Mone/Pablo: cambio de rumbo
Monedero y Iglesias ten¨ªan or¨ªgenes comunes, pero que en el orden personal y pol¨ªtico sus diferencias eran claras
Cuando me han preguntado sobre el grupo dirigente de Podemos, siempre he respondido que Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias ten¨ªan or¨ªgenes comunes, en la juventud comunista insatisfecha del fin de siglo, preferencias doctrinales comunes, como el soci¨®logo portugu¨¦s Boaventura dos Santos, pero que en el orden personal y pol¨ªtico sus diferencias eran claras.
Conoc¨ª mejor a Monedero, muy buen estudiante y orientado desde muy pronto hacia la militancia y el liderazgo. Una vez tuvo un esguince y se desplazaba por la Facultad apoy¨¢ndose en los hombros de dos colegas. ¡°Te falta ir sobre el escudo para ser Abrarac¨²rcix¡±, le dije. Nuestra relaci¨®n fue siempre franca, incluso al disentir sobre el chavismo. ¡°?Qu¨¦ hay, socialdem¨®crata?¡±, me increp¨® sonriendo. ¡°?Cu¨¢ndo le compras los pl¨¢tanos a tu gorila?¡±, respond¨ª. ¡°Mone¡±, como le llamaban sus amigos/as, me record¨® siempre a un personaje de Doctor Zhivago, el novio bolchevique de Lara, fijo en sus ideas de oposici¨®n a un sistema econ¨®mico y pol¨ªtico que detestaba. Con un punto de antidemocracia, como su padre. La vinculaci¨®n con Ch¨¢vez le permiti¨® dar con la f¨®rmula: frente a la democracia representativa, el imperialismo y las oligarqu¨ªas: el ¡°empoderamiento¡± del pueblo, bajo la direcci¨®n de un l¨ªder carism¨¢tico. Hab¨ªa que empezar desde abajo y de ah¨ª naci¨® Contrapoder, semilla de Podemos que fructific¨® al capitalizar electoralmente el Gran Rechazo que encarnaran los indignados.
Hasta el verano, la trayectoria pol¨ªtica de Pablo Iglesias, convertido por los medios en el L¨ªder deseado, se ajustaba al esquema anterior.
A pesar del antecedente de mi amistad con su abuelo, un entra?able besteirista, nuestra relaci¨®n fue siempre fr¨ªa. No se comprometi¨® para nada en cuestiones acad¨¦micas: el hoy decano era su patr¨®n. Cont¨® siempre el poder. Si Monedero era radical, Iglesias era ambicioso, y con una preocupante propensi¨®n a la violencia, desde sus consejos iniciales para las movilizaciones antiglobalizaci¨®n a justificar los ataques de Contrapoder a los conferenciantes dem¨®cratas. Ah¨ª est¨¢ su elogio de Robespierre y de la guillotina. Todo cuidadosamente olvidado.
Ante el descr¨¦dito de los grandes partidos, con Podemos subiendo en flecha, todo auguraba el ¨¦xito en las elecciones generales de noviembre, bajo la gu¨ªa de un caudillo civil que hab¨ªa conseguido introducir un movimiento de masas aparentemente espont¨¢neo en un molde leninista, mediante un manejo de la red importado del 5 Estrellas italiano. Solo que hab¨ªa que parar en estaciones intermedias, dos procesos electorales donde era ineludible afrontar una realidad pol¨ªtica plural, con el desgaste consiguiente. Ch¨¢vez pas¨® a ser un lastre para el montaje populista de Errej¨®n, inspirado en Laclau, como de hecho lo era ya Monedero, y hubo que limar las aristas del programa. Si PSOE y PP eran la misma casta, ?c¨®mo pactar con aqu¨¦l? Si cargarse al r¨¦gimen de 1978 o atacar la deuda como antes no respond¨ªa a un destinatario interclasista, ?c¨®mo evitar la imagen grouchomarxista del ¡°tengo unos principios, pero si no le gustan, tengo otros¡±? La habilidad ret¨®rica de Iglesias le permit¨ªa salvar todos los obst¨¢culos, pero no el disentimiento del fundador que necesariamente hab¨ªa de estallar. Y estall¨®.
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