¡°En La Zarzuela hab¨ªa micr¨®fonos hasta en el retrete¡±
Juan de la Cierva es inventor y sobrino de inventores. Fue el primer espa?ol en recibir un Oscar. Dise?¨® sofisticadas armas y tambi¨¦n la seguridad en La Zarzuela y La Moncloa
Si la biograf¨ªa de un inventor debe limitarse a la oscura labor en el laboratorio, no es el caso de Juan de la Cierva y Hoces, sobrino del inventor del autogiro y digno continuador de su obra. Algunas sustanciosas patentes contemplan su carrera, incluso el m¨¦rito de ser el primer espa?ol en recibir un ?scar de Hollywood (1970), pero tambi¨¦n una trayectoria vital fuera de lo com¨²n, entre proyectos con armamento sofisticado para los ej¨¦rcitos de Espa?a y Estados Unidos, aventuras empresariales y su discret¨ªsimo papel al lado del Rey Juan Carlos en una etapa crucial durante el inicio de su reinado, cuando se ocup¨® del sistema de seguridad de La Zarzuela y de La Moncloa. De la Cierva conserva secretos que nunca contar¨¢. Algunos tendr¨¢n que ver con sus inventos. Otros, con sus experiencias.
Como su cerebro no descansa, Juan de la Cierva y Hoces decidi¨® hace unos a?os trasladar su domicilio a una residencia, "donde no tengo que ocuparme de nada", que es una forma de aplicar la l¨®gica cartesiana a la vida cotidiana. Dotado de una elevada estatura (1,84 metros) para un hombre de 86 a?os, se desplaza con elegante parsimonia apoyado en un delgado bast¨®n. Su vida se restringe a una habitaci¨®n de apenas diez metros cuadrados, donde trabaja con tres ordenadores (dos de ellos port¨¢tiles) y se ocupa en el dise?o de un telesilla. Parece muy poca cosa para quien ha inventado armas de guerra, estabilizadores de c¨¢maras de cine, totalizadores de apuestas; seg¨²n su propio testimonio, tiene 48 patentes "y otras 8 o 10 que el Departamento de Defensa no permit¨ªa patentar".
Un fracaso financiero y una fuga inesperada
La explicaci¨®n que ofrece Juan De la Cierva sobre su fuga de Espa?a y el abandono de su empresa es muy sorprendente: "En aquella ¨¦poca se iban a celebrar las primeras elecciones sindicales. Reun¨ª a los ingenieros y les dije que no quer¨ªa sindicatos comunistas o socialistas en mi empresa, pero las elecciones se celebraron y gan¨® CC OO, as¨ª que me fui. Los dej¨¦ tirados, s¨ª".
Su hermano Ricardo de la Cierva concedi¨® en junio de 1979 una entrevista a Intervi¨². El periodista le pregunta si el affaire de su hermano fue la raz¨®n de que Adolfo Su¨¢rez no le nombrara ministro. "Puede que s¨ª, no lo se ciertamente. Yo lo que creo es que el ¨²ltimo ofrecimiento (...) me llega de Su¨¢rez el mismo d¨ªa que estall¨® lo de mi hermano, (¡) unos hechos que no son m¨¢s que un simple fracaso financiero". Neg¨® que su hermano se llevara consigo secretos militares y admiti¨® que fue Juan de la Cierva quien hab¨ªa montado los sistemas de seguridad de La Zarzuela y La Moncloa.
Los 193 trabajadores de Electro¨®ptica emprendieron acciones judiciales. La empresa no hab¨ªa abonado la Seguridad Social de sus trabajadores y acumulaba cuantiosas p¨¦rdidas. ¡°Era m¨¢s un inventor que un gestor¡±, reconoce un antiguo trabajador. ¡°En su tarjeta de visita, no pon¨ªa su cargo como presidente. Pon¨ªa inventor¡±.
Su invento favorito es el Dynalens, un estabilizador ¨®ptico que permit¨ªa tomar im¨¢genes en movimiento con precisi¨®n. Se le ocurri¨® porque le gustaba grabar con tomavistas a sus hijos haciendo esqu¨ª acu¨¢tico desde su barco. Gracias a ¨¦l gan¨® el primer Oscar espa?ol, pero el invento ten¨ªa enormes posibilidades de aplicaci¨®n en la industria de defensa, en sistemas de tiro y bombardeo.
Quiz¨¢s la parte m¨¢s sustanciosa de su carrera pueda situarse entre los a?os 1975 y 1979. Juan de la Cierva es un inventor reconocido, ha ganado dinero en Estados Unidos y funda en Espa?a una ambiciosa empresa denominada Electro¨®ptica Juan de la Cierva. Contrata a ingenieros, f¨ªsicos y personal muy cualificado. Ten¨ªa 193 empleados y un nivel tecnol¨®gico sin igual en la ¨¦poca. Algunos de sus trabajadores son hoy en d¨ªa altos cargos en entidades nacionales y extranjeras. Uno de sus proyectos m¨¢s exitosos fue el totalizador que regulaba las apuestas h¨ªpicas evitando el fraude. Tuvo gran ¨¦xito en EE UU. "Me resultaba llamativo el escepticismo de los aduaneros americanos cuando nos preguntaban a unos espa?oles c¨®mo es que ¨ªbamos a instalar nuestros ordenadores en empresas americanas. Era dif¨ªcil de creer, pero es que nuestra tecnolog¨ªa era puntera", recuerda un ingeniero. empresa.
Electro¨®ptica ten¨ªa contratos con el ej¨¦rcito espa?ol: el m¨¢s importante era el proyecto Meroka, un ca?¨®n antimisiles muy eficaz, que todav¨ªa sigue instalado en fragatas de la Armada de la clase F-80 y las llev¨® el portaaviones Pr¨ªncipe de Asturias, como constatan fuentes de Defensa.
Es autor de algunos proyectos que no permite patentar el ej¨¦rcito de EE UU
En 1979, Juan de la Cierva desaparece de Espa?a. Se fug¨® a Estados Unidos. Pretext¨® que viajaba para cobrar 14 millones de pesetas que le adeudaba un hip¨®dromo y no regres¨®. Se public¨® que antes microfilm¨® todos los documentos de su empresa y los deposit¨® en un banco americano.
Antes de huir de Espa?a, De la Cierva era algo m¨¢s que un inventor. Su proximidad a Don Juan Carlos de Borb¨®n le hab¨ªa obligado a desempe?ar tareas muy delicadas. Una de ellas fue dise?ar un sistema de comunicaciones para el entonces Pr¨ªncipe de Espa?a. De la Cierva es quien cede su casa para que all¨ª el futuro Rey pueda realizar llamadas telef¨®nicas seguras. "Acompa?aba a Juan Carlos en moto. Sal¨ªamos por una puerta trasera y nos ¨ªbamos a mi casa cerca del pantano. All¨ª pod¨ªa telefonear con tranquilidad".
El palacio de La Zarzuela no era un lugar seguro en sus comunicaciones. Recibe el encargo de trasladarse a Estados Unidos para adquirir un prototipo especial de scanner capaz de hacer barridos y detectar micr¨®fonos. "En La Zarzuela hab¨ªa micr¨®fonos hasta en el retrete", dice. La investigaci¨®n de la se?al de esos aparatos propici¨® una gran sorpresa: "?La se?al llegaba hasta el despacho del Marqu¨¦s de Villaverde!".
La se?al de las escuchas llegaba hasta el marqu¨¦s de Villaverde
Muy poca gente conoci¨® esta otra faceta de Juan de la Cierva y entre ellos el periodista Gregorio Mor¨¢n, quien en su libro El precio de la Transici¨®n cita su intervenci¨®n y alude a la obsesi¨®n que ten¨ªa Adolfo Su¨¢rez por grabar las conversaciones y pinchar los tel¨¦fonos de La Moncloa. De la Cierva reconoce tambi¨¦n que lleg¨® a escanear dicho recinto.
De su actividad en Estados Unidos hasta su posterior regreso en 1997 no hay referencias. ?Trabaj¨® para el Departamento de Defensa americano? ?l mismo mantiene el secreto sobre esas actividades. "Ni siquiera ahora puedo hablar de lo que he trabajado ni de los proyectos en los que he intervenido. Sigue siendo secreto".
Juan de la Cierva regres¨® a Espa?a, donde falleci¨® su mujer. Elige una vida m¨¢s discreta. Apenas interviene en alguna conferencia y concede entrevistas, pero estos episodios quedan al margen de cualquier interrogatorio. Y disfruta de 10 nietos y dos bisnietos.
Libre de equipaje, deja correr su mente. Sus manos act¨²an en el ordenador con naturalidad impropia en alguien de 86 a?os. El tiempo ha obrado el destilado: ahora el hombre solo es inventor.
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