Poder e informaci¨®n

Posiblemente por un eco del pasado que a¨²n sigue escuch¨¢ndose, se da en nuestro pa¨ªs un curioso fen¨®meno, consistente en que tanto organizaciones pol¨ªticas como medios de comunicaci¨®n tienden con excesiva frecuencia a confundir opini¨®n con informaci¨®n. Es cierto que siempre est¨¢ vigente la constataci¨®n que en su d¨ªa hicieran los Quilapay¨²n chilenos en una de sus canciones, aludiendo a c¨®mo es tratada una noticia inc¨®moda: ¡°Te destinan cuarta plana, letra chica y a un rinc¨®n¡±. Pero lo apuntado es m¨¢s grave, ya que simplemente la noticia es borrada, y la sustituye una versi¨®n que en el fondo niega la realidad.

Es lo que est¨¢ sucediendo con la corrupci¨®n por parte del PP. En ning¨²n momento los ¨®rganos del partido, y en primer plano su presidente, tratan de cortar por lo sano la met¨¢stasis que les est¨¢ afectando, y por la cual con justicia pagar¨¢n un alto precio pol¨ªtico. Son solo casos individuales, y como tales son abordados. A Rajoy le disgusta el descubrimiento de las haza?as de Rato. No le indigna, que ser¨ªa lo l¨®gico, y menos le lleva a preguntarse por la din¨¢mica de decisiones y comportamientos que hizo posible tal vergonzosa conducta. La opini¨®n generalizada de que ante la sucesi¨®n de casos estamos ante un r¨¦gimen de corrupci¨®n consolidado por su partido, no parece afectarle. Ya arreglar¨¢n las cosas en el futuro. Y para probar esas buenas intenciones, plasmadas en la ley, nada mejor que justificar el cobro de sustanciosas comisiones por dos notables del PP por supuestos informes, emitidos nada menos que en el terreno propio para ejercer la pureza, los negocios inmobiliarios. No se les ocurre otra cosa que proponer una ampliaci¨®n de la tolerancia para que el circuito nuclear de nuestra corrupci¨®n, entre pol¨ªticos y especuladores de la construcci¨®n, funcione a pleno rendimiento, sin que afecte a expertos tan bien reputados como Trillo y Pujalte. La conclusi¨®n es obvia: ni siquiera el deber de informaci¨®n de un Gobierno es atendido.

En todo an¨¢lisis debe intervenir la ponderaci¨®n, y por eso el PP ha de ser el principal centro de atenci¨®n, sin olvidar que en cuanto a graves infracciones los socialistas est¨¢n ah¨ª con sus ERE, Izquierda Unida en Cajamadrid-Bankia, con uno de uno, y no se salva a su nivel Podemos con las piruetas fiscales de Monedero, tan bien toleradas en su medio universitario, o las pr¨¢cticas de nepotismo que indican por d¨®nde ir¨ªa su uso del poder.

Y en cuanto al imperio del poder sobre la informaci¨®n, nada ilustra mejor su primac¨ªa que el tratamiento de un tema actual, como es el de los genocidios, al calor del caso armenio. Vuelve a confirmarse que el problema solo es afrontado sin reservas cuando el culpable carece de fuerza y aliados (Serbia, hutus). A falta de ello, todo es buscar caminos para relativizar las tragedias y evitar la inculpaci¨®n. Desde una equidistancia disfrazada de imparcialidad, como si pudieran ponerse en el mismo nivel versiones jud¨ªas y negacionistas, e introduciendo atenuantes (las autoridades turcas habr¨ªan reconocido ¡°cr¨ªmenes masivos¡± y nada menos que citando como aval a Atat¨¹rk, seg¨²n Michel Wieworka en La Vanguardia: falso). La presi¨®n de la Uni¨®n Europea fue eficaz; la turca tambi¨¦n lo es.