¡°La ciudad est¨¢ dise?ada para que al discapacitado lo empujen¡±
Las personas con movilidad reducida encaran diariamente el reto de ser independientes en unas ciudades que no los tienen en cuenta
Marino Mu?oz evita desplazarse en metro siempre que puede. ¡°Es una aventura¡±, cuenta. Este madrile?o de 47 a?os tiene una incapacidad del 91% y se mueve lentamente en su silla de ruedas. El metro de Madrid, con m¨¢s de dos tercios de sus estaciones adaptadas, es uno de los suburbanos m¨¢s accesibles del mundo. Sobre el papel, al menos. La falta de mantenimiento de las instalaciones, con ascensores fuera de servicio, y la ausencia de informaci¨®n actualizada convierte moverse por esta red en una carrera de obst¨¢culos.
En Espa?a hay 2,4 millones de personas con problemas de movilidad, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de discapacidad, autonom¨ªa personal y situaciones de dependencia elaborada por el INE. Las actividades cotidianas, como ir a trabajar o hacer la compra, suponen en ocasiones una misi¨®n imposible. La ley de igualdad de oportunidades, no discriminaci¨®n y acceso universal de 2003 lo formula muy claramente: estas trabas son ¡°una forma sutil pero muy eficaz de discriminaci¨®n¡±. El ejercicio de los derechos que les protege, desarrollados en una numerosa normativa estatal, auton¨®mica y local, no siempre se cumple.
En Espa?a hay 2,4 millones de personas con problemas de movilidad
¡°Hay sensibilidad pol¨ªtica¡±, admite Javier Font, presidente de Famma-Cocemfe Madrid, la federaci¨®n que agrupa a las asociaciones de personas con discapacidad f¨ªsica y org¨¢nica en la regi¨®n, ¡°pero la eficacia en la que se traduce es cero¡±.
Los recortes presupuestarios han laminado las pol¨ªticas en favor de la accesibilidad universal y la falta de mantenimiento de las instalaciones incrementa las limitaciones de este colectivo. La inversi¨®n p¨²blica, se quejan, se centra en pol¨ªticas asistenciales como la construcci¨®n de residencias, pero no en garantizar las condiciones para que puedan llevar una vida independiente. ¡°Si no podemos formarnos, no podemos conseguir un trabajo, no podemos ser aut¨®nomos¡±, denuncia Font.
Los problemas de equilibrio derivados de su polio impiden a Carme Garrido, de 55 a?os, conducir. Los autobuses que unen la comarca donde vive, Villafranca del Panad¨¦s, a 59 kil¨®metros de Barcelona, con la universidad en la que iba a cursar un posgrado, no son accesibles a su silla de ruedas. ¡°He estado hasta tres horas esperando que vinieran a recogerme porque el autob¨²s no ten¨ªa rampa¡±. Como ella, muchos se encuentran con una carrera de obst¨¢culos para poder acceder a una formaci¨®n universitaria. Mar¨ªa Yubero, de 20 a?os, acud¨ªa hasta el a?o pasado todos los lunes desde su Soria natal a la Universidad de Alcal¨¢ de Henares (200.000 habitantes) donde estudiaba un grado de Trabajo Social. La estaci¨®n de Renfe no est¨¢ adaptada. Tampoco hay personal que le ayude a bajar y subir del tren. Ahora contin¨²a su formaci¨®n en la universidad de su provincia.
¡°Vivimos en unas ciudades sin un modelo claro. No hay criterio para realizar las obras p¨²blicas¡±, afirma Jorge Palomero, arquitecto especializado en acceso universal.
Los recortes han laminado las pol¨ªticas de accesibilidad y la falta de mantenimiento de las instalaciones incrementa las limitaciones de este colectivo
Un portavoz del Ayuntamiento de Madrid reconoce que las nuevas exigencias de accesibilidad obligan a ¡°dedicar presupuestos muy elevados¡± cuando se trata de instalaciones antiguas y que solo son abordables a ¡°muy largo plazo¡±. El presupuesto de la Corporaci¨®n, que ronda los 4.600 millones, prev¨¦ una partida de 1,4 millones de euros para mejorar la accesibilidad de las instalaciones municipales.
La Oficina de Atenci¨®n a la Discapacidad (Oadis) registr¨® en 2014, 492 quejas
¡°La dignidad te hace hacer todo lo posible por ser independiente¡±, resalta F.L. Navarrete, de 29 a?os. Este ingeniero de telecomunicaciones, aquejado de nacimiento de una osteog¨¦nesis imperfecta, se recupera lentamente de un accidente que sufri¨® al llegar a su trabajo como consultor en el complejo financiero de Azca, en Madrid, por donde pasan a diario 125.000 peatones. La rueda izquierda de su silla se enganch¨® en la rampa demasiado inclinada, que constituye el ¨²nico acceso que puede utilizar. El resultado: dos fracturas en el brazo, otras tantas operaciones y una recuperaci¨®n incierta. Contin¨²a de baja. ¡°La ciudad est¨¢ dise?ada para que al discapacitado le empujen, no para que sea independiente¡±, reflexiona. ¡°No se puede hablar de inserci¨®n laboral cuando tienes un centro financiero al que no puedes acceder¡±.
Para Pilar D¨ªaz, presidenta de Amputats Sant Jordi y vicepresidenta de la Confederaci¨®n Espa?ola de Personas con Discapacidad F¨ªsica y Org¨¢nica (Cocemfe) en Catalu?a, la falta de adaptaci¨®n de entornos y servicios no es solo una cuesti¨®n presupuestaria. ¡°En Barcelona, que era una de las ciudades de Europa m¨¢s accesibles, ha habido un retroceso. Con el cambio de gobierno se han dejado de invertir en estas pol¨ªticas¡±, asegura por tel¨¦fono esta exconcejala del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona.
Falta de voluntad
¡°Hay medidas que no cuestan dinero, se aprueban por unanimidad, pero luego no se ejecutan¡±, cuenta. La se?alizaci¨®n en las l¨ªneas de metro de las paradas que cuentan con accesos especiales, por ejemplo, nunca fue implementada por el Consistorio. ¡°Propusimos tambi¨¦n crear un sello de calidad para los comercios que cumpl¨ªan la normativa de accesibilidad. Otra vez, todo el mundo vot¨® a favor y nunca fue ejecutada¡±, apostilla. En cambio, se han gastado 560.000 euros en ocho Smart-quesinas en el Paseo de Gracia que no tienen en cuenta a estas personas: la pantalla t¨¢ctil est¨¢ demasiado alta para las sillas de ruedas.
Ignacio Tremi?o, director general de Pol¨ªticas de Apoyo a la Discapacidad del Ministerio de Sanidad, y usuario de silla de ruedas, defiende por tel¨¦fono que se est¨¢ aplicando toda la normativa que garantiza la accesibilidad, pero recuerda que se prev¨¦ que entre en vigor completamente el 4 de diciembre de 2017. ¡°Falta mucho por hacer, pero en relaci¨®n con cualquier pa¨ªs de la UE somos pioneros¡±, afirma. La Oficina de Atenci¨®n a la Discapacidad (Oadis) registr¨® en 2014 492 quejas. La gran mayor¨ªa, 251, relacionadas con la accesibilidad de edificios p¨²blicos.
La falta de inspecciones y el deficiente mantenimiento fomenta que los espacios habilitados para estas personas no est¨¦n siempre en funcionamiento. ¡°La rampa de la mayor¨ªa de autobuses no funciona. Tienes que esperar al siguiente, o al siguiente. Es imposible organizarse as¨ª la vida¡±, se lamenta Mu?oz. No es solo cuesti¨®n de dinero, denuncian las asociaciones. ¡°La falta de informaci¨®n es una barrera adicional que superar¡±. Iniciativas como la de instalar en los autobuses de Madrid un cargador para m¨®viles en el espacio habilitado para las sillas de ruedas es una muestra de la p¨¦rdida de conciencia institucional sobre su realidad. ¡°Compart¨ªamos el espacio con los carritos de beb¨¦, ahora con los que quieran cargar el m¨®vil, lo siguiente ser¨¢ que pongan una tienda de helados¡±, ironiza Font.
¡°Suelen decirme que soy muy vehemente con estos temas¡±, asegura D¨ªaz, ¡°yo les contesto que se sienten en una silla de ruedas y no lo sean¡±.
El ascensor olvidado
En la estaci¨®n de Sol, en Madrid, el and¨¦n de la l¨ªnea 1 de metro, en direcci¨®n Pinar de Chamart¨ªn, cuenta con un espacio, se?alizado por grandes carteles, para personas con problemas de movilidad. En las recientes obras de reforma se gastaron m¨¢s de 170 millones de euros. No se proyect¨®, sin embargo, un ascensor que comunicase este and¨¦n con la calle. Los 185.000 madrile?os que, seg¨²n las estad¨ªsticas del gobierno regional, tienen esta limitaci¨®n se ven obligados a continuar seis paradas hasta la estaci¨®n de Cuatro Caminos, que s¨ª cuenta con ascensor para cambiar de direcci¨®n y acceder as¨ª al and¨¦n que est¨¢ habilitado.
Metro Madrid, empresa p¨²blica participada al 100% por la Comunidad de Madrid, anunci¨® en marzo, dos meses antes de las elecciones auton¨®micas, la construcci¨®n de un ascensor que conectase el and¨¦n y que estar¨ªa finalizado "a final de a?o". En estos momentos las obras ni siquiera se han iniciado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.