Canci¨®n triste de Barcelona street
Los catalanes no parecen en la calle inoculados ni coaptados por el virus de la independencia y s¨ª agobiados por la invasi¨®n tur¨ªstica
Desde Madrid se piensa que el clima pol¨ªtico, econ¨®mico, laboral y hasta sentimental en Catalu?a es irrespirable. Que el proceso independentista es una part¨ªcula contaminante inoculada a todos los catalanes. Desde ese pu?ado de trincheras aleda?as al barrio de las Letras, en la ensimismada capital de Espa?a, muchos pol¨ªticos, tertulianos y columnistas sentencian sin coger siquiera el AVE que Barcelona ha sido coaptada por unos cuantos irresponsables y visionarios que intentan tapar sus evidentes fallos en la gesti¨®n ¡°sobre los problemas reales de la gente¡± con sus iluminadas enso?aciones hacia el precipicio final.
Habr¨¢ algo de verdad en ello. Seguro. En Barcelona y otros municipios catalanes, adem¨¢s, es cierto, hay problemas. Recortes en hospitales, centros de salud, escuelas, transporte y otros servicios esenciales. Carencias menos visibles que en Galicia, por ejemplo. Para un gallego empotrado en la campa?a, en una primera impresi¨®n, y en una segunda¡ Catalu?a y Barcelona lo que dan es envidia. Parece una sociedad muy civilizada, estructurada y movilizada. No deber¨ªa admitirlo.
La propia organizaci¨®n milim¨¦trica, intergeneracional, festiva y espectacular de la Diada, montada por los 100.000 militantes de los colectivos ciudadanos ANC y Omnium, y durante casi todo un d¨ªa sobre la colapsada v¨ªa meridiana que circunda 5,2 kil¨®metros del centro de la ciudad, lo demuestra. Desde hace cuatro 11-S y sin ning¨²n incidente. Dan igual los millones de camisetas blancas que se vendieran sobre la V¨ªa Lliure.
El propio Artur Mas aparece en realidad bastante m¨¢s atrapado en esa madeja de movimientos e intereses ciudadanos que por otras bravatas y amenazas. Muchos medios de comunicaci¨®n y analistas de Madrid compiten en sus tribunas por el adjetivo m¨¢s grueso, el insulto m¨¢s zafio y la ocurrencia dial¨¦ctica m¨¢s vivaz pero en Catalu?a nadie les lee, ni escucha. Ese dial tambi¨¦n se desconect¨® hace mucho.
¡°El porcentaje de catalanes ilusos que a¨²n creen que puede haber alguna soluci¨®n con Espa?a no pasa del 10% aunque desde luego a¨²n no son mayor¨ªa los que quieren la independencia, pero denles tiempo y razones¡±, admite uno de los consejeros m¨¢s flem¨¢ticos de Mas que intent¨® construir al inicio de la legislatura alg¨²n puente inteligente y se lo derribaron a ca?onazos. Hace dos a?os que ya no descuelga esos tel¨¦fonos.
Catalu?a, ya se sabe, es la segunda comunidad tras Madrid en aportar recursos a la renta nacional y la d¨¦cima en recibir prestaciones. En la calle, en los cen¨¢culos y en los despachos catalanes, esa desproporci¨®n cabrea y tambi¨¦n no sentirse bien escuchados y s¨ª timados muchas veces por Espa?a. Ese sentimiento tambi¨¦n es ya irracional. No discutible. Madrid, Barcelona, Catalu?a, Espa?a, Pau y Piqu¨¦ son las banderas excluyentes de los forofos.
En las calles de Ciutat Vella, ese parque tem¨¢tico tur¨ªstico universal, el monotema no es el proceso. En las terrazas de las Ramblas, la Barceloneta o el puerto no caben f¨ªsicamente ya m¨¢s turistas. El fin de semana de la Diada llegaron 14 cruceros con 58.000 visitantes, m¨¢s que toda Cuenca. En los m¨¢s serios rankings internacionales de turismo, Barcelona figura en la posici¨®n 25 del mundo, con 5.524.000 turistas internacionales al a?o y Madrid, que duplica su poblaci¨®n estable, est¨¢ la 41, con un 1.300.000 menos. En las colapsadas esquinas del barrio G¨®tico lo que se habla es ingl¨¦s, alem¨¢n, italiano o franc¨¦s. Ni catal¨¢n ni espa?ol.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.