Emplazar, desbordar
El PSOE tiene oportunidad de presentar su propia alternativa a la consulta soberanista
En los a?os setenta tuvieron notable influencia pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco grupos minoritarios radicales no muy diferentes de lo que ahora es Podemos. Su estrategia, orientada por el objetivo de desestabilizar el sistema, se apoyaba en la t¨¢ctica de emplazar a los partidos mayoritarios a tomar iniciativas rupturistas seguida del desbordamiento radical de lo que finalmente hac¨ªan. Algo que pudo tener sentido en la agon¨ªa del franquismo, cuya desestabilizaci¨®n era un objetivo en s¨ª mismo, pero dej¨® de tenerlo en democracia.
Podemos se ha moderado bastante pero sin renunciar del todo a ese izquierdismo residual que justifica cualquier cosa que contribuya a debilitar al sistema (democr¨¢tico) que estigmatizan como casta. Y no es casual que su ¨²ltimo movimiento t¨¢ctico haya sido emplazar al PSOE a admitir la celebraci¨®n ¡°inaplazable¡± de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n en Catalu?a como condici¨®n para pactar con ellos una alternativa de Gobierno.
Asumir ese pacto significar¨ªa, hoy por hoy, correr el riesgo de una vuelta a la din¨¢mica emplazamiento-desbordamiento, pero ahora dentro del propio Ejecutivo. Autodeterminaci¨®n no significa m¨¢s autonom¨ªa sino romper con ella. As¨ª lo vio ya en el debate constitucional el entonces portavoz del Partido Comunista Jordi Sol¨¦ Tura. La izquierda ¡ªopin¨® por entonces¡ª no puede defender el pleno despliegue de un Estado auton¨®mico, que implica un amplio consenso, y a la vez reclamar la posibilidad de secesi¨®n mediante un refer¨¦ndum, que supone imposibilitar un acuerdo mayoritario sobre esa forma de Estado; y que ser¨ªa altamente desestabilizador para la naciente democracia.
Tambi¨¦n lo ser¨ªa ahora. Porque desencadenar¨ªa una din¨¢mica de agravios comparativos que disolver¨ªa el Estado auton¨®mico sin alternativa viable; y porque tampoco resolver¨ªa, sino radicalizar¨ªa, la actual crisis catalana. As¨ª lo adelantan las sucesivas elecciones m¨¢s o menos plebiscitarias y decenas de encuestas que revelan que no hay mayor¨ªa suficiente para la independencia; y que indican tambi¨¦n que un planteamiento unilateral de la misma dividir¨ªa dram¨¢ticamente a la sociedad catalana.
El PSC tuvo que sacar de su programa el llamado derecho a decidir ¡ªque se estaba interpretando ambiguamente como una consulta no vinculante pero con consecuencias pol¨ªticas irreversibles¡ª para contener la deriva de adaptaci¨®n al soberanismo que hab¨ªa roto el partido. Situaci¨®n que aprovechan los de Colau e Iglesias para emplazar a los de S¨¢nchez e Iceta a volver a esa deriva bajo amenaza de responsabilizarles de haber impedido un acuerdo para desalojar a Rajoy de La Moncloa.
Los socialistas no solo deben rechazar ese chantaje sino plantear su propia iniciativa en respuesta a la demanda mayoritaria de una consulta en Catalu?a. Aceptar que esa consulta se produzca, pero no como punto de partida que trace de entrada una frontera entre catalanes, sino como culminaci¨®n de un proceso de negociaci¨®n y ratificaci¨®n del acuerdo alcanzado con el Estado. Acuerdo que podr¨ªa partir de la sentencia del Constitucional de marzo de 2014 que, tras negar la existencia de un derecho de autodeterminaci¨®n de Catalu?a, admite que pueda hablarse de derecho a decidir como ¡°aspiraci¨®n pol¨ªtica a la que solo puede llegarse mediante un proceso ajustado a la legalidad constitucional¡±. Es decir, tras una reforma constitucional, refrendada por el conjunto de los espa?oles, que ampare reformas del Estatuto que reconozcan a los catalanes el derecho a disponer de la ¨²ltima palabra sobre la relaci¨®n de Catalu?a con la Espa?a auton¨®mica.
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