Despu¨¦s de Mas, ?Rajoy?
Ahora se ver¨¢ el error de los que pensaban que defenestrando a Mas se acabar¨ªa el problema
Renunci¨® el candidato predeterminado y la investidura fue posible. A Rajoy le silbar¨¢n los o¨ªdos. Artur Mas cay¨® cuando ya nadie lo esperaba. Y la CUP, que ha conseguido desconcertar a todo el mundo, incluidos sus propios militantes, entra en el purgatorio con una medalla: el sector negocios de Convergencia ha sido barrido del Gobierno: ni Artur Mas, ni Felip Puig, ni Boi Ruiz, ni Germ¨¢ Gord¨® siguen.
Mariano Rajoy ha tenido cuatro a?os de mayor¨ªa absoluta y nunca ha conseguido la iniciativa pol¨ªtica en este tema
Ya con Carles Puigdemont como nuevo presidente la pelea arranca en el ¨¢mbito de lo simb¨®lico: el Rey se niega a recibir a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell; y el Gobierno evita el agradecimiento a Mas por los servicios prestados. Como respuesta, Puigdemont se olvida del Rey y de la Constituci¨®n al jurar su cargo. Que la querella derive por estos caminos es una expresi¨®n de impotencia: en la medida en que ni el independentismo tiene fuerza suficiente para saltar la valla, ni los gobernantes espa?oles para desarticularlo, la pelea se sublima a trav¨¦s de los ritos pol¨ªticos.
El soberanismo catal¨¢n no es un capricho de unas pocas personas. Y ahora se ver¨¢ el error de los que pensaban que defenestrando a Mas se acabar¨ªa el problema. Un proyecto que ha llegado a movilizar dos millones de votantes no se resuelve ilegaliz¨¢ndolos. Mariano Rajoy ha tenido cuatro a?os de mayor¨ªa absoluta y nunca ha conseguido la iniciativa pol¨ªtica en este tema. Su partido se ha desplomado en Catalu?a, mientras el soberanismo alcanzaba cotas ins¨®litas. Sin otro discurso que la amenaza es dif¨ªcil atraer a los votantes.
La suerte de Carles Puigdemont y su Gobierno depender¨¢ que hayan aprendido la lecci¨®n de estos meses. El soberanismo no est¨¢ en condiciones de forzar el salto a la independencia. Tiene que rectificar su estrategia, bajar el ritmo y acumular capital electoral. Con los resultados obtenidos el 27-S, recordaba el Financial Times, el soberanismo carece de legitimidad moral para exigir un refer¨¦ndum. Para ser reconocido tienen que sumar m¨¢s.
En l¨®gica simetr¨ªa, la estrategia de los gobernantes espa?oles y de los partidos contrarios a la independencia ha de centrarse en que el voto soberanista no crezca y en ganarse al sector tibio de sus dos millones de votantes. Para ello hay que hacer pol¨ªtica: dar la batalla ideol¨®gica y plantear propuestas para contrarrestar los nudos argumentales de la otra parte. Han pasado m¨¢s de tres a?os desde que se dio el primer gran encontronazo (septiembre de 2012). Rajoy no ha planteado ninguna iniciativa reformista dirigida a los catalanes. En democracia, la hegemon¨ªa se gana en la lucha pol¨ªtica, no se impone. Afrontar pol¨ªticamente la cuesti¨®n catalana es prioridad de la pr¨®xima legislatura. Y el balance de estos cuatro a?os es n¨ªtido: Rajoy no sirve para esta tarea. Ah¨ª est¨¢n los resultados.
El soberanismo no est¨¢ en condiciones de forzar el salto a la independencia. Tiene que rectificar su estrategia
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