Pl¨¢cido
En la reuni¨®n entre S¨¢nchez e Iglesias se supone cierta tensi¨®n para ver qui¨¦n tira m¨¢s bajo
La reuni¨®n entre Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias se celebr¨® en territorio neutral: una buena sede habr¨ªa sido la casa de Zapatero aun a costa de los recelos de S¨¢nchez. Estuvieron los dos solos y pidieron platos muy frugales y una ensalada para compartir. Hubo un esfuerzo natural de ambos en parecer tan austeros que casi desemboca en codazos para irse a la cocina al acabar de cenar. Iglesias pidi¨® de segundo un pescado y S¨¢nchez, tras descubrir Podemos sus cartas, reclam¨® una tortilla francesa. Se supone cierta tensi¨®n para ver qui¨¦n tiraba m¨¢s bajo. Como Iglesias ha exigido para su apoyo que los alcaldes se bajen el sueldo, S¨¢nchez se ofreci¨® a hacer la tortilla ¨¦l mismo, algo que oblig¨® al jefe de Podemos a regalar los zapatos al primero que pas¨®, que result¨® ser un magnate ruso. Con el sobrante de pelo en la nuca S¨¢nchez se hab¨ªa hecho un chicho min¨²sculo, con lo cual Iglesias, harto, le pregunt¨® si ven¨ªa a pactar o a torear.
La pol¨ªtica de gestos, ya de por s¨ª descontrolada, tiene en ¨¦poca de berrea su mayor auge. En Arag¨®n, Zaragoza En Com¨²n y la Chunta decidieron reunirse sentados en los bancos de un parque y grabar el encuentro por streaming. Se les ve al sol comentando sus programas, hablando de lo que ser¨ªa mejor para la ciudadan¨ªa, de lo interesante que es la vida moderna. Parec¨ªa que en cualquier momento uno sufrir¨ªa un ataque de transparencia y acabar¨ªa sacando una radiograf¨ªa de sus pulmones para que la gente supiese ¡°con cu¨¢ntos voy a entrar y con cu¨¢ntos voy a salir¡±. Los curiosos, entre los que hab¨ªa alg¨²n toxic¨®mano asiduo de los bancos, se empezaron a dispersar.
Fern¨¢ndez-Vara, resignado, tuvo que hacer algo parecido en Extremadura, si bien en un sal¨®n de t¨¦. Hay pol¨ªticos que est¨¢n a favor de la austeridad y la transparencia, pero se les est¨¢ poniendo a prueba, como al marqu¨¦s que pasa por el aro de los vaqueros pero se le fuerza a llevarlos pitillo. Al final en este tipo de reuniones todo el mundo mira de reojo a la c¨¢mara y habla con esdr¨²julas. Me recuerdan a aquel vecino de Portonovo al que le explot¨® una bombona en casa y explicaba el suceso a sus amigos con lenguaje muy llanito, ¡°la hostia puta¡±, y cuando le acerqu¨¦ la grabadora se abroch¨® la camisa y dijo: ¡°Estando yo a las 18 horas miccionando en el servicio¡¡±.
Las reuniones secretas, de las que se acaban contando las espinas del pescado, tienen m¨¢s enjundia pol¨ªtica. En la cena de S¨¢nchez e Iglesias, por ejemplo, acordaron que lo que ten¨ªan que hablar lo hablasen otros. Adem¨¢s de la exhibici¨®n de sencillez las confidencias a la prensa giraron sobre baloncesto: pase lo que pase en las generales el presidente seguir¨¢ saliendo de las cumbres con el Marca bajo el brazo.
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