Los otros

Los catalanes y los vascos siempre fueron los otros de una determinada concepci¨®n de Espa?a, y hay muchos catalanes que no concuerdan con la aventura soberanista de la lista Juntos por el S¨ª. Son los otros de un nosotros catal¨¢n hipostasiado los que no se ajustan a la pauta ¨²nica de una supuesta autenticidad nacional, los que no comulgan con la idea de que su identidad debe conducirles irreversiblemente a la independencia. Estos otros son los que aqu¨ª me interesan. Porque siento que su situaci¨®n no es nada f¨¢cil y se asemeja a un h¨ªbrido entre orfandad y des¨¢nimo. Porque se les bombardea con mensajes confusos desde las instancias pol¨ªticas y medi¨¢ticas de uno y otro lado del Ebro que s¨®lo contribuyen a aumentar su perplejidad ante las pr¨®ximas elecciones.

Desde una orilla se les dice que todo es posible, que ha llegado el momento de la verdad para Catalu?a, y que esta se concreta en el acceso a un Estado propio. Ahora o nunca. Nadie quiere ser aguafiestas y es dif¨ªcil hurtarse a lo que se presenta como un inexorable movimiento de la historia. M¨¢s todav¨ªa si puede tener consecuencias en el mundo de las relaciones personales. Desde Tocqueville sabemos, adem¨¢s, de la dificultad de disentir de lo que irrumpe a lomos de una mayor¨ªa aparente. Se acalla a los no convencidos y se les introduce en ¡ª?maravillosa met¨¢fora!¡ª la ¡°espiral del silencio¡±.

Desde la otra orilla, por el contrario, se afirma que todo eso es pura fantasmagor¨ªa. Todo son amenazas y el anuncio del apocalipsis. Tu destino no es la Dinamarca mediterr¨¢nea, sino ?Albania! Adem¨¢s, tranquilo, estas elecciones no son plebiscitarias por mucho que as¨ª se presenten, la ley ¡ªy Merkel¡ª te amparan, con lo cual se lanza un mensaje impl¨ªcito a la no movilizaci¨®n. ?Qu¨¦ incentivos tendr¨ªan para hacerlo si se les dice que todo eso no es m¨¢s que un simulacro sin consecuencias pr¨¢cticas? Nadie les ofrece un argumentario digno de este nombre que les permita salir airosos de las cenas familiares o con los amigos. Todo son referencias vagas a mantener el statu quo o un indefinido orden federal. Les falta una verdadera discusi¨®n sobre posibles terceras v¨ªas a la que poder adherirse. Una victoria de Mas, por tanto, se explicar¨ªa sobre todo por incomparecencia del adversario.

A los humanos nos gusta imaginarnos como seres binarios: de izquierdas o derechas, nacionalistas o no nacionalistas, blancos o negros. Pero todos sabemos que lo que predomina es una maravillosa gama de tonalidades de gris. El ¨¦xito del astuto Mas estriba en haber sabido conducir el conflicto en clave binaria. Sabe muy bien que este pa¨ªs sigue siendo taurino y que eso de entrar al trapo lo llevamos en los genes. Andreotti ten¨ªa raz¨®n, nos falta finura. La independencia de Catalu?a puede ser imposible, pero no porque lo diga la ley o Europa, sino por nuestros quinientos a?os de convivencia conjunta. Y porque Espa?a, Catalu?a y Europa somos plurales y as¨ª hemos de saber convivir. Si no, ?para qu¨¦ sirve la pol¨ªtica?