Esperando a Rivera
Hagamos un flashback, una escena retrospectiva. Esto es Estados Unidos. Estamos en febrero de 1992. El bipartidismo del partido Republicano y el partido Dem¨®crata, enfrascados en elegir a George H. W. Bush y Bill Clinton, respectivamente, como sus candidatos a la Casa Blanca, sufre un shock.
Un candidato, el empresario norteamericano Ross Perot, anuncia el 20 de febrero en el programa Larry King Live, de la cadena CNN, que se presenta como candidato independiente. El 25 de mayo, la revista Time, al advertir las expectativas que despierta, la dedica la portada. ¡°Esperando a Perot¡±, titula la revista.
Perot es catapultado al liderazgo con un 39% de los votos en los sondeos del mes de junio de 1992. Despu¨¦s de una campa?a accidentada, de la que se retira por presuntas amenazas de difusi¨®n de fotos comprometidas sobre su hija, a punto de casarse, luego regresa.
Y obtiene, como tercer candidato, nada menos que el 18,9% de los votos (19,7 millones de votos). La fuente de sus votos es transversal a todos los partidos y sectores sociales. Le roba un 38% a Bush y otro 38% a Clinton y, adem¨¢s, se beneficia del aumento de la participaci¨®n que su campa?a ha contribuido a lograr.
Albert Rivera no es Ross Perot. Acaba de cumplir Rivera 36 a?os y Perot ten¨ªa 62 cuando se present¨®. Pero el despegue de Rivera abreva en la misma fuente: el deseo de un sector de votantes, que all¨ª, en Estados Unidos, llaman ¡°independiente¡± o la ¡°generaci¨®n X¡±, y que deseaba castigar a los dos partidos tradicionales que se intercambian siempre la Casa Blanca.
Y el temor a un escenario parecido corre como sudor fr¨ªo en las c¨²pulas y asesores del PP y del PSOE. Uno de los ejercicios m¨¢s apasionantes estos d¨ªas ser¨ªa escuchar las conversaciones entre los gur¨²s y los candidatos.
La reacci¨®n, por ejemplo, de Rajoy, a micr¨®fono cerrado, cuando Pedro Arriola le explica lo dif¨ªcil que se est¨¢n presentando las cosas. Si en p¨²blico el presidente del Gobierno ha dicho ayer, en el Congreso, con ocasi¨®n del d¨ªa de la Constituci¨®n que ¡°todo est¨¢ abierto¡±, ?qu¨¦ no dir¨¢ en privado?
Lo mismo vale para Pedro S¨¢nchez a quien la secretaria general del Partido Socialista de Andaluc¨ªa y presidenta de la Comunidad Aut¨®noma ha corregido impl¨ªcitamente al se?alar que ¡°cuando hay elecciones yo solo salgo a ganar¡± y zanjar que la obligaci¨®n de formar gobierno corresponde al partido m¨¢s votado, algo que se ha interpretado como un tir¨®n de orejas a la propuesta de S¨¢nchez sobre una coalici¨®n con quien haga falta para impedir que gobierne el PP.
Si Rivera no llega primero pero obtiene una posici¨®n muy pr¨®xima al PSOE, sea por encima o algo por debajo, y a considerable distancia de Podemos; y si Rajoy ha ganado las elecciones, sin poder asegurarse a solas la investidura, el presidente del gobierno entrar¨ªa, con todas las diferencias del caso, en lo que podr¨ªamos llamar el trauma de Artur Mas.
Ciudadanos quedar¨ªa, mira por d¨®nde, en la posici¨®n de la Candidatura de Unidad Popular de Catalu?a (CUP).
?Ejercitar¨¢ la f¨®rmula que, de momento, mantiene la CUP, la f¨®rmula riojana, la que Rivera utiliz¨® en La Rioja con Pedro Sanz? A saber: que el PP quite a Rajoy si quiere su apoyo para gobernar, con el argumento de que ello supondr¨ªa un paso enorme para impulsar la regeneraci¨®n. ?Resistir¨¢ Rivera la tentaci¨®n de plantear la jubilaci¨®n forzada de Rajoy, si se da el escenario descrito?
Pues eso: un sudor fr¨ªo recorre el cuerpo de los candidatos del bipartidismo. En cualquier caso, todo indica que se abrir¨ªa una fase de inestabilidad pol¨ªtica nunca vista en Espa?a.
¡°Vamos hacia un Parlamento italiano, pero sin italianos que lo gestionen¡±, dijo Felipe Gonz¨¢lez quince d¨ªas antes de las elecciones municipales y auton¨®micas del pasado 24 de mayo.
Habr¨¢ que aprender, porque a la fuerza¡ahorcan.
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