¡°On ¨¦s la carn?¡±
Desgraciadamente, la campa?a se mantiene en t¨¦rminos binarios: s¨ª o no a la independencia de Catalu?a
En los a?os ochenta, en los Estados Unidos, la cadena de comida r¨¢pida Wendy¡¯s lanz¨® una dura campa?a de publicidad contra su principal competidor, en la que mostraba una imagen de la hamburguesa estrella de estos y se preguntaba ¡°Where¡¯s the beef?¡± (?d¨®nde est¨¢ la carne?). En 1984 en las elecciones primarias para elegir al candidato del Partido Dem¨®crata a la presidencia, el que hab¨ªa sido vicepresidente de EE UU, Walter Mondale, increp¨® a su contrincante, Gary Hart, en un debate televisivo con la misma pregunta: ¡°Where¡¯s the beef?¡±, como queriendo demostrar su incapacidad para plantear propuestas interesantes.
Pasado ya el ecuador de la campa?a electoral al Parlamento de Catalu?a, me viene a la cabeza esa c¨¦lebre pregunta que han utilizado muchas veces en Am¨¦rica. ¡°On ¨¦s la carn?¡±, podr¨ªamos increpar a la mayor¨ªa de los l¨ªderes que participan en los m¨ªtines y los debates electorales.
Desgraciadamente, la campa?a se mantiene en t¨¦rminos binarios: s¨ª o no a la independencia de Catalu?a. Los candidatos se atacan entre s¨ª o a sus partidos olvid¨¢ndose de que son unas elecciones auton¨®micas. Y los l¨ªderes nacionales que acuden a esta comunidad a echar una mano, lanzan sus mensajes pensando en los comicios de fin de a?o que determinar¨¢n qui¨¦n gobierne en Espa?a a partir de 2016.
Es como si Artur Mas y sus socios se hubieran salido con la suya, convirtiendo unas elecciones auton¨®micas en un plebiscito sobre la secesi¨®n. Con ello, han conseguido dos cosas. En primer lugar, radicalizar el debate en su beneficio y etiquetar a los votantes entre verdaderos catalanes y traidores espa?olistas. Y, en segundo lugar, evitar que se haga balance de la legislatura y se planteen propuestas pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales al margen del proyecto de independencia.
Envolverse en la bandera, sea cual sea, es una vieja t¨¦cnica nacionalista utilizada a lo largo de la historia. Los s¨ªmbolos pueden esconder los programas ocultos, el populismo y, en muchos casos, la corrupci¨®n. En Catalu?a, la estelada est¨¢ tapando el 3%, los fort¨ªsimos recortes sociales y la falta de un proyecto pol¨ªtico real para el futuro de Catalu?a.
Adem¨¢s, mientras se echa la culpa al Estado y se ignoran las advertencias de las instituciones europeas, los principales l¨ªderes mundiales y los empresarios y banqueros catalanes y del resto de Espa?a, el sonido de los himnos y los colores de las banderas impiden conocer la realidad: que detr¨¢s de todo ello hay poco contenido, poca carne.
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