La ideolog¨ªa de las lenguas
El repetido eslogan de "una naci¨®n, una lengua", ha presentado al espa?ol como una lengua impuesta, colonizadora
El independentismo catal¨¢n se encamina hacia la ruptura sin que la Espa?a monoling¨¹e en castellano termine de asumir que las din¨¢micas de implosi¨®n del Estado auton¨®mico se nutren del conflicto ling¨¹¨ªstico centro-periferia desatado en nuestro pa¨ªs. Es como si el sistema mismo no hubiera entendido que los procesos secesionistas discurren en gran medida tras la senda de las pol¨ªticas ling¨¹¨ªsticas en las que la ideolog¨ªa se solapa con la pedagog¨ªa. Las ¨¦lites pol¨ªticas dominantes y buena parte de la poblaci¨®n tienen la asignatura pendiente de aceptar que el catal¨¢n, el gallego y el euskera son lenguas plenamente espa?olas, tan propias como el castellano. "Nuestro problema territorial es un problema esencialmente ling¨¹¨ªstico. Si desactivamos el problema ling¨¹¨ªstico, desactivaremos el problema territorial", sostiene el ensayista y diplom¨¢tico Juan Claudio de Ram¨®n.
Hay una ingenier¨ªa y una industria nacionalistas aplicadas a la interesada gesti¨®n en r¨¦gimen de casi monopolio de las lenguas auton¨®micas y hay dejaci¨®n e inhibici¨®n pol¨ªtica estatal, indiferencia y hasta desafecci¨®n hacia unas lenguas que a menudo son vistas m¨¢s como problema que como riqueza colectiva a defender y cuidar. Mucha gente obvia en nuestro pa¨ªs que millones de espa?oles sue?an y piensan en catal¨¢n, en euskera, o en gallego y que muchos de esos hablantes respaldan la causa secesionista porque se les ha convencido, a menudo desde sus instituciones, de que su lengua es menospreciada en el resto de Espa?a o corre el riesgo de extinguirse. ?Qu¨¦ hacer para que las lenguas, que no tienen la culpa de ser manipuladas e instrumentalizadas pol¨ªticamente, dejen de labrar el campo de la desuni¨®n y susciten el respeto y el afecto general. ?Por qu¨¦ nuestro pa¨ªs no encuentra las soluciones que s¨ª se han procurado otros pa¨ªses multiling¨¹es con problemas similares?
En Espa?a viene libr¨¢ndose una gran batalla no declarada por la ideolog¨ªa de las lenguas perif¨¦ricas que el Estado espa?ol pierde sistem¨¢ticamente por incomparecencia. Y lo parad¨®jico del caso es que ese Estado, condenado por los nacionalismos perif¨¦ricos, s¨ª hace formalmente sus deberes en la defensa y promoci¨®n de todas sus lenguas, aunque no ponga el coraz¨®n en el empe?o y se muestre ajeno al alto valor afectivo y simb¨®lico de las hablas perif¨¦ricas. "Hay ¨¢mbitos, como el judicial, en el que Espa?a no cumple las obligaciones de la Carta Europea; pero es un ¨¢mbito problem¨¢tico en todos los pa¨ªses. Espa?a asumi¨® los compromisos al m¨¢s alto nivel ¡ªlo que han hecho muy pocos pa¨ªses¡ª y su nivel de cumplimiento es de los m¨¢s altos aunque transmite la impresi¨®n de que ha dejado la cuesti¨®n en manos de las Comunidades Aut¨®nomas y que no es consciente de todo lo que se hace por su protecci¨®n e impulso ni lo asume como propio", atestigua Alberto L¨®pez Basaguren, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UPV, antiguo miembro del Comit¨¦ de Expertos en materia de pol¨ªticas ling¨¹¨ªsticas del Consejo de Europa e integrante del Consejo Asesor del Euskara. En el campo de las legitimidades nacionalistas, la l¨®gica "una naci¨®n, una lengua" ha ido ganando terreno de la mano de un discurso, soterrado o expl¨ªcito, que presenta al castellano como un idioma impuesto, colonizador, ajeno, al tiempo que trata de hacer de la lengua auton¨®mica la palanca con la que marcar la diferencia.
"La diferencia del lenguaje es el gran medio de preservarnos del contagio de los espa?oles y evitar el cruzamiento de las dos razas. Si nuestros invasores aprendieran el euskera tendr¨ªamos que abandonar ¨¦ste, archivando cuidadosamente su gram¨¢tica y su diccionario, y dedicarnos a hablar el ruso, el noruego o cualquier otro idioma desconocido para ellos, mientras estuvi¨¦semos sujetos a su dominio", dej¨® escrito el fundador del PNV, Sabino Arana, en 1894. Noventa a?os m¨¢s tarde, el bertsolari Xabier Amuriza, destacada figura de la izquierda abertzale, lanz¨® este verso que hoy sigue rebotando en los tuits : "Euskal Herrian euskara hitz egiterik ez bada, bota dezagun demokracia zerri askara" ("Si en Euskal Herria no se puede hablar euskara, echemos la democracia a los cerdos").
La lengua es el nervio de la naci¨®n" Jordi Pujol, expresidente de la Generalitat
La idea de que "la lengua [catalana] es el dep¨®sito del alma catalana", expresada por el fundador del nacionalismo catal¨¢n Prat de la Riba a finales del siglo XIX, late en la consideraci¨®n formulada por Jordi Pujol de que "la lengua es el nervio de la naci¨®n", pero tambi¨¦n en las declaraciones de su sucesor al frente de la Generalitat, el socialista Pasqual Maragall:"La lengua catalana es el ADN de Catalu?a".
En su ensayo Morte e Resurrecci¨®n (1932), el considerado patriarca de las letras gallegas Ram¨®n Otero Pedrayo estableci¨®: "A l¨ªngua, o primeiro. A l¨ªngua, forma psicol¨®xica da Raza ten de ser a primeira obligaci¨®n de todos. (...) Mellor unha Galicia probe falando galego que unha Galicia rica usando otra l¨ªngua". Y Ant¨®n Villar Ponte, figura del galleguismo de preguerra, sentenci¨® en sus Discursos ¨¢ naci¨®n galega: "A nosa l¨ªngua ¨¦ o cami?o de ouro da nosa redenci¨®n e do noso progreso; sin a l¨ªngua morreremos como pobo... somente co emprego da l¨ªngua propia, obra da naturaleza, poder¨¢ selo".
No son solo ecos de periclitados tiempos de aislamiento en los que las lenguas minoritarias estaban recluidas al ¨¢mbito familiar y a todo idioma se le atribu¨ªa la cualidad de impregnar a sus hablantes con un pensamiento propio, una cosmovisi¨®n particular espec¨ªfica, diferencial. Las movilizaciones "en defensa" de "la lengua" ¡ª20.000 gallegos se manifestaron en febrero con esa reivindicaci¨®n¡ª, son recurrentes en la Espa?a plural que contempla ensimismada y estupefacta c¨®mo las largas marchas por la independencia de Catalu?a y Euskadi contin¨²an su curso sin que la aplicaci¨®n de pol¨ªticas ling¨¹¨ªsticas m¨¢s y m¨¢s vigorosas y atrevidas haya aminorado el permanente sentimiento de agravio por los supuestos "ataques" estatales a la lengua. Y ya se ha visto que el nacionalismo catal¨¢n toca a rebato y llama al desacato mayor cuando los tribunales de Justicia cuestionan su pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica. Ese es territorio sagrado y quien ose hollarlo ser¨¢ expulsado a las tinieblas exteriores de la patria y cargar¨¢ con el sambenito de "facha" o "traidor".
"Desde la Transici¨®n democr¨¢tica, todos los Gobiernos centrales han optado por inhibirse en esta materia. No han puesto trabas a la rehabilitaci¨®n de las otras lenguas espa?olas, pero tampoco freno al menoscabo del biling¨¹ismo practicado por Gobiernos de signo nacionalista", indica Merc¨¨ Vilarrubias, catedr¨¢tica de Lengua Inglesa en la Escuela Oficial e Idiomas Drassanes de Barcelona. Hay resistencia monoling¨¹e en castellano a aceptar el biling¨¹ismo y efervescencia militante contraria al castellano. En Galicia, donde la pr¨¢ctica totalidad de la poblaci¨®n es biling¨¹e, adquiere perfil propio la figura del "neohablante", trasunto del euskaldunberri vasco, personas que, pese a su pobre dominio del idioma, deciden desplazar su lengua materna castellana y hablar de manera prioritaria en gallego, incluso con personas que prefieren expresarse en espa?ol. "Existe una permanente tensi¨®n entre una ideolog¨ªa emancipadora del gallego, que puede alcanzar la defensa de un monoling¨¹ismo en esta lengua, y otra que se caracteriza por la defensa de una mayor castellanizaci¨®n", describe Fernando Ramallo, profesor de Ling¨¹¨ªstica de la Universidad de Vigo y miembro del Comit¨¦ de Expertos del Consejo de Europa.
La lengua es un factor fuerte de identidad pero no ofrece ninguna cosmovisi¨®n" Sara Berbel, psic¨®loga?
Aunque la causa general de la independencia se refuerza argumentalmente con invocaciones obligadas a un futuro de mayor y mejor desarrollo econ¨®mico y social, los nuestros no dejan de ser nacionalismos ling¨¹¨ªsticos, deudores de la obsesi¨®n identitaria rom¨¢ntica que cre¨ªa en un patrimonio espiritual sagrado inmemorial: un alma, un car¨¢cter, una cosmovisi¨®n, una manera de ser colectiva... transmitida de generaci¨®n en generaci¨®n. "Existe la tentaci¨®n de explicar la psicolog¨ªa nacional, cultural o social a partir de las distinciones del vocabulario de una lengua pero en una comunidad ling¨¹¨ªstica no existe una cultura ¨²nica", explica Jos¨¦ Antonio D¨ªaz Rojo, del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). De hecho, como argumenta el propio D¨ªaz Rojo, una profesora chilena, un labrador castellano, un artista uruguayo, un obrero argentino o un ejecutivo mexicano no tienen por qu¨¦ compartir la misma visi¨®n sobre la familia o las relaciones sociales, por ejemplo.
"La lengua es un factor fuerte de identidad pero no ofrece ninguna cosmovisi¨®n. Es, justamente, al rev¨¦s. Lo que hace la lengua es reflejar, vehicular, los valores culturales. Por eso los esquimales tienen 17 maneras de decir nieve y blanco, por eso la lengua alemana da m¨¢s valor a los conceptos filos¨®ficos y el ingl¨¦s a la practicidad de las cosas", se?ala la psic¨®loga catalana Sara Berbel. "Que yo carezca de una palabra para designar el olor del metro a la hora punta o el olor de la hierba reci¨¦n cortada no quiere decir que confunda ambas experiencias. Aceptar que la lengua fundamenta la naci¨®n deja fuera a la mayor parte de los catalanes que tienen como lengua materna al castellano. Y por lo dem¨¢s, desde el punto de vista de la identidad parecen m¨¢s relevantes otras circunstancias como el sexo, la clase social y hasta las condiciones ambientales", indica F¨¦lix Ovejero, doctor en Ciencias Econ¨®micas por la Universidad de Barcelona.
Y, sin embargo, la convicci¨®n de que la lengua es el basamento de la identidad con que se construye la naci¨®n y que toda naci¨®n por el hecho de serlo tiene derecho a la independencia sigue estando bien presente en los esquemas mentales nacionalistas. ?Habr¨ªa que dotar de Estado propio a cada una de las m¨¢s de 6.700 lenguas que sobreviven en el mundo? ?Qu¨¦ pasar¨ªa en Europa que cuenta hoy con 225 lenguas y 49 Estados? De los dos centenares de Estados existentes, solo 25 pueden ser considerados ling¨¹¨ªsticamente homog¨¦neos entendiendo como tales a aquellos en los que el 90% de la poblaci¨®n habla la misma lengua. Conviene tener en cuenta que en Bosnia Herzegovina compartir la lengua no impidi¨® a la gente matarse por razones ¨¦tnico-pol¨ªtico-religiosas y que existen nacionalismos de Estado latinoamericanos que hablan la misma lengua que sus vecinos.
Frente al componente originalmente ¨¦tnico, racial, del nacionalismo vasco, el catal¨¢n se signific¨® siempre como un modelo culturalista permanentemente sustentado en la lengua, aunque, como proclamaba Sabino Arana, de lo que se trata es de marcar la diferencia, tarea en principio harto complicada en un viejo solar como el espa?ol altamente transitado a lo largo de su historia. De hecho, los Garc¨ªa, Mart¨ªnez, L¨®pez, S¨¢nchez, Rodr¨ªguez, Fern¨¢ndez, P¨¦rez, Gonz¨¢lez..., tan poco presentes en las nomenclaturas y candidaturas electorales nacionalistas catalanas, son los apellidos que m¨¢s abundan en esa comunidad.
Albert Branchadell, ling¨¹ista respetado en una disciplina que, como la de la Historia, est¨¢ siendo muy trabajada por militantes nacionalistas, explica que lo que pasa en Espa?a es un caso t¨ªpico de cruce de modelos. "Desde el siglo XIX y muy especialmente durante el franquismo, Espa?a sigui¨® el modelo denominado de nation building dirigido a unificar ling¨¹¨ªsticamente a la sociedad a base de eliminar m¨¢s o menos sutilmente las lenguas diferentes del castellano. Frente a ese modelo se alz¨® el modelo "preservacionista" de las lenguas minoritarias, primero en Catalu?a y despu¨¦s en el resto de las hoy comunidades aut¨®nomas. Lo que ha sucedido despu¨¦s es que los preservacionistas (especialmente los catalanes) han adoptado t¨¦cnicas de "nation building" en su propia pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica y el catal¨¢n ser¨ªa ahora una lengua dispuesta a desplazar al castellano como lengua de comunicaci¨®n inter¨¦tnica, afirma Albert Branchadell". Aunque las lenguas perif¨¦ricas son oficiales en sus respectivas comunidades, la meta del biling¨¹ismo por el que clamaba la izquierda catalana est¨¢ siendo sustituida por las tendencias monoling¨¹es y la inmersi¨®n educativa obligatoria en catal¨¢n, mientras parte de la intelectualidad migra hacia el independentismo.
"La hegemon¨ªa nacionalista ha logrado establecer un marco conceptual ideologizado en el que pronunciar la palabra Espa?a llega a hacerte sospechoso de estar vinculado a posiciones de derechas o de ser nacionalista espa?ol", afirma el escritor y periodista Antonio Santamar¨ªa, autor del libro Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya. De los or¨ªgenes al giro soberanista, ?c¨®mo han resuelto otros pa¨ªses estas pulsiones ling¨¹¨ªsticas que tanto descolocan a las izquierdas espa?olas? "Legislando, involucr¨¢ndose en el problema, asumiendo verdaderamente como propias las lenguas perif¨¦ricas, no permitiendo que los nacionalismos asuman en exclusiva su representaci¨®n, defensa y gesti¨®n", se?ala Merc¨¦ Vilarrubias, autora del trabajo Sumar y no restar. No est¨¢ sola en ese planteamiento. Tambi¨¦n Juan Claudio de Ram¨®n cree que el Estado debe rendir tributo a la pluralidad ling¨¹¨ªstica espa?ola elevando el catal¨¢n, el gallego y el vasco al rango de lenguas de Estado, de forma que se puedan usar en las instituciones comunes, como ya ocurre con el Senado, e incorporarlas a los s¨ªmbolos estatales. Al mismo tiempo, se trata de deslindar claramente los derechos de los usuarios y las obligaciones de las Administraciones.
"Hace falta una ley de lenguas porque no tenemos una legislaci¨®n estatal clara en esta materia y eso obliga a los tribunales a suplir el vac¨ªo de forma alambicada puesto que tienen que amparar los derechos ciudadanos pero no quieren tumbar leyes auton¨®micas. El Estado deber¨ªa tambi¨¦n hacer expl¨ªcito lo que ya hace ahora. Todos los documentos que expiden las terminales del Estado: DNI, libros de familia, pasaportes, etc¨¦tera son ya biling¨¹es. El BOE se traduce a las lenguas cooficiales, subvenciona las industrias culturales en catal¨¢n, gallego y euskera, sufraga una televisi¨®n y una radio p¨²blicas en catal¨¢n, promueve esas lenguas en el exterior a trav¨¦s del Instituto Cervantes... Crear una Administraci¨®n tetraling¨¹e ser¨ªa absurdo pero Espa?a necesita imperiosamente hacer valer sus m¨¦ritos y hablar las cuatro lenguas en las ocasiones solemnes, ser consciente de la importancia integradora del elemento simb¨®lico y sentimental", propone Juan Claudio de Ram¨®n.
Parece claro que cualquier reforma, constitucional o no, que pretenda evitar el descarrilamiento y fractura del Estado tendr¨¢ que abordar este asunto, vital para la convivencia entre los espa?oles. La tarea es desterrar el fundamentalismo ling¨¹¨ªstico, evitar la guerra entre las lenguas y fundir la Espa?a com¨²n con la Espa?a plural.
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