Un pu?etazo a la campa?a
El pu?etazo a Rajoy, que casi lo tumba en el suelo, convierte su ciudad en el escenario de otra de sus peores experiencias personales en pol¨ªtica
En el c¨ªrculo cercano de Mariano Rajoy ha hecho fortuna una frase que dice que ¨¦l siempre quiso ser expresidente del Gobierno. La cita tiene que ver con el regreso a la vida tranquila de Pontevedra, y hacerlo con el reconocimiento de los vecinos. ¡°Que lo paren cuando vaya al caf¨¦ del Blanco y Negro, cuando da el paseo por las Palmeras, cuando llega al baile del Casino¡±, comenta un amigo suyo. Como presidente a Rajoy lo paran demasiado; de hecho, en invierno frecuenta m¨¢s Sanxenxo, en donde hay menos gente, que Pontevedra.
Hace dos veranos un rumor lo situ¨® abandonando la playa de Silgar, un domingo de llenazo, tras ser abucheado e insultado por los ba?istas. Ni eso ocurri¨®, ni los ba?istas de la playa de Silgar, por generalizar, son el target m¨¢s hostil a las pol¨ªticas de Rajoy. En realidad ni en Pontevedra ni en Sanxenxo, salvo alguna ocasi¨®n aislada (en el puerto deportivo un vecino le abronc¨® por subir los impuestos), tuvo Rajoy problemas. En su ciudad, en las elecciones municipales, lo que hacen sus vecinos es darle la espalda clamorosamente: lleva gobernada por los nacionalistas desde 1999. En las generales, la mayor¨ªa vota al Partido Popular.
Tras el pu?etazo de ayer su primera preocupaci¨®n, seg¨²n los cargos del PP local que le acompa?aban, fue recuperar las gafas, algo que no pudo hacer. Pidi¨® tranquilidad a los agentes de la polic¨ªa y sigui¨® la ruta callejera que ten¨ªa prevista. Desech¨® acercarse al hospital Dom¨ªnguez, que estaba al lado, para subirse al coche y emprender rumbo a A Coru?a. En medio de la autopista el coche par¨® en un ¨¢rea de servicio para que se pudiese poner hielo en la cara.
Rajoy suele recordar que su peor experiencia pol¨ªtica fue la cat¨¢strofe del Prestige. Aznar le encarg¨® la gesti¨®n y le envi¨® a Galicia, en una de las misiones que pes¨® a la hora de nombrarle sucesor. El desgaste pol¨ªtico lo llev¨® bien: las manifestaciones, la presi¨®n, los desmentidos de los t¨¦cnicos y las burlas en los medios de comunicaci¨®n (aquellos ¡°hilillos de plastilina¡±). Lo que acus¨® de forma extraordinaria fue que por primera vez fue acosado en la esfera personal con su familia presente. Ocurri¨® en O Grove, junto a su mujer y su primer hijo, que entonces ten¨ªa cuatro a?os: fue insultado y silbado durante un paseo con ellos. Le sucedi¨® alguna vez m¨¢s en aquellas fechas, tambi¨¦n en su tierra.
El pu?etazo de ayer, que casi lo tumba en el suelo, convierte su ciudad en el escenario de otra de sus peores experiencias personales en pol¨ªtica. Lo que peor va a llevar, seg¨²n sus amigos, es que su mujer y sus hijos vean la agresi¨®n.
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