Elecciones auton¨®micas, pero¡
El nacionalismo, como todo populismo, siempre necesita mantener la tensi¨®n inventando falsos agravios del enemigo exterior que ha escogido, en este caso, Espa?a
La convocatoria de elecciones auton¨®micas que anteayer dispuso Artur Mas es obvio que se atiene a la ley. Dentro de las competencias del presidente de la Generalitat figura la facultad de disolver el Parlamento y, a la vez, convocar nuevas elecciones siempre que ello se formalice de acuerdo con los requisitos de tiempo y forma que, en este caso, como en todos los anteriores, se han cumplido. No era de prever, por tanto, ning¨²n problema. Pero como siempre hay que dar la sensaci¨®n que el acoso del Estado a Catalu?a nunca cesa, era preciso inventarlo.
As¨ª, para ir caldeando el ambiente, los medios de comunicaci¨®n catalanes, una vez m¨¢s, han intentado durante los ¨²ltimos diez d¨ªas mostrar la intr¨ªnseca perversidad de lo que ellos llaman Madrit creando la sospecha de que el decreto de convocatoria podr¨ªa ser recurrido por el Gobierno para impedir que se celebrasen las elecciones. Naturalmente, en caso de transgredir la legalidad el Gobierno no solo tendr¨ªa el derecho sino tambi¨¦n el deber de impugnarlo ante los tribunales.
Pero no hab¨ªa ning¨²n s¨ªntoma de ello, en ning¨²n caso Artur Mas hab¨ªa dado muestras de pretender otra cosa que convocar elecciones auton¨®micas para el d¨ªa 27 de septiembre desde que lo acord¨® formalmente este invierno con ERC, la Asamblea Nacional Catalana, Omnium Cultural y la Asociaci¨®n Catalana de Municipios para la Independencia. Es obvio que anunciarlo con tanta antelaci¨®n es algo anormal, pero ya sabemos que Mas es desde hace tiempo una marioneta en manos de Esquerra y que aquello que es anormal en las democracias occidentales es habitual en la Catalu?a. Por tanto, nada nuevo bajo el sol.
El nacionalismo, como todo populismo, siempre necesita mantener la tensi¨®n inventando falsos agravios del enemigo exterior que ha escogido, en este caso, Espa?a, el Estado espa?ol, en definitiva, Madrit, este t¨¦rmino que lo engloba todo y lo personifica en una ciudad y en un club de f¨²tbol. Si acabamos con ellos, si nos separamos de esta r¨¦mora insufrible, causa de todos nuestros males, seremos libres, pr¨®speros y felices. Esta mentira hist¨®rica, esta simplificaci¨®n de los hechos, es lo que trasmiten cada d¨ªa los medios de comunicaci¨®n catalanes, p¨²blicos y privados.
El ciudadano cansado, agotado, harto de esa farsa, est¨¢ a punto de tirar la toalla. Este es el peligro del 27-S, que este ciudadano no acuda a votar. Son elecciones auton¨®micas, no plebiscitarias, un ox¨ªmoron imposible. Pero los contrarios a la independencia deben ser conscientes que no son unas elecciones cualquiera, que su resultado ser¨¢ interpretado en clave de plebiscito y que se juegan mucho. Por ello, hay que ir a votar: para dejar claro cu¨¢l es la mayor¨ªa y cu¨¢l la minor¨ªa. Abstenerse ser¨ªa el mayor error.
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