Del Pardo a la mesa de Carmena
Tres inmigrantes recuperan un huerto de los Capuchinos que se encontraba en barbecho desde hace 30 a?os


Trece infiernos atraves¨® Aliou Diallo cuando solo era un adolescente. Hac¨ªa semanas que hab¨ªa dejado su Guinea-Conakry natal ¡ªdonde cultivaba berenjena, yuca y arroz desde ni?o¡ª cuando se plant¨® en las playas de Senegal. All¨ª, frente a ¨¦l, el Atl¨¢ntico se perd¨ªa en el horizonte; ese oc¨¦ano al que le entregar¨ªa despu¨¦s su vida. Ten¨ªa 17 a?os. Y decidi¨® meterse en un cayuco y zarpar junto a otros 158 ¡°compa?eros¡± rumbo a las islas Canarias. En el trayecto hasta Espa?a se imagin¨® muerto varias veces: como cuando fallec¨ªan de agotamiento quienes se sentaban apenas unos metros a su lado. La esperanza se dilu¨ªa a medida que las horas a la deriva se suced¨ªan. Una tras otra, hasta que un barco los encontr¨® y los rescat¨®: al decimotercer d¨ªa.
Diallo rememora ahora ese episodio. Siete a?os despu¨¦s. Casado ya, con una espa?ola, y con dos hijos peque?os: de dos meses y un a?o. El joven recuerda su llegada a Fuerteventura mientras camina a las espaldas del convento de los Capuchinos del Cristo del Pardo, a 17 kil¨®metros del centro de Madrid. El sol aprieta este viernes. Pero no importa el calor. Hoy hay que plantar m¨¢s de 10.000 puerros en el huerto donde trabaja, junto a otros dos inmigrantes subsaharianos, desde hace un a?o. Casi dos hect¨¢reas que llevaban tres d¨¦cadas en barbecho y que ahora, con el apoyo de los frailes y de tres ONG (AFAS, Apoyo y Sercade), han recuperado como parte de un proyecto de inclusi¨®n social y agricultura ecol¨®gica.
¡°Esta idea la pusimos en marcha porque quer¨ªamos crear una iniciativa, dirigida a j¨®venes con escasa cualificaci¨®n, que nos permitiera formarles y ofrecerles a la vez un empleo estable y digno¡±, explica Inma Mart¨ªn, representante de AFAS y una de las impulsoras del huerto, bautizado como Hermana Tierra. Un espacio conquistado hace apenas 12 meses a las malas hierbas; y de donde, tras el trabajo de Diallo y sus dos compa?eros ¡ªSouleimane Diallo, llegado a Espa?a tambi¨¦n en cayuco, y Alioune Kebe¡ª, ya han salido calabazas, r¨¢banos y coles de Bruselas, entre otros muchos productos. Las verduras que cultivan las reparten despu¨¦s a clientes del Pardo, Pozuelo, Tres Cantos y de la capital, entre los que se encuentra la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.
Acaba de empezar la temporada de verano. Y a la espalda del convento, un antiguo internado, ya se prepara una nueva cosecha: pimientos, melones, sand¨ªas, lechugas... Diallo enumera lo plantado mientras, a su lado, Kebe recuerda c¨®mo aterriz¨® en Espa?a. Este senegal¨¦s de 33 a?os, artesano en su pa¨ªs natal, lleg¨® en 2008 a Zaragoza para la Exposici¨®n Internacional del Agua. Ven¨ªa con la delegaci¨®n de Senegal y decidi¨® quedarse tras concluir el evento. Desde entonces, ha trabajado en lo que ha podido. ¡°He vendido bolsos, zapatos... Tambi¨¦n me met¨ª en la construcci¨®n¡±, apunta.
Con dos de los inmigrantes con un contrato de formaci¨®n a jornada completa, de 900 euros, y uno a media jornada, el Huerto Hermana Tierra reparte dos veces al mes las cestas de productos que solicitan sus clientes por Internet. En la ¨²ltima ocasi¨®n, entregaron m¨¢s de 180. ¡°Esperamos poder crecer poco a poco. Y sumar m¨¢s chavales al proyecto. En estos momentos hemos recuperado ya casi una hect¨¢rea de las dos que ocupaba el huerto original¡±, explica Mart¨ªn, que subraya la ardua labor que supone empezar a mover una tierra que lleva 30 a?os en barbecho. ¡°El tractor se nos joroba cada dos por tres¡±, cuenta.
Dos veces a la semana se pasan por el convento un agricultor y un ingeniero agr¨®nomo para asesorar a los aprendices. ¡°Nos explican, por ejemplo, el espacio que hay que dejar entre cada tipo de cultivo. Somos nuevos en esto¡±, repasa Kebe, mientras apila una docena de calabacines. A unos 200 metros, tras el viejo muro de piedra que rodea el huerto, merodea una pareja de jabal¨ªes. ¡°Con ellos tambi¨¦n tendremos que tener cuidado para que no se cuelen. Si entra aqu¨ª uno, adi¨®s a todo¡±, sentencia Diallo.
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