La condena
La crisis que ha llevado a la dimisi¨®n de Arantza Quiroga tiene ra¨ªces pol¨ªticas y organizativas anteriores, pero se agudiza tras la sesi¨®n de control celebrada el 2 de octubre
La crisis que ha llevado a la dimisi¨®n de Arantza Quiroga tiene ra¨ªces pol¨ªticas y organizativas anteriores, pero se agudiza tras la sesi¨®n de control celebrada el 2 de octubre. Ese d¨ªa, la presidenta del PP vasco plante¨® al lehendakari la necesidad de desbloquear la ponencia de paz y convivencia, paralizada por falta de acuerdo entre la mayor¨ªa de los grupos y el que integra a la izquierda abertzale sobre el suelo ¨¦tico que todos deb¨ªan asumir y que inclu¨ªa la condena de toda la trayectoria de ETA. Propuso para ello una reformulaci¨®n de dicha ponencia que facilitara la integraci¨®n en la misma del grupo de EH Bildu. E invoc¨® en favor de su iniciativa las novedades que cre¨ªa percibir en un art¨ªculo firmado por el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, en el que pod¨ªa leerse que "a nuestros hijos e hijas les contaremos que la violencia es siempre el peor camino. Incluso cuando uno piensa que no hay otra v¨ªa". Quiroga y un grupo reducido de dirigentes redactaron una moci¨®n que inclu¨ªa la sustituci¨®n de la expresi¨®n "condena del terrorismo" por "rechazo expreso de la violencia". Aunque en el ¨²ltimo momento se introdujo una referencia a la "desle-gitimaci¨®n definitiva del terrorismo", el texto fue interpretado dentro y fuera del partido como una concesi¨®n. Lo que forz¨® su retirada, con una explicaci¨®n confusa: que los abertzales estaban presentando la propuesta como una victoria suya.
Sortu y dem¨¢s herederos de Batasuna no son todav¨ªa partidos como los dem¨¢s; pero las condiciones para que lo sean no podr¨¢n ser las mismas que cuando ETA mataba y ellos justificaban. Cuando, en tiempos del plan Ibarretxe, la izquierda abertzale promet¨ªa utilizar solo medios pol¨ªticos y democr¨¢ticos se le respond¨ªa exigi¨¦ndole desligarse de ETA. Tras el cese del terrorismo, lo que se les pide es que convenzan a la banda para que entregue las armas y se disuelva.
Condenar y rechazar son t¨¦rminos casi sin¨®nimos y en todo caso lo que se quiere evitar ¡ªun relato que blanquee la historia de ETA¡ª, no depende de cu¨¢l de ellos se emplee. La continuidad con su pasado se expresa hoy en la pretensi¨®n de condicionar el desarme y la disoluci¨®n a una negociaci¨®n con contrapartidas pol¨ªticas como la retirada de las fuerzas de seguridad del Estado de territorio vasco. Eso es lo que, m¨¢s all¨¢ de las palabras, impide el acuerdo. La exigencia p¨²blica por parte de Sortu y compa?¨ªa de renuncia de ETA a esa negociaci¨®n es la forma m¨¢s realista de deslegitimaci¨®n de su pasado, principal garant¨ªa de que no volver¨¢.
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