La negociaci¨®n con Washington en tinieblas

Mientras se proclama la transparencia se procede con oscuridad. As¨ª es en el caso de la actual negociaci¨®n de Madrid y Washington en torno a la base a¨¦rea de Mor¨®n. Porque, desde el 23 de enero pasado, cuando se inici¨® la negociaci¨®n hispano-norteamericana sobre el Convenio de Cooperaci¨®n para la Defensa en respuesta a una solicitud del Pent¨¢gono, nada m¨¢s hemos sabido: ni de qui¨¦nes integran las delegaciones espa?ola y americana, ni de cu¨¢ntas veces se han reunido, ni de d¨®nde lo han hecho, ni de qu¨¦ avances o qu¨¦ bloqueos se han registrado. Conocemos bien las pretensiones del secretario de Defensa, Chuck Hagel, en las que se habr¨¢ subrogado Ashton Carter, su sucesor a partir de febrero. Ignoramos todo de las aspiraciones espa?olas, sobre las que la vicepresidenta s¨®lo hizo constar que incluyen ¡°aquellos elementos que deben contribuir a mejorar los efectos de estos acuerdos, especialmente en el ¨¢mbito laboral¡±. Es decir, de nuevo la desproporci¨®n: Estados Unidos se interesa por ampliar la utilizaci¨®n de una base mientras a Espa?a pareciera que s¨®lo le preocupasen los aspectos laborales de las limpiadoras o los jardineros que presten servicio al contingente asignado.

Asombra que una cuesti¨®n de tanta envergadura pase por completo inadvertida

Revisada la campa?a de las andaluzas, la hemeroteca y el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, ha sido imposible detectar cualquier referencia a la negociaci¨®n en marcha. Ninguna de las 40 preguntas formuladas al presidente Mariano Rajoy en las sesiones de Control ha versado sobre esta cuesti¨®n, que tampoco ha suscitado indagaciones dirigidas al ministro de Asuntos Exteriores ni al de Defensa. O sea, que estamos negociando una enmienda al Convenio defensivo entre el Reino de Espa?a y los Estados Unidos de Am¨¦rica, la tercera en los 26 a?os desde la firma el 1 de diciembre de 1988, ¡°con el fin de acomodar el despliegue por tiempo indefinido en la base a¨¦rea de Mor¨®n de la Frontera de un contingente de marines y sus medios de a¨¦reos de apoyo al que se conf¨ªa la misi¨®n de respuesta para crisis¡±. Pero en parte alguna se han definido las contrapartidas elementales que deber¨ªamos exigir de Washington en evitaci¨®n de mermas a la soberan¨ªa. De modo que estar¨ªamos deshaciendo el camino recorrido hasta 1988 cuando abandonamos la condici¨®n de estado sat¨¦lite de los americanos para convertirnos en pa¨ªs aliado. Todo sucede como si nos propusi¨¦ramos regresar a la penosa casilla de salida que ocup¨¢bamos cuando el franquismo.

Asombra que una cuesti¨®n de tanta envergadura pase por completo inadvertida. Ni los de la casta, ni los de la gente le han concedido la menor atenci¨®n, pese a lo que nos jugamos en ese envite. As¨ª ha sucedido tambi¨¦n en Grecia donde los amigos de Syriza dicen negarse a imponer m¨¢s recortes en salarios y en pensiones pero, sin decirlo, tampoco recortan los disparatados gastos de Defensa que suponen el 2,8% del PIB, porcentaje que triplica el 0,9 dedicado por Espa?a a ese mismo cap¨ªtulo. Continuar¨¢.