Guerra, guerra, ?solo guerra?
Se debe trazar sobre todo una estrategia a largo plazo que empiece por evitar los viejos errores
Las terribles matanzas de Par¨ªs han ocupado toda la actualidad de estos ¨²ltimos d¨ªas. No es para menos. Tambi¨¦n nuestros corazones han quedado encogidos de tristeza. El terrorismo es quiz¨¢s la forma m¨¢s ignominiosa de asesinar, es indiscriminado, y el de origen yihadista suele ser masivo: Nueva York, Londres, Madrid, Par¨ªs, ciudades simb¨®licas de la cultura laica occidental. Y tantas otras, algunas de cultura musulmana.
No debe haber comprensi¨®n alguna para los criminales. Solo palabras y acciones de consuelo merecen las v¨ªctimas.
Pero me inquietan ciertas reacciones, algo simplistas. Comprendo a las autoridades francesas, admirables por su r¨¢pida llamada a la unidad de los dem¨®cratas, esgrimiendo ¨²nicamente el Estado de derecho como el ¨²nico gran valor desde el que podemos defendernos, poniendo apresuradamente en marcha todos los mecanismos para coordinar las polic¨ªas y los servicios de inteligencia de todo el mundo. Ello est¨¢ muy bien, es imprescindible.
Pero ?se acaba ah¨ª? A esto me refiero cuando digo que me inquietan algunas reacciones simplistas. Tras el atentado, el presidente Fran?ois Hollande dio la orden de bombardear la capital oficiosa del llamado Estado Isl¨¢mico. Cierto, no hay que tener miedo al miedo, hay que plantarle cara. En caso contrario los terroristas han vencido. Pero asimismo ha dicho Hollande que el objetivo de Francia no es atacar al Estado Isl¨¢mico sino destruirlo. Ello es algo imposible: ocupa un inmenso territorio que no puede, ni debe, ser destruido. En todo caso hay que acabar con sus dirigentes, sus fan¨¢ticos cabecillas.
Guerra, guerra y guerra. Por todas partes escucho esta maldita palabra entre himnos, banderas, ceremonias y s¨ªmbolos. ?Acertamos al reducirlo todo a eso, a una simple respuesta t¨¢ctica con fanfarria incluida? Probablemente no. Hay que responder, sin duda, como ya se ha hecho, pero sobre todo debe trazarse una estrategia a largo plazo que empiece por evitar los viejos errores.
Porque en pol¨ªtica internacional, los errores de Occidente respecto al mundo musulm¨¢n han sido excesivos, empezando por haber contribuido a derrocar a gobernantes laicos: Afganist¨¢n a fines de los setenta, el Irak de Sadam Hussein desde 1991, en los ¨²ltimos a?os la Siria de los Assad. Todos dictadores, de acuerdo, pero ?acaso son dem¨®cratas los dem¨¢s? Por ejemplo, en Afganist¨¢n se ha refugiado Al Qaeda; en territorios sirios e iraqu¨ªes se ha asentado el Estado Isl¨¢mico.
?Son democr¨¢ticas las monarqu¨ªas del Golfo, con Arabia Saud¨ª a la cabeza, y quiz¨¢s no se derroca a sus dirigentes para asegurar unas imprescindibles fuentes de petr¨®leo? Si as¨ª fuera, las l¨¢grimas derramadas estos d¨ªas por los l¨ªderes occidentales ser¨ªan simples muestras de hipocres¨ªa.
Como sosten¨ªa ayer en este peri¨®dico el escritor sirio Adonis, hay que ir a las ra¨ªces del problema, separar la religi¨®n del Estado, porque con la intervenci¨®n militar no basta.?
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