El fantasma de UCD
La derecha espa?ola parece condenada a tener que reinventarse pol¨ªticamente
Desde el mismo d¨ªa en que se hicieron p¨²blicos los papeles de B¨¢rcenas deb¨ªa de haber estado claro para el PP que la suerte de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno estaba echada. Deb¨ªa de haber estado claro que, cada d¨ªa que pasara sin que se entendiera as¨ª, ¨²nicamente pod¨ªa conducir a lo que ha conducido: a que no sea la suerte personal del presidente sino la del partido la que se vea comprometida. O dicho de otra manera: a estas alturas del guion el problema ya no es Mariano Rajoy sino el PP. Lo que est¨¢ en juego no es que Mariano Rajoy vaya a tener que acabar dejando de ser presidente del Gobierno, sino la propia supervivencia del PP como partido. La derecha espa?ola parece verse abocada a revivir la terrible experiencia que vivi¨® a principio de los ochenta. Parece condenada a tener que reinventarse pol¨ªticamente para poder competir, porque con las siglas PP no va a poder continuar present¨¢ndose en sociedad.
Tras el recorrido de los ¡®papeles de B¨¢rcenas¡¯, el PP se juega su futuro parlamentario
Por casualidades del destino va a ser de nuevo en Andaluc¨ªa donde esta incapacidad de la derecha espa?ola para poder competir bajo unas siglas se va a hacer visible. Si el resultado del refer¨¦ndum de ratificaci¨®n de la iniciativa auton¨®mica del 28 de febrero de 1980 fue el que deslegitim¨® a UCD como partido de gobierno, hiri¨¦ndolo de muerte, es m¨¢s que posible que lo mismo le ocurra al Partido Popular una vez que se conozcan los resultados del 22 de marzo.
Las elecciones andaluzas se presentaban feas para el PP en todo caso. Pero, tras el recorrido judicial que han tenido los papeles de B¨¢rcenas en esta legislatura, lo que el PP se juega es mucho m¨¢s que el tama?o m¨¢s o menos reducido de su grupo parlamentario. Los ciudadanos andaluces vamos a ser los primeros que vamos a tener que pronunciarnos sobre la mentira, acreditada judicialmente aunque todav¨ªa no exista una sentencia firme, en que se ha instalado el PP. No solamente el presidente del Gobierno, sino el conjunto del partido. Vamos a ser los primeros que vamos a tener que decidir a trav¨¦s del ejercicio de un derecho fundamental si es aceptable que se pida la confianza de los ciudadanos con base en la mentira.
Algo de esto es lo que han empezado a dejar traslucir los resultados de las ¨²ltimas encuestas que se han conocido, la de Metroscopia que se hizo p¨²blica el 1 de marzo y la del CIS, que se conoci¨® el jueves, en las que se anuncia un batacazo para el PP. La tendencia se va a acelerar dram¨¢ticamente en las dos semanas de campa?a electoral que quedan. El PP ya sabe por la experiencia del 11 al 14 de marzo de 2004 el coste que tiene pedir el voto ocultando la verdad. Ahora llueve sobre mojado. No de manera sangrienta, como entonces, pero s¨ª de forma mucho m¨¢s prolongada y con tintes mucho m¨¢s repulsivos.
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