En el d¨ªa de los Premios
Al dar los premios, Asturias se otorga en realidad un premio a s¨ª misma
Hoy, miles de asturianos saldr¨¢n a la calle en Oviedo para defender a sus premios. Durante esta semana otros miles, buena parte de ellos j¨®venes, han participado en las actividades organizadas con los galardonados en distintos lugares de Asturias. Han abarrotado los auditorios, salones de actos e incluso viejas iglesias para escuchar a los premiados, ver sus pel¨ªculas, acercarse a su trabajo e ideas y agradecerles todas las emociones que han sentido en soledad a lo largo de sus vidas ejemplares. Son la expresi¨®n del compromiso de nuestros galardones, que traspasan fronteras y llevan al mundo la idea de una Espa?a convencida de que la cultura nos hace libres, nos dignifica y engrandece.
En el teatro Campoamor de la capital asturiana se cierra con su entrega el intenso trabajo del equipo de la Fundaci¨®n de todo un a?o que consigue transformar la capital de Asturias por unos d¨ªas, cuando hierven las librer¨ªas con los ejemplares de los premiados en Comunicaci¨®n, Humanidades y Letras, muchas tiendas se engalanan para dar la bienvenida a los Reyes a la ciudad, los taxistas no dan abasto para atender a sus clientes y las confiter¨ªas venden como en ning¨²n momento del a?o los bombones, especialidad de la ciudad.Mientras, en el pueblo de Colombres, elegido Pueblo Ejemplar de Asturias, esperando a los Reyes, sus vecinos embellecen a¨²n m¨¢s al pueblo, saben lo que han hecho unidos en defensa de valores irrenunciables. Son gestos voluntarios de un pueblo agradecido por sentirse importante, culto y querido.
Al dar los premios, Asturias se otorga en realidad un premio a s¨ª misma. Esta tierra se vuelve mejor tras escuchar a los premiados. Importar¨¢, por supuesto, lo que se ha realizado, pero a¨²n es m¨¢s vital que d¨ªas como el de hoy se sigan repitiendo. Un d¨ªa espl¨¦ndido para sentirse feliz por haber cumplido con la promesa hecha: lograr que toda una sociedad viva de acuerdo a un horizonte de sue?os e ideales, siguiendo el ejemplo de los premiados, de los que han hecho de sus vidas un ideal sacrificado, noble y alto. Ese es el alma de nuestros Premios, su misi¨®n y su compromiso. Hacer el bien a todos y el mal a nadie, como proclam¨® nuestro don Quijote.
Siempre que me encuentro en el teatro ante los premiados de cada edici¨®n y escucho con muy sentida emoci¨®n ense?anzas e ideas que han se?alado y enriquecido mi vida, no puedo evitar el recuerdo de haber nacido en una ¨¦poca en la que Espa?a estaba marcada por la pobreza y la ausencia de libertad, secuestrada por una dictadura vengativa y tosca; esa ¡°larga noche de piedra¡±, como la defini¨® el gran poeta Celso Emilio Ferreiro. Nac¨ª en Moreda de Aller, en la cuenca minera, en aquella Asturias traspasada por el hambre y por el fr¨ªo, donde hab¨ªa luto interminable pero no hab¨ªa l¨¢grimas porque, dec¨ªan, los mineros no lloran. Lo escrib¨ª en mi poema Una tierra, una patria, un alma y lo tengo presente, m¨¢s si cabe en d¨ªas como el de ma?ana.
A¨²n hoy conviene recordar aquel pa¨ªs que no me permiti¨® probar el pan blanco hasta los siete a?os, y donde en el fr¨ªo y h¨²medo dep¨®sito del cementerio de mi pueblo vi el cad¨¢ver de un guerrillero muerto a balazos. Y recuerdo a los j¨®venes guardias civiles que se disfrazaban para salir de noche a guardar heroicamente polvorines y minas. He visto tambi¨¦n aut¨¦nticos actos de indignaci¨®n y rebeld¨ªa: a un minero reci¨¦n salido del trabajo romper el papel de su n¨®mina del mes, con una cifra miserable, y tir¨¢rselo a la cara al enviado del due?o de la empresa. Los mineros entonces exig¨ªan maestros y libros para sus hijos, y la bandera sindical a media asta, casi a diario, en se?al de duelo por la muerte de alg¨²n trabajador en el pozo. Eran a?os de fr¨ªo que provocaban saba?ones en los ni?os ante la mirada de maestros pobres y ejemplares que nunca he olvidado, donde continuaba la peor guerra de todos, que fue nuestra guerra civil, por ser del pueblo contra el pueblo. Faltaban a¨²n a?os para que Espa?a fuera devuelta a los espa?oles. Como escribi¨® Norberto Bobbio, una dictadura corrompe el ¨¢nimo de los hombres, los conduce a la hipocres¨ªa, a la mentira y al servilismo.
Y como viv¨ª todo aquello, la casi total extinci¨®n de la vida intelectual, del dominio de la propaganda y la persecuci¨®n a la verdad, proclamo con energ¨ªa que quiero una Espa?a limpia, creadora, libre y fraterna. Un pa¨ªs en el que, como desean los Premios desde hace m¨¢s de 35 a?os, podamos celebrar el triunfo de la inteligencia, el reconocimiento del trabajo bien hecho, la primac¨ªa de la generosidad y el altruismo, representados en nuestros galardonados, un ejemplo para todos. S¨®lo es posible un proyecto como el de los Premios Princesa de Asturias en un ¨¢mbito de libertad, de concordia, de generosidad, de miradas altas y lejanas. La libertad es el supremo bien del hombre, como dej¨® escrito uno de mis poetas, Miguel Torga. Tengo muy claro que gracias a que nuestra Fundaci¨®n naci¨® en un ambiente de libertad, a lo largo de todos estos a?os se ha podido reconocer, como dijo el Rey Felipe VI, nuestro gran Rey, el a?o pasado en Oviedo, a quienes quieren hacer de la vida una creaci¨®n continua.
Y sin embargo, como sucedi¨® desde que surgi¨® esta idea y algunas voces se pusieron en contra tratando de hacer descarrilar lo que a¨²n ni siquiera andaba, estamos sufriendo estos d¨ªas el ataque, la frialdad y la oposici¨®n de personas que se escudan en la situaci¨®n general del pa¨ªs para mostrar su rechazo a los Premios.
Yo tambi¨¦n estoy indignado. Es cierto que en los ¨²ltimos tiempos a todos nos ha sobrecogido la corrupci¨®n y la falta de respuestas eficaces para solucionarla, pero el camino para luchar contra esa lacra nunca debe ser el de la tergiversaci¨®n, la mentira y el rencor. Y menos que ¨¦stas salpiquen a instituciones que, como la Fundaci¨®n, hacen todo lo posible por recuperar los valores que nos han de ser comunes, como la honradez, la decencia, la libertad y la justicia. Asturias y Espa?a no se merecen este espect¨¢culo inexplicable e injusto, que algunos quieren trasladar a ¨¢mbitos donde s¨®lo impera el trabajo y la generosidad. Necesitamos m¨¢s bien, como dijo el propio Rey el a?o pasado, un "impulso moral colectivo" con el que se puede y se debe hacer de Espa?a una naci¨®n ilusionada, llena de vida y de pensamiento. Hace uno d¨ªas Emilio Lled¨®, Premio Princesa de Asturias de Comunicaci¨®n y Humanidades, ha vuelto a insistir en que la decencia "es esencial para la pol¨ªtica". Son esas convicciones las que pueden alejarnos del pesimismo, la desconfianza y el desencanto.
A los que hablan de manifestarse hoy contra los Premios bajo el lema ¡°por la dignidad¡±, yo les enfrento con sus verdaderas aspiraciones, que son la destrucci¨®n, el rencor, la aspiraci¨®n de venganza, el sumarse a lo que empeque?ece al hombre y no lo eleva. Los ciudadanos de toda Asturias, y otros muchos que vienen del resto de Espa?a, no quieren eso, y ma?ana miles de personas ¨Cacompa?adas por m¨¢s de 1.000 j¨®venes integrantes de grupos musicales aut¨®ctonos¡ª los apagar¨¢n, seguro, y har¨¢n en cambio que brille la creaci¨®n, los sue?os. Su camino no lleva a ning¨²n sitio sobre todo porque no le muestran a la sociedad lo mejor que tenemos, que es la esperanza, el amor a la cultura y el compromiso con la concordia. Es en su nombre por lo que ma?ana vamos a ver el multitudinario apoyo a los Premios. La gente se ha organizado para defenderlos. Las redes sociales son un hervidero de indignaci¨®n contra lo que se considera un atropello a un patrimonio de todos los asturianos. Frente a ellos, traigo las palabras s¨®lidas en su rigor del Premio Pr¨ªncipe Tzvetan Todorov (2008): "La ¨¦tica es la mejor herramienta para proteger la riqueza de las naciones, su creatividad, sus peculiaridades y su capital social".
Mienten cuando dicen que en el teatro est¨¢n los poderosos y los corruptos. La verdad, la ¨²nica verdad, es que, sobre todo, en el Campoamor est¨¢n los galardonados, los poetas, los profesionales, los peque?os y medianos empresarios que sufren para mantener los puestos de trabajo, los cient¨ªficos, y tambi¨¦n personas en paro, mileuristas e incluso inmigrantes que durante estos a?os han sido invitados por la Fundaci¨®n. Y dentro tambi¨¦n en esp¨ªritu est¨¢n los que esperan colas para escuchar a Leonardo Padura proclamar que hay que seguir apostando por la literatura y quienes han vuelto a las aulas para aprender otra lecci¨®n de Emilio Lled¨® sobre ense?ar a pensar. No todos los que apoyan los Premios caben por motivos de espacio en el teatro Campoamor, pero todos los que acuden a las actividades que promueve la Fundaci¨®n est¨¢n de alguna manera all¨ª. ?Qui¨¦n puede tener la mirada tan peque?a como para pensar que sin la ceremonia central de ma?ana iban a poder ver las familias de Llanera Dr¨¢cula, de Francis Ford Coppola, en su antigua iglesia, llena de gente, de Santa B¨¢rbara de Coru?o?
"?Y si en vez de planear tanto vol¨¢ramos un poco m¨¢s alto?" Esta pregunta nos la hizo a todos Mafalda. Quiz¨¢s le sirva de inspiraci¨®n a quienes tienen un especial ansia por volar a ras de tierra. Hace muy poco, escuch¨¦ unas palabras muy cabales en la ceremonia de los Premios; dec¨ªan que ¡°en la sociedad civil se debaten los asuntos p¨²blicos; se crean instituciones y foros con voluntad de aportar ¨Ccon esp¨ªritu constructivo¨C ideas y propuestas... Tenemos una sociedad con vitalidad, con pulso¡±. Como escribi¨® Unamuno, "haced riqueza, haced patria, haced arte, haced ciencia, haced ¨¦tica". Hago m¨ªas en estos momentos esas palabras para tender la mano, una vez m¨¢s, en pos de la concordia y vuelvo a lanzar al aire mi recuerdo para rescatar una frase de nuestro tan querido Jovellanos, con quien cualquier espa?ol puede sentir identificado: ¡°Har¨¦ el bien; evitar¨¦ el mal que pueda¡±. No me cabe ninguna duda de que los Premios van a salir muy reforzados de esta agresi¨®n tan injusta.
(Graciano Garc¨ªa es el creador de estos Premios Princesa de Asturias. En la actualidad es Director Em¨¦rito Vitalicio de la Fundaci¨®n que los convoca cada a?o).
?(1) Idea tomada del discurso del Rey en 2013
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