Por qu¨¦ se va Trini
La musa del zapaterismo ha resuelto irse cuando todav¨ªa puede decidirlo ella sin que nadie le se?ale amablemente d¨®nde est¨¢ la puerta

Ni por amor ni por desamor ni por terceras personas. Trini se va porque quiere. O eso dice ella, aunque en las relaciones largas nunca se sabe del todo qu¨¦ viene primero, si el efecto o la causa. Hay un momento en una pareja, por muy pol¨ªtica que sea, en la que una se da cuenta ¨ªntimamente de que los mejores tiempos han pasado. De que hay gente nueva que viene pisando fuerte los propios talones y todos los callos que sean precisos para situarse en primera l¨ªnea del inter¨¦s del otro, y una ya no tiene fuerzas, o ilusi¨®n, o ninguna de las dos cosas para competir con ellos. Trini lleva tiempo con esa sensaci¨®n en su propia casa y, herida por el desafecto ciudadano hacia los pol¨ªticos, una tarea que considera noble, ha resuelto irse cuando todav¨ªa puede decidirlo ella sin que nadie le se?ale amablemente d¨®nde est¨¢ la puerta. Se va a su manera. Sin portazos, sin despecho, sin m¨¢s terremoto que uno de sus golpes de flequillo para despejar el panorama y encarar lo que venga.
Se va a su manera. Sin portazos, sin despecho, sin m¨¢s terremoto que uno de sus golpes de flequillo para despejar el panorama y encarar lo que venga
Trinidad Jim¨¦nez, Trini desde el minuto uno para todo el que la conoce, da un paso atr¨¢s antes de que otros le pongan la zancadilla para adelantarla. La musa del zapaterismo. La que ofrec¨ªa el sal¨®n de su propia casa para las reuniones de aquellos j¨®venes socialistas que quer¨ªan relevar a la derrotada vieja guardia de Felipe Gonz¨¢lez. La concejala de Madrid, la diputada por M¨¢laga, la ministra de Sanidad que quit¨® a media Espa?a de fumar en los bares, la extitular de Exteriores abandona la pol¨ªtica antes de que la pol¨ªtica de los suyos la abandone a ella. Antes de ponerles en el compromiso de dejarle sitio en las listas por respeto a una pariente mayor muy querida en la familia, pero que ya pita como pitaba, ha preferido declinar ella la invitaci¨®n de compromiso.
Inicia ahora la segunda parte de su vida. Se acaba de casar por segunda vez despu¨¦s de un matrimonio fallido de juventud y muchos a?os de soledad elegida. Acaba de enterrar a su ¨ªntimo amigo y colaborador Pedro Zerolo, fallecido en plena madurez y culpable, quiz¨¢, de ese carpe diem que le ha dado de repente. Tiene 53 a?os. Una edad suficiente para hacer lo que quiere y no solo lo que cree que debe, teniendo a¨²n opciones en el mercado de segundas oportunidades. Aguantar c¨®modamente, quiz¨¢ demasiado c¨®modamente, instalada en su esca?o con su desahogado sueldo de diputada otra legislatura le hubiera supuesto plantarse en los 57 a?os, y ya se sabe a qu¨¦ edades prejubilan ah¨ª fuera no solo a las mujeres. Tiene una buena agenda de contactos de sus tiempos de ministra de Sanidad y de Exteriores. En estos cuatro meses, sopesar¨¢ caer en alguna de las tentaciones laborales que ha rechazado en otros momentos en que la pasi¨®n por la pol¨ªtica le cegaba los ojos para cualquier otra.
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