Ahora en serio
El debate abre la campa?a tras una ins¨®lita deriva de los candidatos hacia el entretenimiento
Era como si se oyeran los carraspeos de cuando uno va a empezar a hablar en serio. Los tres candidatos del debate digital de EL PA?S llegan un poco tocados en eso, y a lo mejor lo estaban deseando. En la memoria visual del espectador, que es fr¨¢gil salvo para las chorradas, Pablo Iglesias viene de tocar la guitarra con Mar¨ªa Teresa Campos, donde apareci¨® despu¨¦s de un anuncio de pastillas de cart¨ªlago de tibur¨®n para las articulaciones. Albert Rivera sali¨® en el mismo programa tras una actuaci¨®n de Bigote Arrocet en la que imitaba a Eros Ramazzotti. El ¨²ltimo momento de inter¨¦s medi¨¢tico de ambos fue hacer el patoso con Kant, nada menos, con el respeto que se tiene en este pueblo a Kant, como en Amanece que no es poco con Faulkner. Pedro S¨¢nchez tampoco llegaba de leer a Max Weber, sino de jugar al pimp¨®n con Bert¨ªn Osborne. Comprobar que un candidato no tiene desarrollado adecuadamente el sentido del rid¨ªculo no deja muy tranquilo. Pero no es lo mismo un atril que un sill¨®n. Hoy se abre la campa?a en serio, la dial¨¦ctica de frente, a la cara, y hacer el indio no entra en el guion. Salvo por descuido, que es cuando hace m¨¢s gracia.
Antes del inicio, en este an¨¢lisis en directo, a los tres protagonistas del debate los conocemos bastante bien, pero no juntos, es la primera vez, y no es lo mismo. Sobre todo porque as¨ª se aclaran entre ellos. Llegan los tres flotando en cierta nebulosa ideol¨®gica interesada y peg¨¢ndose por un mismo espacio de votos. Ser¨ªa un desastre que congeniaran y pactaran antes de tiempo, porque quitar¨ªan suspense a las ¨²nicas navidades con inter¨¦s pol¨ªtico de la democracia. Solo superadas en el calendario lit¨²rgico por la aprobaci¨®n del Partido Comunista la noche del Viernes Santo de 1977. Pero eso no suceder¨¢. Lo bueno de este debate, para definir posiciones, es que si tienes que sacudir a dos a la vez debes elegir por qui¨¦n empezar, a menos que seas Bud Spencer, y son decisivas las prioridades. Luego pueden llegar emocionantes momentos de dos contra uno. Por ejemplo, a Rivera le pueden montar un est¨¦reo supersurround dici¨¦ndole que es de derechas. Pero tambi¨¦n se pueden unir los dos nuevos contra el l¨ªder del PSOE, porque le est¨¢n comiendo los votos por las patas.
El reparto ideol¨®gico de papeles puede ser una de las claves y estar¨ªamos todos muy agradecidos. Lo ideal ser¨ªa poder colocar a los candidatos en orden de izquierda a derecha en tres sillas, aunque lo mismo se pegaban todos por la del medio, o S¨¢nchez e Iglesias por la de la izquierda, y desde luego ninguno querr¨ªa la de la derecha. Se quedar¨ªa vac¨ªa la silla del gran ausente, Mariano Rajoy, una deferencia coherente, como estaba vac¨ªo su atril. ¡°No puedo atender a todos¡±, ha dicho el l¨ªder del PP, aunque en este caso eran solo tres personas, y se da la circunstancia de que son sus principales contrincantes en las urnas. Pero Rajoy no est¨¢ completamente desaparecido, sino contraprogramando una entrevista a la misma hora, que es una actividad curiosa para un presidente del Gobierno.
Es la primera vez que S¨¢nchez se las ve en directo con Iglesias y Rivera, que tienen m¨¢s tablas que ¨¦l en la tele. Ellos dos, por su parte, ya se conocen del programa de Jordi ?vole, donde el ambiente era m¨¢s relajado, como de bar, y se cogieron la medida. Otra cosa es entrar en el equipo de debate. Lo m¨¢s disputado ser¨¢ el papel de joven y quiz¨¢ el modo de vencer sea, por una vez, no parecerlo.
En resumen, uno de los principales alicientes de hoy es que estos tres desconocidos tendr¨¢n que salir de all¨ª y que los dem¨¢s, y a ser posible ellos mismos, sepamos por fin qui¨¦nes son. Como una terapia de grupo. Rajoy, al menos en esto, nunca ha sido un problema.
Empieza por fin el debate y el primer golpe de vista al verlos a los tres en fila ha sido como una secuencia de moda de primavera a verano: Rivera, chaqueta y corbata; S¨¢nchez, sin corbata, e Iglesias, ni chaqueta ni corbata. Menos mal que no hab¨ªa un cuarto contendiente. Ideol¨®gicamente, quiz¨¢ esto ya ponga un poco de orden.
Los tres han empezado un poco tensos, mirando los apuntes y repitiendo consignas. Respondiendo preguntas de examen que se sab¨ªa que iban a caer ¨Cterrorismo, paro- m¨¢s que debatiendo, porque ninguno se anima a interrumpir y abrir las hostilidades. Nadie quiere empezar la pelea, pero se ve que se tienen ganas.
A los quince minutos, Pedro S¨¢nchez ha sido el primero en empezar a desmarcarse, haciendo cari?os a Rivera e Iglesias con cierto paternalismo, y dando ca?a a Rajoy que es lo m¨¢s socorrido. Quiz¨¢ espere as¨ª evitar que se la l¨ªen, porque debe de ser lo que m¨¢s teme, una pinza de los chavales y que le pierdan el respeto. Pero lo cierto es que es el primero que se ha ido soltando, imponiendo su gui¨®n.
Evidentemente era lo que esperaba Rivera, reproch¨¢ndole con sus referencias a Rajoy que ¡°ri?¨¢is entre vosotros incluso cuando no est¨¢¡±. Ya le ha metido en el mismo saco. Y luego le ha seguido Iglesias, los dos unidos contra el bipartidismo. Y S¨¢nchez ya se ve rodeado. Ha quedado inaugurada la primera enganchada.?Rivera, que enseguida se ha lanzado, y S¨¢nchez se han puesto tan tensos que ha tenido que mediar el propio Pablo Iglesias, que con su voz pausada parece el elemento moderado. A lo mejor es lo que le interesa, pero quiz¨¢ teme quedar al margen o de comparsa, como en los sondeos, y eso nunca.
S¨¢nchez ha elegido su enemigo, de momento, y sigue equiparando a Rivera con Rajoy, porque sabe que es lo que m¨¢s le fastidia. De hecho, se gira a mirarle, mientras Rivera e Iglesias miran a la c¨¢mara o al moderador. El l¨ªder de Podemos parece encarrilado en solitario por su camino en transmitir propuestas, datos y n¨²meros. Se lo sabe todo de memoria y son cosas que ha dicho muchas veces, pero se ve que quiere aprovechar la oportunidad que le ofrece esta tribuna para dar una imagen constructiva y de seriedad. Llega la primera pausa y se echa de menos un poco m¨¢s de le?a y mala leche, que entren a hacer da?o. Con Rajoy esto no hubiera pasado.?
Tras la publicidad, Rivera ha desplegado su impronta de cambio en propuestas de educaci¨®n: ¡°Que todos aprendan ingl¨¦s, como los hijos del presidente¡±. Aunque no estaba el presidente para preguntarle por el ingl¨¦s de su familia. Aqu¨ª en todo caso es donde Iglesias ha dicho por primera vez una de sus frases favoritas: ¡°Me congratula¡±. Pero tambi¨¦n es donde ha empezado un poco de bronca con un tira y afloja a ver qui¨¦n hab¨ªa propuesto primero cada cosa. El tuteo por el nombre entre ellos ¨CAlbert, Pedro, Pablo- ya est¨¢ plenamente instaurado. Rivera ha insistido en esa idea suya tan original de que es importante ser feliz. No prometi¨® que todos ser¨¢n felices, pero casi.
En esta refriega en que Iglesias empez¨® a hablar de puertas giratorias y a S¨¢nchez le tocaron a Trinidad Jim¨¦nez, el l¨ªder del PSOE sac¨® su vena defensiva en zona del baloncesto y se puso chulo: ¡°Me lo esperaba de Monedero, pero no de ti¡±.?El candidato de Podemos justo acababa de calentarse por primera vez tras pasar casi una hora de tono cercano a lo eclesi¨¢stico. En estas peleas, cuando se enzarzan dos candidatos, se ve en la pantalla partida en tres que al que se queda fuera le fastidia. Mientras S¨¢nchez e Iglesias se zurran, Rivera traga saliva, su tic de ponerse nervioso, igual que subir la barbilla y ponerla mirando a Cuenca.?Y el caso es que con estas ri?as el del medio, S¨¢nchez, siempre sale, porque le dan por los dos lados pero as¨ª gana protagonismo. Y lo cierto es que no se arredra y hasta pega cortes a los dos chicos.
La insistencia de Iglesias por el buen rollo al final ha llegado a desatar risas, porque S¨¢nchez, el m¨¢s suelto por ahora, le ha dicho que parece el moderador. Y es verdad.?As¨ª se queda el cachondeo en el aire en la segunda pausa.
A la hora de hablar de reformas constitucionales y Catalu?a todos se ponen serios, adem¨¢s de atizarle a Artur Mas, que tambi¨¦n es socorrido, pero Iglesias se permite ¡°una recomendaci¨®n cultural¡±: que todos vean Ocho apellidos catalanes. Rivera ha visto aqu¨ª su terreno ¨Chace nueve a?os que se puso en bolas en sus primeros carteles electorales en Catalu?a- y S¨¢nchez aprovecha para sacudir a Iglesias, porque el ¨²nico pa¨ªs que ha contemplado la autodeterminaci¨®n ha sido la URSS. ¡°Uhhh, qu¨¦ miedo¡±, bromea el candidato de Podemos, que le ha recordado el refer¨¦ndum de Escocia. El l¨ªder del PSOE completa as¨ª su estrategia de colocar a Rivera en la derecha y a Iglesias en la extrema izquierda. El debate le est¨¢ saliendo como quer¨ªa. Ha?seguido sacando la artiller¨ªa acusando a Podemos de pactar con Bildu en Navarra, e Iglesias ha dejado definitivamente el tono de no querer molestar.
Rivera entonces le busca las cosquillas a S¨¢nchez record¨¢ndole que en Tarrasa y Casteldefells ha apoyado declaraciones de independencia. Pero el candidato socialista le replica r¨¢pido rememorando el pacto puntual de Ciudadanos en el pasado en con un partido facha: ¡°No me llames independentista porque yo no digo que eres de extrema derecha, solo de derechas¡±. S¨¢nchez se est¨¢ despachando a gusto con frases faltonas, que no se esperaba de un chico tan formal. Iglesias apostilla: ¡°¡°Rivera no es de derechas ni de izquierdas, es de lo que haga falta¡±. Aqu¨ª ya es todos contra todos.?
Cuando toca hablar de corrupci¨®n el l¨ªder de Ciudadanos invita a no caer en el ¡°t¨² m¨¢s¡± y por sorpresa no le saca partido al asunto. En cambio S¨¢nchez ha logrado vender que la Unidad de Delitos Financieros, UDEF, es un invento del PSOE creado hace diez a?os, y que no hay ning¨²n caso de los ocho a?os de Zapatero. Es curioso, pero que no est¨¦ Rajoy le beneficia, porque es su adversario natural en el ¡°y t¨² m¨¢s¡± y le hubiera saltado a la garganta. ¡°Lamento que no est¨¦ el presidente del Gobierno¡±, dice precisamente Iglesias, a quien le gustaria echarle en cara el arresto de Rato, y se embarca en azotar al PP dejando que el PSOE se vaya de rositas.?El l¨ªder de Podemos est¨¢ demasiado serio, l¨²gubre y previsible.Y todav¨ªa se pone m¨¢s cuando S¨¢nchez le recuerda la condena de un cabeza de lista de Podemos de Ja¨¦n por agresi¨®n, y el candidato socialista tambi¨¦n solivianta ?a Rivera al decirle que uno de sus dirigentes era consejero de un banco rescatado. Desde luego es el que mejor se ha preparado los golpes bajos y hasta interrumpe en medio de la bronca. ¡°No me interrumpas Pedro, no me interumpas m¨¢s¡±, le espeta Iglesias dos veces poni¨¦ndose nervioso. "No te pongas nervioso, es que se pone nervioso", le reprocha Rivera. S¨¢nchez tambi¨¦n consigue que se peguen entre ellos. Rivera resopla por el morro que tiene el secretario general del PSOE al echarle en cara trapos sucios, a ¨¦l que es nuevo, pero no logra pararle.
Ante otras preguntas, sobre el futuro de los peque?os municipios, la ley electoral y sueldos de pol¨ªticos, Iglesias y Rivera vuelven discutir y parece que S¨¢nchez se regodea. Por fin llega el minuto de oro.
Rivera opina que ¡°hace falta recuperar lo mejor de Espa?a, nuestra educaci¨®n, las pensiones, esperan tiempos de cambio". Concluye: "Cuento con todos ustedes, cuento con todos vosotros¡±.
Iglesias combina lo profesoral y lo naif: ¡°¡°No voy a pedir el voto, es vieja pol¨ªtica. Miren los programas (¡) Podremos decir muchas gracias 1978, hola 2016¡±.
S¨¢nchez presume de historial del PSOE, por curr¨ªculum, y remata con una frase muy estudiada: ¡°Sabemos hacerlo, ya lo hicimos y vamos a volver a hacerlo¡±.
?Sensaciones? Pedro S¨¢nchez es el que ha salido mejor dibujado, y no se pod¨ªa dar por descontado. Curiosamente ha demostrado que era el que m¨¢s margen ten¨ªa para la sorpresa. A los dos chicos nuevos con ganas de morderle se les ha escapado vivo y ha conseguido liarles. Rajoy se habr¨¢ preguntado m¨¢s de una vez qui¨¦n demonios faltaba en ese cuarto atril.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.