El PP cuenta con poder gobernar con una minor¨ªa holgada
La meta pasa porque el l¨ªder de Ciudadanos, Albert Rivera, tenga que permitir la investidura
El PP no cree que haya tantos indecisos realmente en Espa?a (el 41% sosten¨ªa el ¨²ltimo CIS) ni mucho menos. Los populares sostienen que lo que existe es mucho voto oculto, favorable en el fondo a las tesis y al perfil del candidato conservador y menos arriesgado de Mariano Rajoy. Y sobre esa tesis hacen todas sus cuentas. No es solo una opini¨®n. Las encuestas internas superan las expectativas que reflejan algunos sondeos externos y les sit¨²an entre 135 y 140 esca?os, 46 menos que los que tienen ahora y a 36 de la mayor¨ªa absoluta. Es lo que llaman en la direcci¨®n del comit¨¦ de campa?a una "mayor¨ªa holgada, suficiente o amplia¡± que les permite mostrarse en privado "moderadamente optimistas".?
Aunque en la direcci¨®n del PP tambi¨¦n admiten que con cuatro partidos por primera vez en el entorno del 20% de los votos "puede pasar de todo". Los populares piensan que al final se beneficiar¨¢n de una corriente de papeletas que estaban en la duda o el desencanto y que ante la trascendencia de unas elecciones generales se decantar¨¢n por la certidumbre de los grandes partidos nacionales, conocidos como el bipartidismo.
Desde la direcci¨®n de campa?a del PP recuerdan que los partidos emergentes se sostienen de la previsi¨®n de voto de los cerca de ocho millones de electores m¨¢s j¨®venes, que sin embargo apenas votan al final en un 40% frente al 80% de los m¨¢s de ocho millones de jubilados que siempre acuden a las urnas. Ah¨ª est¨¢ su fuerza oculta casi sin competencia.
El candidato Rajoy, que sabe que se juega ser el primer presidente de la actual democracia que no repite mandato, volvi¨® ayer a insistir en la idea de que se da por satisfecho con ¡°ganar, ser la primera fuerza pol¨ªtica y poder gobernar¡±. En p¨²blico, evita alimentar las especulaciones.
Esas quinielas sobre c¨®mo llegar al poder con esos n¨²meros y los hipot¨¦ticos pactos poselectorales son las que rellenan en su equipo. La estrategia, dise?ada al detalle desde el comienzo de la campa?a con el llamado Bertinazo (la aparici¨®n el 2 de diciembre de Mariano Rajoy en clave personal en el exitoso programa de Bert¨ªn Osborne), pasaba por acercar m¨¢s el lado desconocido de Rajoy, pasearle por la Espa?a a la que no llegan los dem¨¢s, protegerle de posibles errores o pifias y presionar a Ciudadanos y su l¨ªder Albert Rivera para que no tuviera m¨¢s remedio al final que apoyarle en su futurible investidura. El plan ha salido hasta ahora cuadrado.
El PP empez¨® la campa?a intentando proteger el bipartidismo y a su te¨®rico gran rival, el socialista Pedro S¨¢nchez, pero la encarril¨® con ataques hacia la ambig¨¹edad de Ciudadanos cuando observ¨® que Rivera sostuvo en p¨²blico que no permitir¨ªa la continuidad de la vieja pol¨ªtica de Rajoy. Esa presi¨®n ha dado sus frutos. Rivera ya habla de respetar con su abstenci¨®n al partido ganador. Justo lo que quer¨ªa el PP.
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