Una vida partida por la jornada
Un d¨ªa con un ingeniero madrile?o ilustra la dificultad para compatibilizar la vida personal y la laboral en Espa?a
¡°Entramos en zona roja¡±. Miguel alerta a sus hijos de siete y cinco a?os de que ya van mal, de que si no corren, llegar¨¢n tarde al colegio y ¨¦l al trabajo. La ma?ana ha amanecido torcida y los peque?os no acaban de arrancar. Los tiempos est¨¢n muy medidos en esta casa. El estr¨¦s se palpa en el ambiente. Son las 08.00, tendr¨ªan que haber salido ya por la puerta de la urbanizaci¨®n de la periferia madrile?a en la que vive Miguel.
Pero un mar de l¨¢grimas de la peque?a deja claro que hoy no es su d¨ªa. Que no le gustan las chanclas que le han tocado, que no quiere peinarse ¨C¡°venga, pero si t¨² eres una crack de la coleta¡±- y que simplemente no sabe lo que le pasa. Miguel no tiene tiempo para excesivas contemplaciones. ¡°Vaaamos equipo¡±. Hay que salir pitando. Llegar al colegio, dejar a los ni?os justo a las 8.30 ¨Cni antes ni despu¨¦s para que no les cobren el desayuno- y arrancar el coche rumbo a la oficina. Par¨®n. Hoy tambi¨¦n hay atasco. M¨¢s nervios. Antes de las nueve, Miguel baja la rampa del garaje de su empresa de ingenier¨ªa, en el centro de Madrid. Ha llegado.
Miguel no es Miguel. Es un trabajador espa?ol con otro nombre, al que como a muchos otros le gustar¨ªa que los horarios de trabajo en Espa?a y la cultura laboral se adaptaran a la del resto de Europa. Sin jornada partida, con teletrabajo y con una confianza entre jefes y subordinados que permita compatibilizar la vida familiar con la laboral. Su empresa, asegura, no es ni mucho menos de las peores. A¨²n as¨ª, este ingeniero madrile?o prefiere preservar su verdadera identidad por miedo a posibles represalias.
La vida de Miguel cambi¨® hace unos meses para bien. Su empresa, una ingenier¨ªa y constructora, cedi¨® a las exigencias de los trabajadores y permiti¨® una hora de flexibilidad para entrar a la oficina. Ese peque?o cambio le permite a Miguel dejar a sus hijos en el colegio y desayunar con ellos. A¨²n as¨ª, si tuviera m¨¢s libertad para organizar sus tiempos de trabajo, media hora de retraso en un d¨ªa malo como el de hoy, no significar¨ªa nada. Lo recuperar¨ªa al d¨ªa siguiente o cualquier otro. ¡°Podr¨ªa evitarme much¨ªsimo estr¨¦s diario¡±. Pero esos son casi detalles. Su gran problema es la jornada partida.
La gente no se atreve a levantarse e irse. Si te organizas de otra manera y te vas antes que el jefe, tus posibilidades de promoci¨®n son m¨ªnimas.
Los datos que existen sobre las jornadas laborales en Espa?a, incompletos o poco desglosados, no permiten hacer un an¨¢lisis en profundidad. Seg¨²n cifras del INE relativas a 2014 sobre condiciones de trabajo, el 34,6% de los espa?oles que trabajan por cuenta ajena lo hacen con jornada partida y el 64,8% con jornada continua. Pero hay que tener en cuenta que dentro de la jornada intensiva se incluyen los funcionarios, los trabajos a tiempo parcial, las jornadas reducidas y los empleos por turnos, por lo que no hay forma de llegar a saber cu¨¢ntos asalariados de empresas y con trabajo a tiempo completo tienen cada tipo de jornada. En el caso de los trabajadores por cuenta propia, seg¨²n los mismos datos del INE, el 68% tiene jornada partida.
M¨¢s productividad, menos absentismo
El ¨ªndice de empresas que el IESE elabora en distintos pa¨ªses (Ifrei) indica que tambi¨¦n en Espa?a, los trabajadores producen un 19% m¨¢s de media en las empresas con horarios racionales y flexibles. El absentismo en los entornos empresariales avanzados se reduce en torno al 30% seg¨²n Nuria Chinchilla, directora del Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE Business School.
La VII Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo indicaba que el horario en que los trabajadores manifiestan tener una mejor adaptaci¨®n entre su vida laboral y su vida social y familiar es el de fijo ma?ana, en el que nueve de cada diez dicen compatibilizar ambos aspectos bien o muy bien.
Los an¨¢lisis cualitativos muestran, en todo caso, que los empleados que trabajan ma?ana y tarde quieren cambiar. Un estudio de Metroscopia de julio ¡ªcon una muestra reducida¡ª indicaba que el 68% de los encuestados con jornada partida desear¨ªa trabajar de forma intensiva durante todo al a?o y tres cuartas partes entend¨ªan, adem¨¢s, que su productividad mejorar¨ªa o no se ver¨ªa afectada. Siete de cada 10 dec¨ªan, adem¨¢s, que su calidad de vida mejorar¨ªa.
Miguel est¨¢ obligado a hacer una pausa para comer. Y da igual que tarde m¨¢s o menos en comer, porque en la pr¨¢ctica, ¡°est¨¢ muy mal visto irte a media tarde¡±, as¨ª que antes de las siete y media o las ocho es muy raro que Miguel abandone su silla. ¡°La gente no se atreve a levantarse e irse. Aunque haya hecho su trabajo y cumplido las horas. Piensan que van a estar en el disparadero. Sabes que si te organizas de otra manera y te vas antes que el jefe tus posibilidades de promoci¨®n son m¨ªnimas. Se interpretar¨ªa como que tu compromiso con la empresa es menor¡±.
?l mismo es un jefe intermedio y a pesar de que les insiste a sus subordinados que se organicen como les d¨¦ la gana, todos acaban trabajando hasta las tantas por miedo a se?alarse. ¡°No puede ser que se pongan reuniones a las seis de la tarde. Lo que los empresarios no entienden es que tiene que haber un compromiso entre lo que la empresa necesita de ti y lo que t¨² necesitas para tu vida. Cuando a la gente se le permite por ejemplo pasar tiempos con sus hijos, su compromiso con la empresa se dispara¡±, protesta. Cuando a ¨¦l le toca ir a buscar a los ni?os del colegio, se escapa de tapadillo. Su jefe lo sabe, pero todos hacen ver como que no sucede. ¡°Falta dar el paso de que oficialmente la gente pueda organizarse¡±.
Llego muy cansado despu¨¦s de pasar todo el d¨ªa fuera de casa. Me da tiempo a cenar y a leer un poco en la cama.
Miguel dice que no lo entiende, que en una f¨¢brica puede que la presencia resulte esencial, pero que en su trabajo hay muchas cosas que se podr¨ªan hacer desde cualquier lugar y que eso mejorar¨ªa sustancialmente su vida. Se chupar¨ªa menos atascos y podr¨ªa pasar m¨¢s tiempo con sus hijos y trabajar un poco m¨¢s cuando duermen. De hecho, parte de sus operaciones las realiza por tel¨¦fono con clientes que viven en otra franja horaria. ¡°Es un problema de gesti¨®n. El directivo espa?ol no est¨¢ acostumbrado a confiar en sus trabajadores. Con la tecnolog¨ªa actual, mucha gente no tendr¨ªa por qu¨¦ estar todo el tiempo pegado a la silla de la oficina. Se trata de fijar objetivos y hacer un seguimiento de su cumplimiento¡±.
El jefe supremo de la empresa es un tipo ¡°un poco chapado a la antigua¡± y los trabajadores saben que en el fondo lo que ¨¦l valora es que cuantas m¨¢s horas del d¨ªa pasen en la oficina, mejor. ¡°A la gente le da miedo que el jefe de repente pregunte por ellos y alguien diga que se han marchado ya a casa¡±.
Lo que cuenta Miguel no es ninguna excepci¨®n. Es m¨¢s bien la cultura dominante en Espa?a y una rareza en buena parte de Europa, donde salir de la oficina a las cinco o como mucho a las seis es la norma. Donde se da por hecho que todo el mundo necesita tiempo para cuidar a su familia, para formarse o simplemente para descansar o divertirse.
A las dos de la tarde, Miguel, como todos los dem¨¢s en su oficina hace una pausa para comer. Aprovecha el tiempo del par¨®n para ir a un gimnasio cercano al despacho. Despu¨¦s come solo en una cafeter¨ªa de comida r¨¢pida.
Tarde de trabajo de cuatro y media a siete y media u ocho y vuelta a casa en el coche. ¡°Llego muy cansado despu¨¦s de pasar todo el d¨ªa fuera de casa. Me da tiempo a cenar y a leer un poco en la cama, poco m¨¢s. Los fines de semana, puedo aprovechar para ayudar en un voluntariado¡±.
Ese ser¨ªa un d¨ªa normal para Miguel, pero hoy es un adelanto de lo que podr¨ªa ser su vida si su empresa se atreviera como ya han hecho un pu?ado de compa?¨ªas en Espa?a a implantar el horario europeo. Estamos en julio y Miguel, como muchos espa?oles disfruta estos d¨ªas de la jornada intensiva de verano. ¡°Salimos antes, pero no por eso trabajamos menos. Simplemente nos concentramos m¨¢s. La gente est¨¢ deseando que llegue la jornada intensiva¡±. En lugar de cena y a la cama, Miguel aprovechar¨¢ para comprar un regalo de cumplea?os a su madre. Luego llevar¨¢ a sus hijos a ver la pel¨ªcula de los Minions. ¡°Mi vida cambia totalmente estos meses¡±.
La crisis como oportunidad
La crisis ha relegado a un en¨¦simo plano la cuesti¨®n de los horarios, considerados a menudo una preocupaci¨®n casi de lujo frente a otras prioridades laborales como el avance de la precariedad y la temporalidad. Pero hay empresarios, que por su experiencia piensan justo lo contrario. Que si algo ha puesto a prueba la crisis ha sido la cohesi¨®n y la motivaci¨®n de las plantillas y que un trabajador con buen horario est¨¢ mucho m¨¢s dispuesto a remar del lado de la empresa cuando llegan las vacas flacas. ¡°Una empresa es un equipo. Los empresarios necesitamos tener a los trabajadores a nuestro lado y para eso, es fundamental preguntarle a la gente qu¨¦ quiere. Si no, cuando llega la crisis, cierras seguro¡±, explicaba recientemente Pilar Almagro, directora de Vertisub, una empresa de tareas de alto riesgo, en los m¨¢rgenes del encuentro de la red de empresas Nust, creada por el Ayuntamiento de Barcelona para facilitar una mejor gesti¨®n del tiempo y conciliaci¨®n de la vida laboral, familiar y personal.
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