M¨¢s vale morir en L¨ªbano que en Madrid
El Estado no se hace responsable de la muerte de cinco desactivadores de explosivos en Hoyo de Manzanares en 2011
Lo ¨²ltimo que recuerda Jos¨¦ Manuel Cand¨®n es a Bull, el sargento Ra¨²l Gonz¨¢lez, inform¨¢ndole: ¡°Mi teniente, listo, nos vamos para arriba¡±. Se gir¨® a la izquierda y, antes de que pudiera dar un paso, le engull¨® una bola de fuego. Sinti¨® como si le arrollara un tren surgido de la nada. Hinc¨® las rodillas en tierra. Estaba ciego y le pitaban los o¨ªdos. El chaleco antibalas, con sus placas met¨¢licas, arrancado de cuajo. Le ard¨ªa la cara. Grit¨®: ¡°?Bull! ?Bull! ?Qu¨¦ ha pasado? ?Qu¨¦ hab¨¦is hecho?¡±, pero aunque el sargento le contestaba a gritos, ¨¦l no pod¨ªa oirle. Se cont¨® instintivamente los dedos. El ¨ªndice de la mano izquierda colgaba de un hilo. Se agarr¨® la ingle. La sangre brotaba a borbotones, como si le hubieran dado una cornada. Empez¨® a tener mucho fr¨ªo.
El 24 de febrero de 2011, la explosi¨®n de ocho minas contracarro C-3B y una carga HL-200, en total m¨¢s de 55 kilos de TNT, en el campo de tiro de El Palancar, en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares (Madrid), mat¨® a los sargentos 1? V¨ªctor Zamora y Sergio Valdepe?as, al sargento Mario Hern¨¢ndez, al cabo 1? Javier Mu?oz y al cabo Miguel ?ngel D¨ªaz. Cad¨®n y Bull sufrieron heridas grav¨ªsimas y el cabo 1? Jos¨¦ ?lvarez, menos graves. Tres de los cinco muertos pertenec¨ªan al Ej¨¦rcito de Tierra. Los otros dos y los tres heridos eran infantes de Marina, con base en San Fernando (C¨¢diz).
Hab¨ªan llegado a Madrid en enero, para integrarse en la agrupaci¨®n Libre Hidalgo XVI. Dorm¨ªan en la base de El Goloso (Madrid), sede de la Brigada Mecanizada Guadarrama, que aportaba el grueso de las tropas que a finales de marzo o principios de abril partir¨ªan hacia L¨ªbano. La fase de concentraci¨®n, de varias semanas, serv¨ªa para preparar la misi¨®n y cohesionar un contingente formado con elementos heterog¨¦neos de distintas unidades.
Para el ejercicio del Grupo Especial de Desactivaci¨®n de Explosivos (GEDE), el teniente Cand¨®n hab¨ªa pedido artefactos similares a los presentes en el teatro de operaciones: dos proyectiles de artiller¨ªa de 105 mil¨ªmetros, dos granadas de 120 y minas. Las minas no le gustaron, ya que no ten¨ªan nada que ver con las que encontrar¨ªan en L¨ªbano, de origen ruso o chino. Le dijeron que no se preocupara, ya que ir¨ªa con ellos un equipo del batall¨®n de zapadores del Ej¨¦rcito, que se ocupar¨ªa de explosionarlas. ¡°Son m¨¢s viejas que yo¡±, le coment¨® a Valdepe?as. Las minas estaban fabricadas en 1974, dos a?os antes de que ¨¦l naciera.
Con diferente baremo
Las familias de los militares muertos en Hoyo de Manzanares han recibido 22.750 euros del seguro, as¨ª como una pensi¨®n, que oscila entre un m¨¢ximo de 2.263 euros mensuales para viudas y 685 para padres. La pensi¨®n de los hu¨¦rfanos menores ronda los 1.000 euros. En la pr¨¢ctica, Defensa considera incompatible la pensi¨®n con la indemnizaci¨®n, aunque legalmente no lo sean. Por eso, solo indemniza ¡ªcon una cantidad que puede ir de 10.000 a 17.000 euros¡ª a los padres que no tienen pensi¨®n por cobrarla la viuda.
Por el contrario, las familias de los militares fallecidos en el exterior reciben una indemnizaci¨®n de 140.000 euros, compatible con pensiones y seguros. El baremo del seguro por accidente de tr¨¢fico fija 115.000 euros para el c¨®nyuge y 48.000 por hijo en caso de fallecimiento.
En el pol¨ªgono de tiro, el teniente eligi¨® tres hornillos, en los v¨¦rtices de un tri¨¢ngulo rect¨¢ngulo. Los infantes de Marina acabaron de preparar sus proyectiles y granadas mientras el equipo de Tierra, dirigido por Valdepe?as, se ocupaba de las minas. Una vez dispuesto todo, se retirar¨ªan a un lugar seguro, excepto el encargado de cebar los explosivos y activarlos a distancia.
No pudieron hacerlo. Sin ser conscientes de que estaban cambiando su destino, el cabo Polo se alej¨® en busca de sacos terreros, mientras Zamora y Mu?oz se acercaban para fotografiar c¨®mo sus compa?eros apilaban las minas bajo un tr¨ªpode sobre el que colocar la carga, Entonces se desat¨® el infierno.
La investigaci¨®n no lleg¨® a resultados concluyentes sobre las causas del accidente. Los expertos de la Guardia Civil apuntaron a un fallo del material: las minas estaban caducadas y una de ellas ten¨ªa espoleta. Tambi¨¦n sugirieron, como hip¨®tesis menos probable, que en el lugar pod¨ªa haber quedado olvidada alguna espoleta o munici¨®n activada procedente de ejercicios anteriores.
La titular del juzgado territorial militar n¨²mero 11 prefiri¨®, sin embargo, dar cr¨¦dito a la versi¨®n de la comisi¨®n de investigaci¨®n creada por el Ej¨¦rcito, seg¨²n el cual la carga pudo escurrirse del tr¨ªpode ¡ªel suelo estaba h¨²medo y desnivelado¡ª e impactar contra la mina espoletada. Y ello a pesar de que la carga s¨®lo pesaba 18,5 kilos y las minas eran anticarro. Es decir que, aunque hubiesen estado activadas, no deber¨ªan explotar con una presi¨®n inferior a 180 kilos.
La juez rest¨® importancia al hecho de que las minas estuvieran caducadas, ya que el Ej¨¦rcito hab¨ªa prolongado su vida ¨²til hasta marzo de 2011, unas semanas despu¨¦s del siniestro.
En consecuencia, dictamin¨® que ¡°el fat¨ªdico accidente se debi¨® a circunstancias completamente imprevisibles¡±, que ¡°no hubo infracci¨®n¡± de las normas de seguridad, que ¡°el material no ten¨ªa defecto alguno¡± ni se acredit¨®, ¡°en lo m¨¢s m¨ªnimo¡±, ning¨²n comportamiento imprudente. Proced¨ªa archivar el caso.
Indemnizaciones
Agotada la v¨ªa penal, las familias de las v¨ªctimas reclamaron la responsabilidad patrimonial del Estado. Es decir, una indemnizaci¨®n.?
El instructor del expediente les di¨® la raz¨®n. Consider¨® que, aunque los militares deben afrontar ¡°los riesgos inherentes a su profesi¨®n¡±, la muerte de cinco de ellos, en tiempo de paz y en territorio nacional, no puede considerarse como ¡°un normal funcionamiento del servicio¡±. Se cre¨® ¡°una situaci¨®n de riesgo objetivo¡± y proced¨ªa indemnizar.
Pero Defensa prefiri¨® seguir el dictamen, no vinculante, del Consejo de Estado, seg¨²n el cual, con lo reconocido hasta ahora a la familia de uno de los suboficiales fallecidos, ya ¡°se ha producido la reparaci¨®n integral de los da?os causados¡±. ?Y a cu¨¢nto asciende la reparaci¨®n? No excesivamente pr¨®diga: 22.750 euros del seguro y una pensi¨®n mensual de 662,26 a cada progenitor.
Si los cinco militares hubiesen muerto en L¨ªbano, haciendo aquello para lo que se estaban entrenando, al menos sus familias habr¨ªan recibido, adem¨¢s del seguro y la pensi¨®n, una indemnizaci¨®n de 140.000 euros, en virtud de un decreto ley de 2004 que homolog¨® a los militares muertos en el exterior con las v¨ªctimas del terrorismo. Morir siempre es mala suerte; en Hoyo de Manzanares, peor.
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