Los traductores abandonados de Afganist¨¢n
Los int¨¦rpretes de las tropas espa?olas reciben el mismo trato que cualquier refugiado y malviven, incapaces de encontrar un empleo
En el piso de Vallecas que comparten cuatro traductores afganos se respira rabia, pero sobre todo incredulidad. Los j¨®venes licenciados apenas pueden creerse que su decisi¨®n de trabajar para las tropas espa?olas en Afganist¨¢n les fuera a condenar a?os m¨¢s tarde a la lucha por la subsistencia. No pueden volver a su pa¨ªs, porque est¨¢n amenazados de muerte. Aqu¨ª, se sienten abandonados a su suerte. ¡°So?¨¢bamos con venir a Europa, pero nunca nos imaginamos que esto iba a ser as¨ª. Nos han dejado tirados¡±, arranca Daryuush Mohammadi, un traductor de 24 a?os, que trabaj¨® tres y medio para con los soldados espa?oles. Como el resto, tiene garantizado el asilo, pero el problema ahora, como para el resto de refugiados es la subsistencia tras los primeros meses de acogida. ¡°Si Espa?a no puede atendernos, que nos borren las huellas dactilares que nos atan aqu¨ª y que nos dejen irnos a otro pa¨ªs¡±, pide.
El caso de los traductores logr¨® movilizar a la sociedad espa?ola hace casi dos a?os, tras el fin de la misi¨®n espa?ola en Afganist¨¢n. A trav¨¦s de una campa?a, decenas de miles de firmantes pidieron al Ministerio de Defensa que concediera asilo a los int¨¦rpretes que trabajaron con las tropas espa?olas, como hicieron otros aliados. Finalmente, la protecci¨®n internacional lleg¨® para una treintena de interpretes ¨Chasta 41 personas sumando a sus familiares-, seg¨²n los datos del Ministerio de Defensa.
Lo que no imaginaban los refugiados afganos eran las penurias a las que se iban a enfrentar en su pa¨ªs de acogida. Su historia destila ingratitud e injusticia, pero a la vez ilustra los obst¨¢culos, a menudo insuperables, a los que se enfrenta cualquier refugiado en Espa?a tras los primeros meses de acogida en los centros. Encontrar trabajo y desarrollar una vida aut¨®noma en un pa¨ªs con un desempleo rampante y en el que aterrizan traumatizados y sin colch¨®n familiar para ellos una quimera.
Mohammadi explica que empez¨® a trabajar en 2010 para el Ej¨¦rcito espa?ol como int¨¦rprete. Fueron tres a?os y medio acompa?ando a las tropas en Kabul, Herat y Badghis, en la base de Qala e Naw. Una de sus actividades consist¨ªa en formar parte de la avanzadilla, para despejar el terreno a las patrullas. Sobrevivi¨® a campos minados, a emboscadas y explosiones.
En el oto?o de 2013 termin¨® la misi¨®n, pero a esas alturas los traductores ya ten¨ªan claro que quedarse en Afganist¨¢n no era una opci¨®n. Ellos y sus familias recib¨ªan amenazas de muerte de los insurgentes. Mohammadi empez¨® a cambiar de domicilio cada semana. A¨²n as¨ª, asediaban a su familia con cartas y llamadas: ¡°Si no te entregas, te mataremos nosotros¡±. ¡°En Afganist¨¢n existe la convicci¨®n de que los que trabajan con extranjeros se convierten a sus creencias¡±, explica Mohammadi.
Tras meses de incertidumbre, un avi¨®n les trajo finalmente a Espa?a. Aqu¨ª ingresaron en centros de acogida, como el resto de demandantes de asilo. ¡°Son refugiados ordinarios, que reciben el mismo trato que el resto¡±, explica un portavoz de Cruz Roja, la organizaci¨®n encargada de la acogida. Mohammadi y su compa?ero de piso Mohammmad Shuaib pasaron siete meses en un centro de refugiados en Madrid, del que salieron hace cuatro meses. Desde entonces, han recibido 370 euros al mes, con los que pagan el piso y aseguran que comen una vez al d¨ªa. El 15 de septiembre les anunciaron el fin de la ayuda, seg¨²n cuenta Mohammadi.
Los hijos y la mujer de Shuaib se han quedado en Afganist¨¢n. La idea inicial era que vinieran en cuanto ¨¦l lograra asentarse en Espa?a, pero la realidad ha hecho que Shuaib se lo replantee. ¡°No quiero que mis hijos vengan. ?Para qu¨¦? ?Para dormir en la calle?¡±, se pregunta este hombre que explica que trabaj¨® con el grupo de ingenieros, de zapadores que desactivaban explosivos por todo el pa¨ªs.
El coronel Luis Herruzo fue agregado de Defensa de la embajada de Espa?a en Afganist¨¢n (2006-2007 y 2009-2013) y conoce de aquella ¨¦poca a algunos de los traductores con los que todav¨ªa mantiene contacto. Herruzo piensa que los traductores podr¨ªan desempe?ar trabajos de mediaci¨®n sociocultural con otros refugiados en Espa?a, ya que hablan el idioma y conocen la cultura tras a?os de convivencia con espa?oles. ¡°Hicieron una labor muy buena. Se expon¨ªan a los mismos peligros que los soldados. Cuando hab¨ªa un ataque, all¨ª estaban. Pero ahora, en general, est¨¢n todos en una situaci¨®n mala. Lo tienen muy complicado en el mercado laboral espa?ol¡±.
Ashabadin Jallali, otro de los traductores, que ha conseguido trabajo en un restaurante de kebab por 350 euros al mes, asegura que apenas seis de los traductores tienen como ¨¦l un empleo, pero precisa que son tambi¨¦n muy precarios. Desde el centro de refugiados de Sevilla, Din Mohammad explica que los ocho compa?eros que viven con ¨¦l ¨Ccuatro de ellos con familias- est¨¢n desempleados, que el mes que viene tendr¨¢n que dejar esa vivienda provisional y que ahora tratan de que alguna ONG les ayude. ¡°En otros pa¨ªses les han dado una vida digna. Que nos den por lo menos la nacionalidad para podernos ir¡±, pide por tel¨¦fono.
En Kabul te matan con una bala, aqu¨ª te mata el hambre¡±, dice Shuaib.
Shuaib y Mohammadi no salen de casa sin un fajo de folios debajo del brazo. Son los curr¨ªculos que van dejando en bares, en f¨¢bricas, donde sea. Cuelgan tambi¨¦n su experiencia de vida en la Red, en InfoJobs y en Linkedin. Pero de poco les ha servido. En los ¨²ltimos cuatro meses, Mohammadi solo ha conseguido un empleo durante dos d¨ªas a trav¨¦s de una empresa de trabajo temporal para cargar y descargar cajas. Shuaib ni eso.
¡°Nuestras familias esperaban otra cosa de nosotros, pensaron que les podr¨ªamos enviar algo¡±, confiesa el joven Mohammadi, licenciado en trabajo social y en filolog¨ªa hisp¨¢nica. Habla dari, urdu, past¨²n, ingl¨¦s y espa?ol. ¡°Ahora me voy a ver mendigando en la calle. Pedimos que nos quiten las huellas y que nos dejen irnos a otro pa¨ªs. Que nos digan por escrito que no nos pueden ayudar, para podernos marchar¡±. Llega la hora del almuerzo en el piso de Vallecas. Cuentan que la ¨²ltima vez que comieron fue hace 24 horas, que solo pueden permitirse una comida al d¨ªa. ¡°En Kabul te matan con una bala, aqu¨ª te mata el hambre¡±, dice Shuaib.
¡°So?¨¢bamos con venir a Europa, pero no imaginamos que iba a ser as¨ª. Nos han dejado tirados¡±, piensa Mohammadi
El portavoz de Cruz Roja no puede confirmar los datos que ofrecen los traductores, por razones de privacidad, pero considera que sus casos encajan perfectamente con la realidad de cualquier refugiado en Espa?a. Indica adem¨¢s, que cuando se acaban las ayudas y si persiste la necesidad, podr¨ªan pasar a los programas de exclusi¨®n social, para personas con extrema necesidad.
En la otra punta de la ciudad, en Alcobendas, vive Jallali, de 27 a?os, el traductor que sirve kebabs. A los nueve meses de estar en el centro de acogida se acab¨® su programa. En un bar que sirve kebabs le contrataron de aprendiz durante tres meses sin cobrar un duro. Ahora trabaja entre 15 y 18 horas al d¨ªa por unos 350 euros al mes. Este hombre, que pas¨® cuatro a?os con las tropas espa?olas, vive en una habitaci¨®n que le ha alquilado una familia ecuatoriana y maldice el d¨ªa en que decidi¨® trabajar para el ej¨¦rcito espa?ol. Ahora se plantea volver a su pa¨ªs. ¡°Prefiero que me maten los terroristas a que me mate esta vida¡±, dice Jallali, que tambi¨¦n ha dejado a la familia en el norte de Afganist¨¢n, donde sufre amenazas por Facebook y por tel¨¦fono. ¡°Mi familia deber¨ªa venir o mudarse al menos a otra provincia, pero no nos lo podemos permitir. Cualquier d¨ªa les matan y yo aqu¨ª, sin poder hacer nada. Nos han tirado a la calle como a cualquier inmigrante¡±.
Ninguna relaci¨®n con Defensa
Un portavoz del Ministerio de Defensa espa?ol explica que trajeron a los int¨¦rpretes en vuelos militares de relevo el a?o pasado y que todos ya tienen la protecci¨®n internacional. Asegura que una vez en Espa?a ¡°siguen el mismo procedimiento que cualquier refugiado¡±. Pero sobre todo insiste en que Defensa no es competente en materia de asilo y refugio. ¡°Oficialmente no tenemos ninguna relaci¨®n con ellos¡±. A¨²n as¨ª, indica que a trav¨¦s de C¨¢ritas castrense han proporcionado alguna ayuda y que en Herat, al oeste de Afganist¨¢n, han ofrecido prolongar los contratos a alg¨²n traductor que ha querido quedarse.
Otros pa¨ªses aliados se enfrentan a dilemas similares a los de Espa?a. El pasado agosto, un traductor que trabaj¨® para los brit¨¢nicos, muri¨® a manos de los talibanes cuando intentaba huir con un traficante de personas. Richard Dannatt, exjefe del Estado mayor del Ej¨¦rcito brit¨¢nico ha lanzado recientemente una petici¨®n al Gobierno para que sea ¡°m¨¢s generoso y tenga el coraz¨®n m¨¢s abierto¡± con los j¨®venes afganos que sirvieron en el frente junto a los brit¨¢nicos. Preguntada la OTAN, explica que los visados y el procedimiento de asilo a los civiles afganos que han trabajado en misiones de la Alianza Atl¨¢ntica en Afganist¨¢n son un asunto de competencia nacional. ¡°Los beneficios que reciban los fijar¨¢ tambi¨¦n cada pa¨ªs¡±, indica la OTAN por correo electr¨®nico.
Mohammadi moreno y menudo, est¨¢ cansado de intentar comprender la l¨®gica burocr¨¢tica y simplemente ha concluido que le han abandonado a su suerte. Si alg¨²n d¨ªa la vida volviera a sonre¨ªrle, le gustar¨ªa apuntarse a un m¨¢ster en relaciones internacionales. ¡°Ahora no puedo pensar en estudiar, dedico toda mi energ¨ªa a sobrevivir. Estoy desesperado¡±.
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