre conmovido, eligi¨® el debate del estado de la naci¨®n para buscar su papel arrugadito y decir lo que ¨¦l dir¨ªa si Espa?a hubiese sido el pa¨ªs que esperaba. Al contrario de lo que ocurri¨® con los actores, que homenajeaban a los suyos, la versi¨®n de Rajoy era a¨²n m¨¢s poderosa cinematogr¨¢ficamente, pues result¨® ser un largo homenaje a s¨ª mismo. Defini¨® su acci¨®n y la de su Gobierno como un hecho consumado, y lo present¨® de verdad, como si en efecto estuviese en la gala de los Goya y no en el Toni 2.
¡°Este pa¨ªs se lo dedico a¡¡±. Pero no hab¨ªa nadie, ni siquiera empezaba a haber pa¨ªs. Fue un discurso tragic¨®mico, irreversible, que tuvo tintes ¨¦picos cuando de repente Rajoy inici¨® a la vista de todos una espectacular batalla contra los n¨²meros; un tour de force gigantesco con la ciencia para que ¨¦sta, que tuvo que defenderse panza arriba, se plegase a sus deseos. Fue quiz¨¢s el mejor momento de la legislatura, porque en todo este tiempo el Gobierno hab¨ªa citado a la realidad para burlarla, someterla o manipularla, pero nunca hab¨ªa tenido el atrevimiento de ir a la ra¨ªz, a la sala de m¨¢quinas: a los mism¨ªsimos n¨²meros. Se present¨® all¨ª con una corbata de tonos azules y el ¡°mire usted¡± a decirle a las cifras lo que significan y no lo que son. Al principio con cari?o, luego ya emprendi¨¦ndola a golpes, tortur¨¢ndolos hasta la amputaci¨®n (¡°y ahora dime, ?eres un dos o un tres?¡±) hasta que consigui¨® que el gasto, la creaci¨®n de empleo, el precio de los medicamentos y los beneficiarios de ayuda justificasen el pa¨ªs que quer¨ªa presentarle a los espa?oles.
Pedro S¨¢nchez, que hab¨ªa creado un ambiente de velitas con Rajoy en los ¨²ltimos tiempos, lo tal¨® pedazo a pedazo, preso de una rabia desconocida. Hay un rasgo de S¨¢nchez que est¨¢ sobresaliendo en los ¨²ltimos tiempos: el del que no tiene nada que perder. Su papel es tan ingrato y su torpeza ha sido tan primitiva que puede permitirse el lujo de ser ¨¦l mismo, de no pensar ya en las encuestas, b¨¢sicamente porque las encuestas en vez de darle esca?os van a empezar a darle concejal¨ªas. As¨ª que pacta con Rajoy, coquetea con la gran coalici¨®n, defenestra sin miramientos a un se?or en Madrid y ayer en el Congreso hizo un discurso magn¨ªfico, tanto y de tal forma que sac¨® lo peor del presidente; como un cr¨ªo asustado, Rajoy le dijo que no volviese por all¨ª y le llam¨® pat¨¦tico, que es una de las palabras m¨¢s bonitas del diccionario si la gente supiese lo que significa. Claro que a ver qui¨¦n le dice a Rajoy lo que son las palabras despu¨¦s de que ¨¦l decidiese lo que son los n¨²meros.
Hubo decisi¨®n consensuada en que gan¨® Pedro S¨¢nchez porque consigui¨® sacar de sus casillas a Rajoy, lo cual es verdad
Para que se entienda lo liviano del debate y lo accesorio que resulta en la vida de los espa?oles, hubo consenso en que si gan¨® Pedro S¨¢nchez fue porque consigui¨® sacar de sus casillas a Rajoy, lo cual es verdad y adem¨¢s da para volver a la carrera para presidir Espa?a. Si Ana Mato gestion¨® la sanidad porque era la que mejor ordenaba las sillas en los m¨ªtines del PP, por qu¨¦ no va a aspirar Pedro S¨¢nchez a gobernar Espa?a por sacar de quicio a un se?or que cree estar reinando en Dinamarca, como el padre de Hamlet.
La sesi¨®n, anunciada como la ¨²ltima del bipartidismo, se produjo en medio de una voladura controlada, un mundo en extinci¨®n sobre el cual empiezan a caer las cenizas. Un patio y un hemiciclo lleno de seres agradables y cercanos que la sociedad ya no se molesta en interpretar, porque no sabe que existen. Como la Espa?a de Rajoy, tambi¨¦n hay algo en el Congreso de un mundo que funciona en apariencia, sometido a extra?as manipulaciones de artificiero, y cuyo derrumbe est¨¢ siendo tan est¨¦tico que los fantasmas que lo pueblan repetir¨¢n cuatro a?os m¨¢s, no se sabe en d¨®nde, pero ya conscientes de s¨ª mismos, por lo tanto probablemente mejores.
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