Los extorsionados por ETA toman la palabra
Una investigaci¨®n de la Universidad de Deusto saca a la luz la soledad e indefensi¨®n de miles de v¨ªctimas
La extorsi¨®n es el fen¨®meno m¨¢s oculto y olvidado de la tragedia acarreada por el terrorismo etarra. Un equipo interdisciplinar del Centro de Etica aplicada de la Universidad de Deusto est¨¢ tratando de aflorar la verdad oculta de la extorsi¨®n a trav¨¦s de una investigaci¨®n, que finalizar¨¢ en un a?o, y de la que EL PAIS ofrece un avance. Como cuesti¨®n previa, resulta relevante que, cuando han pasado m¨¢s de tres a?os del cese definitivo de ETA, s¨®lo 60 de 220 v¨ªctimas de sus extorsiones (empresarios, directivos, profesionales, etc¨¦tera) consultadas por los investigadores han accedido a ser entrevistados a fondo; otros 130 lo han hecho an¨®nimamente por Internet. Tambi¨¦n resulta relevante que la presencia de Gipuzkoa, el territorio de mayor presencia abertzale, sea proporcionalmente menor que la de Bizkaia y que predominen los altos directivos sobre los peque?os empresarios, menos protegidos.
Los investigadores encuentran dif¨ªcil evaluar el alcance de la extorsi¨®n. Un informe policial estima en 9.000 el n¨²mero de extorsionados de 1993 a 2008, con lo que los investigadores calculan que las v¨ªctimas de chantaje en los 50 a?os de historia de ETA son entre 10.000 y 15.000. La inmensa mayor¨ªa pertenec¨ªa al Pa¨ªs Vasco, pero unas 1.100 personas viv¨ªan en Navarra. Es muy dif¨ªcil calcular cuantos se resistieron al chantaje. Entre los encuestados son mayor¨ªa, pero los investigadores reconocen, tambi¨¦n, que los que cedieron a la extorsi¨®n son m¨¢s reticentes a hablar.
El estudio concluye que los empresarios y directivos de grandes corporaciones ten¨ªan m¨¢s facilidad para resistirse que los profesionales individuales o los peque?os empresarios, sobre todo, en los municipios con fuerte presencia abertzale. ¡°Muchos directivos de grandes corporaciones se negaron a pagar. Estaban m¨¢s protegidos al disponer en sus empresas de equipos de seguridad muy profesionalizados y al haber podido compartir su angustia¡±.
Tampoco es uniforme el cobro de la extorsi¨®n en la historia de ETA. Su ¨¦poca m¨¢s intensa y generalizada, con una presi¨®n personalizada y sobre el terreno, se produjo en los a?os setenta y ochenta. ¡°ETA ten¨ªa entonces arraigo social; la figura del empresario estaba desprestigiada y el Estado ten¨ªa otras prioridades contra la banda¡± se?ala uno de los investigadores. Los papeles de Sokoa, intervenidos a ETA por las Fuerzas de Seguridad en 1986 en su escondite de Hendaya (Francia), contabilizaban 1.200 millones de pesetas (7,2 millones de euros) ingresados por la banda terrorista entre 1980 y 1986 como fruto de la extorsi¨®n. Pero hab¨ªa una segunda contabilidad, que nunca fue incautada, y que aumenta considerablemente la cifra conocida.
La primera inflexi¨®n a la baja en el cobro del llamado ¡°impuesto revolucionario¡± se produjo entre 1992 y 1993, cuando ETA traslad¨® al interior de Espa?a el aparato de extorsi¨®n y fue incautado por la Ertzaintza siendo consejero de Interior Juan Mar¨ªa Atutxa. La ca¨ªda de la recaudaci¨®n de ETA se reflej¨® en la bajada de las asignaciones a los presos etarras.
A partir de 1993, ETA moderniz¨® sus m¨¦todos con medios inform¨¢ticos, gu¨ªas empresariales y comerciales con las que elabor¨® una base de datos, sin abandonar el chantaje sobre el terreno. El asesinato del empresario guipuzcoano, Jos¨¦ Mar¨ªa Korta, vinculado al PNV, en agosto de 2000, implica un repunte en el cobro de extorsiones por el p¨¢nico que genera. La decadencia se inicia con la detenci¨®n en Francia, en octubre de 2004, de Mikel Antza y Soledad Iparraguirre, que controlaban el aparato de extorsi¨®n. Los datos son relevantes: de 2000 a 2004 la media anual de ingresos por chantajes rondaba los dos millones de euros.
La banda chantaje¨® en sus 50 a?os de historia entre 10.000 y 15.000 personas
Los investigadores de Deusto destacan c¨®mo tanto ETA, como las v¨ªctimas de la extorsi¨®n y el Estado ten¨ªan inter¨¦s en mantener el ocultismo. ¡°ETA quer¨ªa que se supiese que exist¨ªa la extorsi¨®n, pero no la identidad de sus v¨ªctimas; las v¨ªctimas tampoco quer¨ªan que se les identificase y el Estado prefer¨ªa ocultar su fracaso¡±, se?alan. El resultado fue que no se abri¨® un debate p¨²blico sobre los chantajes, los problemas jur¨ªdicos y ¨¦ticos que planteaba a las v¨ªctimas el pago de un dinero que financiaba a una banda terrorista. De tal modo que desde la sociedad, empezando por las organizaciones empresariales y el Estado, no hubo ni siquiera amparo.
¡°Ante la extorsi¨®n, la legalidad fue por un lado y la realidad por otro¡±, se?alan los investigadores. La cesi¨®n a la extorsi¨®n est¨¢ tipificada en el art¨ªculo 576 del C¨®digo Penal como grave delito de colaboraci¨®n con el terrorismo. Pero el Estado lo aplic¨® en un ¨²nico caso, el de las hermanas Bru?o, condenada una de ellas por la Audiencia Nacional y absuelta por el Tribunal Supremo en junio de 2012 por ¡°miedo insuperable¡±. El tribunal reconoci¨®, adem¨¢s, que ¡°no hab¨ªa antecedentes¡±.
¡°La cuesti¨®n de fondo es que al no poder garantizar el Estado la seguridad de las personas extorsionadas, tampoco las persegu¨ªa¡±, se?alan los investigadores. ¡°Si alguien denunciaba ante la polic¨ªa, esta se limitaba a aconsejarle medidas de autodefensa. Pero ni la polic¨ªa abr¨ªa un caso ni un juez iniciaba una investigaci¨®n. La autoridad se absten¨ªa y el Estado reconoc¨ªa su impotencia. El combate contra la extorsi¨®n, por sus dificultades, nunca fue una prioridad del Estado en sus frentes de lucha contra el terrorismo¡±.
Tampoco las organizaciones empresariales estuvieron a la altura, aunque hay matices. As¨ª, la patronal navarra, ya en la etapa final de ETA, en el mandato de Julio Ayesa, lleg¨® a atender a un tercio de las 1.100 v¨ªctimas de la comunidad foral. Tambi¨¦n en el Pa¨ªs Vasco, en el ¨²ltimo mandato de Guillermo Zubia, aument¨® la receptividad tanto de las v¨ªctimas como de la patronal.
Es pr¨¢cticamente imposible cuantificar el impacto de la extorsi¨®n en la econom¨ªa vasca y navarra. Algunos han especulado con un impacto del 10% del PIB, pero los investigadores no lo asumen. Consideran que el Gobierno central, consciente del fen¨®meno, se volc¨® en auxilio de la econom¨ªa vasca. ¡°Era una manera de compensar las deficiencias del Estado frente a la extorsi¨®n¡±, se?alan.
Esta investigaci¨®n no agota las posibilidades de un fen¨®meno tan complejo. Por ejemplo, queda pendiente la microextorsi¨®n ¡ªcampa?as de recogidas de dinero en peque?os comercios como las de ¡°apoyo a los presos¡±¡ª, cuya importancia no radicaba en su impacto econ¨®mico sino en socializar el miedo. O la complicidad de personas vinculadas a la izquierda abertzale en centros de trabajo con los extorsionadores, sobre todo, en los a?os de plomo.
V¨ªctimas somos todos
Adem¨¢s de los datos cuantitativos sobre la extorsi¨®n, la investigaci¨®n de Deusto aborda la dimensi¨®n ¨¦tica, la tremenda soledad que tuvo que afrontar la v¨ªctima del chantaje etarra en un contexto de incomprensi¨®n por el desprestigio de la figura del empresario equiparada a la de explotador, sobre todo en los a?os de plomo, al finalizar la dictadura. El gran dilema era elegir entre arriesgarse a un ataque de ETA o contribuir a la financiaci¨®n del terrorismo.
El Centro de ?tica Aplicada de Deusto reivindica la figura de la v¨ªctima para todos los extorsionados, incluso para los que cedieron al chantaje terrorista, frente a los ¡°puristas¡± que consideran que quienes pagaron la extorsi¨®n se convirtieron en colaboradores de ETA. ¡°La extorsi¨®n tiene un efecto perverso como es hacer de la v¨ªctima un colaborador del terrorismo al contribuir a su financiaci¨®n. Pero v¨ªctimas son todos los que recibieron la carta de la extorsi¨®n. Evidentemente, quien no pag¨® fue un ejemplo ¨¦tico. Pero la ¨¦tica no exige heroicidad. Hay a quienes por la protecci¨®n que gozaban les resultaba m¨¢s f¨¢cil resistirse al chantaje. Para otros era mucho m¨¢s dif¨ªcil. Hay que tener en cuenta el contexto¡±.
El Centro de ?tica Aplicada de la Universidad de Deusto considera que es de justicia iluminar el fen¨®meno de la extorsi¨®n, reconocer como v¨ªctimas a quienes la padecieron como parte de la memoria del pasado violento y ser referencia para la reconstrucci¨®n del futuro. A esa tarea est¨¢n dedicados, entre otros, Xabier Etxeberria, como especialista en ¨¦tica; el jurista Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa; Izaskun S¨¢ez de la Fuente, doctora en Ciencias Pol¨ªticas y Josu Ugarte, como coordinador.
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