Razones ¨¦ticas para un futuro mejor
El medio ambiente, la tolerancia, la actitud abierta, las relaciones sociales y la participaci¨®n en la vida p¨²blica son valores que ganan peso en la sociedad democr¨¢tica
Hace 40 a?os se produjo en Espa?a oficialmente una transici¨®n ¨¦tica, y no solo pol¨ªtica. El c¨®digo moral ¨²nico del nacionalcatolicismo quedaba derogado y distintas voces se preguntaban si no iba a existir ninguna ¨¦tica com¨²n a todos los espa?oles, si a partir de entonces en el mundo moral ¡°todo estar¨ªa permitido¡±, por decirlo con Iv¨¢n Karamazov. Algunos de nosotros cre¨ªamos, por el contrario, que pod¨ªa existir esa ¨¦tica com¨²n, la ¨¦tica c¨ªvica, propia de la ciudadan¨ªa de una sociedad pluralista. Seg¨²n esa ¨¦tica, la libertad es superior a la esclavitud y al servilismo, la igualdad a la desigualdad, la solidaridad al desprecio, el respeto a la intolerancia, el di¨¢logo al conflicto, y la protecci¨®n de los derechos humanos era un deber. Compondr¨ªan esos valores los m¨ªnimos de justicia que una sociedad pluralista, como la nuestra, ya compart¨ªa en realidad, y el cambio pol¨ªtico no har¨ªa sino darles un reconocimiento oficial.
Los catastrofistas aseguran que ya no hay valores. Pero se equivocan, porque s¨ª que los hay, siempre los hay
Puesto que ¡°reconocer¡± es comprometerse, esos valores deb¨ªan transmitirse en la educaci¨®n y encarnarse en todas las esferas de la vida social. Si eran los valores preferidos, si formaban lo que Jos¨¦ Luis Aranguren llamaba la ¡°moral pensada¡± de nuestra sociedad, el nuevo espacio ¨¦tico y pol¨ªtico era el terreno ¨®ptimo para convertirla en ¡°moral vivida¡±. No solo porque era un ¨¢mbito de libertad, sino porque las generaciones protagonistas de la transici¨®n hab¨ªan vivido siempre en una l¨ªnea de progreso e impregnaba el ambiente la convicci¨®n de que los hijos vivir¨ªan mejor que los padres. En este contexto esperanzado la ¨¦tica c¨ªvica ven¨ªa reforzada por el paso de lo que Inglehart llamaba valores materialistas (seguridad econ¨®mica y f¨ªsica), a los postmaterialistas (ecologismo, tolerancia, igualdad, participaci¨®n). Qui¨¦n deb¨ªa educar en todo ello parec¨ªa claro: la familia, la escuela y la sociedad en su conjunto que, al parecer, cre¨ªa en esos valores.
Cuarenta a?os despu¨¦s la percepci¨®n de nuestra realidad ha cambiado. La crisis en que vivimos desde 2007 ha puesto fin a la idea de progreso continuo, los hijos no viven, ni vivir¨¢n mejor que sus padres. Ante la pregunta ¡°?qu¨¦ nos ha pasado?¡± los catastrofistas aseguran que ya no hay valores, como antes dijeron que todo iba a estar permitido. Pero tambi¨¦n ahora se equivocan, porque s¨ª que los hay, siempre los hay, las personas preferimos unas opciones a otras y preferir es valorar. Lo que ocurre es que son tiempos dif¨ªciles por contradictorios.
Por una parte, como ha mostrado la crisis, con demasiada frecuencia se ha optado por los peores valores. El cortoplacismo, el af¨¢n de beneficio, caiga quien caiga, la opci¨®n por el bien particular frente al com¨²n, la falta de sensibilidad hacia los menos aventajados, las formas de vida consumistas han guiado demasiadas decisiones, letales para el conjunto de la sociedad. El paro, el trabajo precario y con salarios ¨ªnfimos, la tragedia de inmigrantes y refugiados desatendidos, la pobreza y el olvido de los vulnerables se deben, entre otras causas, al abandono de aquel capital ¨¦tico por el que hab¨ªamos optado.
Hoy contamos con valores con los que no hab¨ªamos so?ado. Por ejemplo, los casos de corrupci¨®n llevan a reclamar transparencia y ¡°corrupci¨®n 0¡±, a exigir rendici¨®n de cuentas, responsabilidades concretas
Pero, a la vez, los valores de ese capital se siguen defendiendo p¨²blicamente como los mejores, y adem¨¢s hoy contamos con valores con los que no hab¨ªamos so?ado. Los casos de corrupci¨®n llevan a reclamar transparencia y ¡°corrupci¨®n 0¡±, a exigir rendici¨®n de cuentas, responsabilidades concretas; la sociedad civil participa activamente en la vida p¨²blica a trav¨¦s de asociaciones, redes, grupos, que difunden propuestas; se someten al escrutinio p¨²blico el sistema de partidos, su funcionamiento y el sistema electoral; en el mundo econ¨®mico se multiplican las exigencias de una econom¨ªa ¨¦tica, se insiste en que las empresas asuman la responsabilidad social, respeten y promuevan los derechos humanos; las organizaciones solidarias llevan a cabo tareas asistenciales, pero sobre todo se emplean en empoderar a los menos aventajados; las familias siguen siendo la red protectora de ni?os, j¨®venes, enfermos y ancianos.
Por ¨²ltimo, aunque no en ¨²ltimo lugar, se dice de los j¨®venes que regresan a los valores materialistas, a la seguridad y al bienestar, pero es l¨®gico que se preocupen por ello en la actual situaci¨®n, razones les sobran, y la obligaci¨®n es tratar de cambiarla. Sin embargo, siguen apreciando mayoritariamente el medio ambiente, la tolerancia, la actitud abierta, las relaciones sociales y, parte de ellos, la participaci¨®n en la vida p¨²blica.
?Qu¨¦ cabe augurar para el presente y el futuro pr¨®ximo? ?Es posible en tiempos contradictorios dar razones ¨¦ticas para la esperanza en un futuro mejor? Por supuesto que las hay, pero en la respuesta radican el riesgo y la grandeza de la libertad: depende de lo que cultivemos.
Adela Cortina (Valencia, 1947) es catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia.
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