Abel Caballero, el triunfal superviviente de la vieja pol¨ªtica

Sobre la Espa?a en ruinas del bipartidismo, de la ¡°casta¡±, de la generaci¨®n pol¨ªtica de la Transici¨®n, se alza en la esquina noroeste, m¨¢s victorioso que nunca, un ins¨®lito superviviente. El socialista Abel Caballero (Ponteareas, 1946) ha obtenido en las elecciones del cambio una abrumadora mayor¨ªa absoluta tras ocho a?os como alcalde de Vigo y despu¨¦s de haber sido ministro de Transportes con Felipe Gonz¨¢lez (1985-1988), diputado en el Congreso durante cinco legislaturas y fallido candidato a presidente de la Xunta contra Manuel Fraga en 1997. ¡°La conexi¨®n con la gente no tiene edad¡±, ha subrayado este lunes en conversaci¨®n telef¨®nica, a punto de subirse a un taxi en Madrid para hacer su entrada triunfal en la sede del PSOE en la calle Ferraz.

Economista y autor de cuatro novelas, Caballero ha logrado un triunfo an¨®malo no solo por las circunstancias que vive su partido. Nunca en la historia de Vigo, una ciudad caracterizada por sobrevivir con corporaciones fragmentadas y gobiernos locales d¨¦biles, hab¨ªa conseguido un candidato tantos votos y tantos esca?os, concretamente 17, tres m¨¢s de los necesarios para la mayor¨ªa absoluta y seis m¨¢s de los que atesoraba. Con el 51% de papeletas a su nombre, ha sido con creces el regidor de las grandes ciudades espa?olas con m¨¢s porcentaje de apoyos, seguido a casi 13 puntos por el candidato del PNV en Bilbao, recalca su equipo. El veterano pol¨ªtico del PSOE ha fulminado adem¨¢s al PP gallego en el municipio en el que vota su presidente, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, con quien cultiva una relaci¨®n a cara de perro. Al popular le reprocha sin parar que impulsa una pol¨ªtica ¡°anti Vigo¡±, tanto desde la Xunta como desde la Diputaci¨®n de Pontevedra, una instituci¨®n esta ¨²ltima que los populares han perdido tambi¨¦n por la ascensi¨®n al cielo electoral de Caballero: ¡°La ciudad ha castigado a los que llaman localista a alguien por defender a su ciudad¡±.

El regidor de Vigo presume de practicar una pol¨ªtica ¡°de micros abiertos toda la semana¡±: ¡°Paso d¨ªas y d¨ªas en televisiones locales y radios abriendo micros a la gente¡±. Tambi¨¦n de patear las calles de la ciudad sin descanso para hablar con los vecinos: ¡°Renunci¨¦ a 15 escoltas y ahora los dedicamos a dar protecci¨®n a mujeres v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero¡±. Y de ¡°adaptarse a lo que reclama la ciudad¡±: ¡°No me gustaban las motos y ahora las veo muy importantes¡±. Pese al olvido al que a su juicio las Administraciones del PP condenan a Vigo, Caballero proclama que lleg¨® en 2007 a un Ayuntamiento que deb¨ªa 110 millones de euros y ahora tendr¨¢ ¡°la deuda a cero en junio¡±. Que nadie se piense, advierte el socialista, que las siglas de su partido condicionan su pol¨ªtica: ¡°Declar¨¦ a [Joaqu¨ªn] Almunia persona non grata con todo el dolor, porque le tengo afecto¡±, recuerda sobre la defensa que el entonces comisario europeo socialista hizo de la supresi¨®n de los beneficios fiscales del tax lease que tanto da?o hizo a los astilleros vigueses, ¡°pero mi ciudad est¨¢ por delante¡±. Aunque su pasi¨®n viguista trae inevitablemente a la memoria el coru?esismo que practic¨® en su d¨ªa quien fue alcalde de A Coru?a durante m¨¢s de 20 a?os, Francisco V¨¢zquez (PSOE), Caballero se ve reflejado en otros espejos: ¡°Soy m¨¢s Pascual Maragall y Tierno Galv¨¢n que Paco V¨¢zquez¡±.

En minor¨ªa, compaginando acuerdos tanto con los nacionalistas del BNG como con el PP, la traves¨ªa de Caballero durante sus ocho a?os blandiendo el bast¨®n de mando de Vigo ha sido de todo menos pl¨¢cida. Con un discurso de fiera ret¨®rica localista, el regidor ha encabezado sonoras batallas pol¨ªticas que, sin haberlas ganado, le han granjeado la simpat¨ªa electoral de sus vecinos. Caballero defendi¨® a muerte a la extinta caja viguesa Caixanova y a su presidente, el ahora procesado por cobrar una jubilaci¨®n millonaria Julio Fern¨¢ndez Gayoso, frente a la fusi¨®n forzada por la Xunta de Feij¨®o con la coru?esa Caixa Galicia, pero ni tan siquiera la multitudinaria manifestaci¨®n que convoc¨® en la urbe obrera por antonomasia de Galicia logr¨® frenar la integraci¨®n. Exmilitante del Partido Comunista de Galicia, el alcalde ha superado tambi¨¦n las cr¨ªticas de los colectivos de memoria hist¨®rica por su implacable resistencia a derribar una gran cruz franquista en el monte de O Castro y ha esquivado sin despeinarse las protestas preelectorales por gastarse 100.000 euros en colocar un hist¨®rico barco como adorno de una rotonda en un populoso barrio castigado por la crisis. Para burlar a los opositores, orden¨® instalar el enorme buque hace solo unos meses por la noche y con despliegue policial.