Pol¨ªtica para mayores de 18 a?os
Ha entrado la televisi¨®n en el Congreso, y con ella una especie de suspensi¨®n de incredulidad
Adem¨¢s del universo y la estupidez humana, hay otra cosa que es eterna: la capacidad de un espa?ol para escandalizarse. Nunca se sabe muy bien d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite. A la aparici¨®n de la mercadotecnia de Podemos, por ejemplo, el PP manda a responder a Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz con unos aspavientos que cualquiera le dice que por qu¨¦ no se va a poder entrar con un beb¨¦ si al Congreso se pueden llevar ¨¢ngeles. Da la sensaci¨®n de que la escena se repetir¨¢ mucho: cebos folcl¨®ricos pensando en el exterior de Pablo Iglesias y veteranos del PP yendo al trapo con la mira puesta en clave interna, que es como se trabaja en ese partido.
Hasta el hecho simb¨®lico, tan recurrente, despierta la misma tensi¨®n que el primer d¨ªa. Felipe Gonz¨¢lez nombr¨® ministro a Sempr¨²n porque quer¨ªa que se le cuadrasen los guardias civiles que le persegu¨ªan quince a?os antes. Carme Chac¨®n pas¨® revista al Ej¨¦rcito embarazada. C¨¦sar Antonio Molina dijo que Zapatero le hab¨ªa sustituido porque quer¨ªa en su puesto a una chica con glamour. Como cont¨® Dani Dom¨ªnguez en Faro de Vigo, antes de las auton¨®micas gallegas de 2012 un asesor aconsej¨® a la candidata de EU salir en el cartel electoral con su hija en brazos; Yolanda D¨ªaz hab¨ªa hecho popular la estampa de ella cargando a la ni?a, con tanta insistencia que cuando la baj¨® al suelo la chica ya deb¨ªa de tener 15 a?os. El asesor era Pablo Iglesias.
Lo nuevo se sostiene siempre sobre lo viejo, y lo viejo en el Congreso es lo que permite que lo nuevo est¨¦ dentro. Por eso, puestos a ser intensos, en las f¨®rmulas elegidas por Podemos para prometer su cargo, llenas de imperativos legales y nunca m¨¢s un pa¨ªs sin su gente, hubiera estado bien que uno al menos recordase que en esa C¨¢mara que pisaba por primera vez hay en el techo agujeros de bala y hubo diputados que o bien no se tumbaron o bien fueron derechos a los golpistas a abroncarles. Esa gente era de este pa¨ªs y estaba defendiendo, avant la lettre, que Podemos estuviese en el Congreso. Tambi¨¦n el pa¨ªs ten¨ªa gente dentro cuando se vot¨® a favor del matrimonio homosexual; eran gentes del com¨²n los que acabaron con la mili, y los que durante a?os entraban y sal¨ªan con una diana en la cabeza y otra en los bajos del coche mientras enterraban a sus amigos. De la que sentir orgullo, digo, porque gente del pa¨ªs era toda, incluso a veces la misma, desde los del terrorismo de Estado a Filesa, pasando por la guerra de Irak, los recortes de 2010, la G¨¹rtel y B¨¢rcenas, por citar de memoria el museo de los horrores.
Fraga sol¨ªa decir que el PP es el partido que m¨¢s se parece a Espa?a; nunca me qued¨® claro si era un elogio. Lo que empez¨® a saberse este mi¨¦rcoles es que Podemos es el partido que mejor la conoce. El que mejor domina el tempo de la comunicaci¨®n, el que abre foco con m¨¢s habilidad a donde le interesa: el que tiene la capacidad casi quir¨²rgica de convertir en esc¨¢ndalo una lactancia por obra y gracia no de la acci¨®n, sino de la reacci¨®n.
Ha entrado la televisi¨®n en el Congreso, y con ella una especie de suspensi¨®n de incredulidad. De su reconversi¨®n de la pol¨ªtica de gestos, dirigida a la audiencia, a la pol¨ªtica de leyes, concretada en ciudadanos, depender¨¢ no s¨®lo su asimilaci¨®n parlamentaria sino su supervivencia como opci¨®n real de Gobierno. Fuera del Parlamento tanto Podemos como Ciudadanos, m¨¢s los primeros por su derroche emocional (Iglesias volvi¨® a llorar), han despertado una suerte de ¨¦xtasis religioso entre los suyos. A efectos pr¨¢cticos ha sido homeopat¨ªa. Este mi¨¦rcoles, de alguna manera, se pusieron la bata y entraron en quir¨®fano.
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