¡°El narcotr¨¢fico estaba a la orden del d¨ªa en el Elcano¡±, dice un marinero
Francisco Ram¨®n Mart¨ªnez se convirti¨® en el primer arrepentido, y ya est¨¢ en la calle. El ¨²nico que sigue en prisi¨®n es Manolo o 'el Naca', un civil que hac¨ªa de cocinero en el buque
¡°Lo que s¨ª es cierto es que se conoc¨ªa de manera generalizada que tanto el consumo de droga como el tr¨¢fico de la misma, ya no solo por gramos sino por kilos, estaba a la orden del d¨ªaen el citado buque [Juan Sebasti¨¢n Elcano] y que de hecho hab¨ªa sucedido en a?os anteriores¡±. El pasado 2 de noviembre, el marinero Francisco Ram¨®n Mart¨ªnez se convirti¨® en el primer arrepentido ¡ªluego confesaron otros dos¡ª del caso Elcano, el buque escuela de la Armada espa?ola donde en julio del a?o pasado se hallaron 127 kilos de coca¨ªna.
Mart¨ªnez confes¨® a la titular del Juzgado Togado Militar Territorial n¨²mero 12 que en abril del a?o pasado, durante una escala del buque en Cartagena de Indias (Colombia), ¨¦l y su compa?ero Manuel Fontao contactaron con unos narcotraficantes colombianos, que les entregaron diez l¨¢minas con cuatro kilos de coca¨ªna en total, dispuestas en fajas en el interior de unos calzones. Una vez en el barco, ocultaron la droga en un tanque de aguas fecales, para que no pudieran olfatearla los perros en un registro. Aunque la envolvieron en bolsas de pl¨¢stico y precintaron con cinta americana, el agua fecal se filtr¨® y ¡°los paquetes ol¨ªan muy mal¡± cuando los sacaron de su escondite. Ello no pareci¨® importar demasiado a los narcotraficantes.
En mayo de 2014, durante la escala del Juan Sebasti¨¢n Elcano en Nueva York, entregaron la mercanc¨ªa en una casa del barrio del Bronx, a cambio de 9.000 d¨®lares para cada uno, la mitad de lo prometido. Lo m¨¢s preocupante es la facilidad con la que consiguieron introducir la droga en el barco, ya que ¡°no se registraba en ning¨²n momento a la dotaci¨®n cuando entraba y sal¨ªa del mismo¡±, seg¨²n el arrepentido. Esta misma versi¨®n fue ratificada por el marinero Jimmy Vanoni quien, en una operaci¨®n paralela pero diferente de la de su compa?ero, confes¨® haber transportado tres kilos de coca de Cartagena de Indias a Nueva York a cambio de 15.000 d¨®lares. Y ello gracias a que ¡°no hay control alguno cuando entran o salen del barco, ni tampoco pasan aduanas o controles fiscales en los puertos en los que atracan¡±.
Conocedores de esta circunstancia, los narcos colombianos convirtieron a los marineros espa?oles en camellos privilegiados. Vanoni admiti¨® que, seg¨²n los comentarios que se o¨ªan en el barco, ¡°al menos unas 50 personas de la dotaci¨®n traficaban con droga¡±. Por su parte, Fontao declar¨® que el capo colombiano que les entreg¨® la droga les dijo ¡°que ten¨ªa m¨¢s gente trabajando para ¨¦l en el barco¡±. Parte de la coca¨ªna era para las ¡°fiestas clandestinas¡± que, con abundancia de alcohol, se celebraban en el t¨²nel de conexi¨®n de la Sala de M¨¢quinas con la planta TAR (Tratamiento de Aguas Residuales), seg¨²n han reconocido varios de los marineros, y el resto para conseguir dinero extra trapicheando.
¡°Desde que se entra en la escuela se comenta que en el Juan Sebasti¨¢n Elcano se trafica con droga, as¨ª como se sabe de cualquier otro buque que atraque en puertos problem¨¢ticos, porque haya suministros de tabaco, alcohol, droga, oro... Porque aunque hay seguridad no hay registro¡±, dijo el marinero Jos¨¦ Cascallar. Fontao reconoce que ¡°le llamaba la atenci¨®n¡± que el personal de guardia parec¨ªa estar colocado. ¡°El consumo era evidente y en algunos grupos, que coincid¨ªan con los que m¨¢s a?os llevaban en el buque, s¨ª percib¨ªa, aunque ellos lo trataban de manera sibilina, que sab¨ªan del tr¨¢fico de drogas¡±, ratific¨® Mart¨ªnez, quien asegur¨® haber ¡°observado personalmente el consumo generalizado¡± de drogas en el buque.
En el centro de la trama se encuentra Manolo o el Naca, un empleado civil y cocinero del Juan Sebasti¨¢n Elcano desde hace 18 a?os. Fue este quien, seg¨²n el arrepentido, les dijo a ¨¦l y a su compa?ero Fontao que si traficaban con droga ten¨ªan que pagarle una comisi¨®n; quien les traslad¨® un mensaje mafioso ¡ª¡°el p¨¢jaro no ha salido del nido¡±¡ª cuando, ya en Nueva York, se retrasaron en la entrega de la mercanc¨ªa; o quien advirti¨® a Vanoni de que pagara 1.000 d¨®lares a Mondongo, el taxista de los narcos, por el alquiler de un piso que nunca lleg¨® a ocupar. Manolo es el ¨²nico de los siete encarcelados el a?o pasado que sigue en prisi¨®n.
El ¨²ltimo detenido, el marinero Cascallar ¡ªque fue repatriado desde la fragata Victoria, desplegada en el ?ndico¡ª, qued¨® en libertad tras prestar declaraci¨®n el pasado d¨ªa 19, acusado de facilitar el escondite para ocultar la droga. Cascallar neg¨® haber cobrado por ello, pero admite que recomend¨® a sus compa?eros ¡°la zona de oficiales del buque que nunca se inspecciona y no pasan por ah¨ª los perros que pueden detectar esas sustancias¡±. Despu¨¦s de m¨¢s de un a?o en prisi¨®n, Mart¨ªnez, Vanoni y Fontao salieron en libertad provisional el mes pasado, tras acogerse al art¨ªculo 376 del C¨®digo Penal, que permite reducir en uno o dos grados la pena para los condenados por narcotr¨¢fico que ¡°colaboren activamente¡± con la Justicia. La fiscal¨ªa advirti¨® de que las autoridades estadounidenses podr¨ªan pedir la extradici¨®n de los militares, con el argumento de que fue en su territorio donde se cometi¨® el delito.
Este caso desborda, con mucho, una investigaci¨®n por narcotr¨¢fico. No solo se trata de rehabilitar el nombre del Juan Sebasti¨¢n Elcano, embajada flotante de la Marca Espa?a; sino tambi¨¦n el prestigio de la Armada, que no ha sabido controlar a su propio personal; el del Gobierno de Espa?a, responsable del uso correcto de las inmunidades ante otros estados; y de la justicia, a lo que corresponde llegar hasta el fondo del asunto.
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