Mariano Rajoy, ¡®Inaugurator¡¯
El presidente extrema la pol¨ªtica de inauguraciones haciendo campa?a e inculcando la pedagog¨ªa territorial en la crisis catalana
La destreza de Mariano Rajoy con las tijeras y las cintas no resultar¨ªa sospechosa si no fuera porque ha protagonizado m¨¢s inauguraciones en estas tres ¨²ltimas semanas que en cuatro a?os de legislatura, incurriendo incluso en las complicaciones iconogr¨¢ficas que implican retratarse delante de un pantano a la usanza de los reportajes del NO-DO.
Ha sucedido hoy en el embalse de San Salvador (Huesca), atribuy¨¦ndose Rajoy los honores de una obra de ingenier¨ªa que se remonta a diez a?os y que proporcionaba al presidente del Gobierno la oportunidad de redundar en su repertorio de pedagog¨ªa territorial, precisamente porque el proyecto h¨ªdrico en cuesti¨®n abastece a los vecinos de Catalu?a y abastece de pretextos al ideario del l¨ªder popular: ¡°Queda patente el principio de solidaridad que a todos nos une" (...) "Todos estamos llamados a ser solidarios, todos somos receptores de la solidaridad (...) El di¨¢logo, la voluntad de entendimiento y el sentido com¨²n son capaces de allanar el camino a proyectos que nos benefician¡±.
El rapsoda que le escribe los discursos ha demostrado haberse instruido en materia de met¨¢foras, alegor¨ªas y extrapolaciones sobre la inviolabilidad y la cohesi¨®n peninsulares. M¨¢s a¨²n cuando el presidente del Gobierno parece convencido de que las inauguraciones sugestionan en el electorado el mensaje del trabajo bien realizado y cumplido. No digamos ya si demuestran la utilidad de un trecho de autopista entre Linares e Ibros (A-32), el beneficio de un tramo pendiente de la A-7 andaluza, los honores de una estaci¨®n del AVE en Le¨®n y las virtudes de puente ¡°hist¨®rico¡± en C¨¢diz cuyo presupuesto (511 millones) se nos fue de las manos, es verdad, con un retraso de cuatro a?os.
He aqu¨ª el inventario de las obras principales que Mariano Rajoy, de momento, ha inaugurado desde el 24 de septiembre por tierra, mar y aire, aunque la campa?a de imagen y de ubicuidad en los cuatro puntos cardinales se resiente de un l¨ªmite inapelable: el 26 de octubre.
Ocurre as¨ª porque la Junta Electoral proh¨ªbe ¡°actos de inauguraci¨®n, de colocaci¨®n de primeras piedras u otros actos de presentaci¨®n relativos a obras, edificios o servicios p¨²blicos 55 d¨ªas antes de la cita con las urnas¡±.
Se antoja interesante la aclaraci¨®n en cuanto define con claridad la relaci¨®n que existe entre la propaganda y las inauguraciones, especialmente cuando Rajoy las aprovecha para trasladar mensajes expl¨ªcitos o impl¨ªcitos a la opini¨®n p¨²blica catalana. Le hemos escuchado ponderar el principio vertebrador del ferrocarril. Nos ha abrumado con la cremallera ret¨®rica que hermana Algeciras con La Junquera. Y le ha sido inevitable aludir al puente de la Constituci¨®n de C¨¢diz como una alegor¨ªa del esfuerzo colectivo.
¡°Esta obra va a ser un recordatorio permanente para todos los grandes logros que somos capaces de conseguir los espa?oles (...) Los puentes unen territorios, conectan personas, estimulan intercambios, abren al mundo y acercan a todos al tiempo que permiten plantear nuevos horizontes".
Se acuerda uno entonces de Bienvenido Mr. Chance y del personaje de la novela de Jerzy Kosinski que recurre a expresiones de jardiner¨ªa sin imaginar ni pretender que se las vayan a interpretar como met¨¢foras pol¨ªticas, hasta el extremo de convertirse el humilde jardinero en un sabio de referencia, en un gur¨² que retrata la impostura circundante.
Mariano Rajoy no es Mr. Chance -no por falta de suerte-, pero su repertorio de alegor¨ªas territoriales ha alcanzado extremos inconcebibles. Por ejemplo cuando visit¨® el complejo dolm¨¦nico de Antequera -17 de septiembre- y mencion¨® tambi¨¦n all¨ª, en plena refriega catalana, que el espacio arqueol¨®gico en cuesti¨®n nos permit¨ªa ¡°profundizar en el conocimiento de nuestro pasado y nuestra identidad¡±. Como si ya fu¨¦ramos espa?oles en la edad del cobre. Y como si bebi¨¦ramos el mismo agua a semejanza del pantano de San Salvador.
Acusa el presidente al movimiento independentista de manipular la historia a su favor, pero la arbitrariedad de fundar la identidad hace dos milenios y medio representa una proeza que Aznar ni siquiera hubiera osado.
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