Un p¨²blico m¨¢s vigilante que entregado
El militante irreductible se repliega y a los partidos nuevos se les examina con severidad
¡°Cuando tengo entre mis manos la bandera de Andaluc¨ªa, y la ¨²ltima vez fue el 8 de febrero en Londres, me acuerdo de las historias que mi padre me contaba sobre las abuelas que las cos¨ªan y las met¨ªan en cajones con alcanfor, y las amarraban a un palo y las sacaban a la calle en la ¨¦poca del franquismo¡±. Teresa Rodr¨ªguez, candidata de Podemos, sale abrigada en la noche a dar un mitin, chaqueta roja y fular verde, con la bandera andaluza colgada del atril. El acto es en Sevilla, a orillas del Guadalquivir, y se interrumpe cada poco con gritos de ¡°S¨ª se puede¡±, el lema del partido.
Son unas siglas nuevas con unos candidatos nuevos. Tambi¨¦n hay p¨²blico nuevo: muchos j¨®venes que dicen pertenecer a la generaci¨®n del desencanto y que hasta ahora no se hab¨ªan arrimado a la pol¨ªtica, como Mart¨ªn, de 19 a?os. Y tambi¨¦n viejo, militante, que es el que m¨¢s asusta a las formaciones tradicionales, pues suelen proceder de estas. Pero, sobre todo, Podemos despierta expectaci¨®n, curioseo: hay inter¨¦s por verlos en directo. Juan Beltr¨¢n, un granadino presente en las escaleras de la explanada del Palacio de Congreso el lunes, dice que tanto para votarlos como para no votarlos ¡°hay que conocerlos de primera mano¡±. ¡°De la prensa no nos fiamos¡±, sentencia al tel¨¦fono.
Mart¨ªn de la Herr¨¢n, el candidato de UpyD, acaba de dar el campanazo en el debate a siete de Canal Sur. Levant¨® la voz, derroch¨® energ¨ªa y reparti¨® notas de transparencia aprovechando que los magenta tienen un 9 en Transparencia Internacional. A Agust¨ªn Rivera, de El Confidencial, le dijo esto: ¡°En un pueblo gobernado por el PSOE hab¨ªa un se?or al fondo de la sala donde ten¨ªamos un acto apuntando la gente que ven¨ªa para luego pasarle la lista al alcalde. Nos lo dijo, no me lo invento. Ese caciquismo socialista, con su aparato, con esa vigilancia de los apoderados que fichan qui¨¦n vota y a qui¨¦n vota¡ Todo eso pasa en Andaluc¨ªa¡±.
La sensaci¨®n es que la crisis y el agotamiento del cr¨¦dito en los pol¨ªticos ha provocado un repliegue
UPyD organiza actos se dir¨ªa que casi a contramano, a los que acude poca gente, de forma muy artesanal. Re¨²ne sobre todo a simpatizantes de zona urbana, su peque?o nicho en Andaluc¨ªa, y de hecho el candidato, a pesar de ser de Jerez, echa casi todo el tiempo en M¨¢laga, donde UPyD tiene m¨¢s fuerza. Sus ataques, casi de forma obsesiva, se dirigen a Ciudadanos. Ese ticket que pertenec¨ªa a ellos, el de las familias reunidas, el de los rebotados del bipartidismo que huyen de Podemos, se lo ha llevado Ciudadanos; se lo ha llevado Rivera, que es el que arrastra. Se fue a Almer¨ªa a iniciar la campa?a con su candidato, Juan Mar¨ªn, y dej¨® en la puerta sin poder entrar a 100 personas.
En el PP se ha instalado en una suerte de burbuja de ilusi¨®n en la que se asienta la campa?a, y eso contagia a los asistentes a sus m¨ªtines, que creen no s¨®lo que espantar¨¢n el batacazo sino que hay opciones de gobernar la Junta. Se est¨¢ viendo a mucha gente joven, m¨¢s de la que se esperaba, y tambi¨¦n mujeres, un acicate para el candidato, que se ha hecho rodear de ellas y ha anunciado que habr¨¢ m¨¢s que hombres en su Gobierno. Los asistentes cumplen, llenan, pero el PP no se arriesga al pinchazo; se cuida de grandes esfuerzos asociados a su infraestructura. El mi¨¦rcoles organiz¨® un desayuno con Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa al que acudieron 200 personas y cerr¨® el d¨ªa en Moguer, en un teatro en el que cab¨ªan 150, como informa Javier Casqueiro. En G¨¦nova, la burbuja de la victoria no se cree, pero en el partido dicen que peor ser¨ªa hacer campa?a bajo el peso de una segura derrota. Las campa?as, dicen en la sede, consisten en crear burbujas de euforia y sumar cuanta m¨¢s gente mejor.
Hay un p¨²blico m¨¢s vigilante, m¨¢s desconfiado y m¨¢s proclive a la sospecha? que el viejo militante irreducible
La caravana de Susana D¨ªaz va top¨¢ndose con las gentes socialistas de Andaluc¨ªa, que son como el campo y el mar, consustanciales al paisaje. Tiene predicamento en el rural, como el PP en otras comunidades en las que se ha sostenido casi a trav¨¦s de los siglos, y eso se va notando en los actos de la presidenta, tambi¨¦n en sus m¨ªtines. Se ha instalado esa atm¨®sfera de acompa?amiento que se produce en torno a los partidos que llevan mucho tiempo en el poder: que la gente va a sus m¨ªtines con ¨¢nimo religioso, cumpliendo su fe y esperando cualquier cosa, la primera de todas, que se les vea. Desde el partido se hace notar la variedad, pero tambi¨¦n la presencia del votante indeciso y curioso, que es al que, finalmente, pretenden dirigirse los m¨ªtines.
¡°Hay ganas de escucharla, de ver lo que dice, de conocer sus planes¡±, cuentan en el PSOE. D¨ªaz es la l¨ªder con m¨¢s presencia de l¨ªder y atrae a un perfil de simpatizante con el que entabla r¨¢pido confianza. Con ella, principalmente a causa de su cargo, ocurre lo que no pasa tanto con otros: le paran para plantearles sus problemas, le proponen ayudas concretas. Ese tipo de liderazgo local, de madre de dragones, tiene especial efecto en mujeres de su generaci¨®n. Los azares han jugado a su favor: el embarazo de Susana D¨ªaz provoca, de inicio, una corriente de empat¨ªa, y en esta campa?a la est¨¢n llenando de regalos y de consejos.
Se les votar¨¢, a unos y otros, pero no tanto como gesto de euforia sino m¨¢s bien como aval de confianza
Antonio Ma¨ªllo en Sanl¨²car de Barrameda, bajo una temperatura de verano, se sube al atril y dice: ¡°Andaluc¨ªa es nuestra casa y no nos van a desalojar. Andaluc¨ªa es nuestra tierra y no nos van a echar de ella. Andaluc¨ªa es nuestra escuela y vamos a seguir aprendiendo de sus valores¡±. El candidato re¨²ne el bien m¨¢s preciado de IU, su militante de tierra, su suelo cultural casi m¨ªtico, tambi¨¦n un cierto comunismo que permanece aferrado a su partido y le proporciona una fuerza que no suele tener en el resto de Espa?a. En Sanl¨²car se re¨²nen militantes hist¨®ricos, mayores, a los que Ma¨ªllo besa, abraza y aplaude. Es ¡°la gente¡±, como insiste Cayo Lara. El de IU es el p¨²blico m¨¢s propenso al ¡°dejadme llorar horas, d¨ªas, a?os, edades ciegas, siglos estelares¡± nerudiano, y de hecho el propio Lara pide ¡°esperanzas y seguridades¡± que evocan por momentos al ¡°dadme el silencio, el agua, la esperanza¡± del Nobel chileno. La poes¨ªa, sin embargo, incluso la poes¨ªa andaluza, la ha reservado IU para asaltar Madrid con Luis Garc¨ªa Montero.
La sensaci¨®n, evocada por quienes siguen la campa?a y los propios equipos electorales, es que la crisis y el agotamiento del cr¨¦dito en los pol¨ªticos ha provocado un repliegue incluso en los militantes m¨¢s entregados. Hay un p¨²blico m¨¢s vigilante, m¨¢s desconfiado y m¨¢s proclive a la sospecha que el viejo militante irreducible dispuesto a poner las manos sobre el fuego y disculpar pecados veniales. Esto sucede no s¨®lo en los partidos tradicionales sino tambi¨¦n en los nuevos, a los que se escucha con atenci¨®n y se examina con m¨¢s severidad de la acostumbrada. Se les votar¨¢, a unos y otros, pero no tanto como gesto de euforia sino m¨¢s bien como aval de confianza. Un voto cr¨ªtico, m¨¢s elaborado, m¨¢s pensado. Por eso en los actos se escucha m¨¢s, y se grita menos.
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