La (verdadera) patria com¨²n

Ciertamente, y como escribiera Albert Camus, todos tenemos derecho a nuestras propias utop¨ªas, deseos e ilusiones, pero nuestra verdadera patria com¨²n es la realidad. Y, en este momento, la realidad espa?ola que a todos nos concierne por igual es la inequ¨ªvoca opci¨®n ciudadana, en las elecciones ¨²ltimas, por un sistema pol¨ªtico m¨¢s equilibradamente plural y asentado en el recurso sistem¨¢tico al di¨¢logo, a la negociaci¨®n y al pacto ¡ªalgo que no todos parecen haber entendido¡ª. Unos siguen pensando que lo que ahora procede es reforzar la defensa del fort¨ªn; otros, que es hora de asaltar los cielos, y cuanto antes; y otros, entre portazos y desplantes varios, tratan de seguir las nuevas reglas del juego sin, por el momento, haber logrado apenas negociar sino entre ellos mismos. La iniciativa del Rey propiciando, dentro de sus muy tasadas competencias, el desbloqueo de la actual situaci¨®n, ha encontrado un masivo apoyo popular, pero est¨¢ por ver que logre sacudir el torpor que agarrota a parte de los actores pol¨ªticos.

Es hora de reconocer sin ambages que el 20-D no arroj¨® un ganador, sino lo que cabe designar como cuatro no-ganadores, pues ninguno de ellos, por s¨ª solo, puede hacer nada. El multipartidismo puede sin duda resultar complejo de gestionar, pero no imposible (y si no, v¨¦ase el ejemplo de Dinamarca: pa¨ªs pol¨ªticamente estable donde los haya, que lleva un siglo sin mayor¨ªas absolutas y con Gobiernos pactados en la noche misma electoral). En todo caso, la realidad aqu¨ª y ahora es que, de forma ampliamente mayoritaria (66% frente a 31%), los espa?oles descartan el posible retorno al bipartidismo para hacer m¨¢s sencilla la gobernabilidad. Y el 72% piensa que la actual morosidad en la conformaci¨®n de un Gobierno no se debe al mayor pluralismo pol¨ªtico, sino a la impericia de los actores pol¨ªticos. La pol¨ªtica ¡ª?hay que recordarlo a estas alturas?¡ª consiste precisamente en afrontar y dar salida a situaciones complejas, buscando puntos medios de encuentro, propiciando el famoso equilibrio arm¨®nico de frustraciones mutuas y renunciando a disculpar la inacci¨®n por el engorro que supone la existencia de adversarios detestados o molestos.

Los resultados de diciembre (y los que, seg¨²n el sondeo de Metroscopia, tendr¨ªa ahora una nueva convocatoria electoral) han levantado un velo de ignorancia ante las cuatro formaciones principales, como ya se?al¨® Ant¨®n Costas en estas mismas p¨¢ginas el pasado 17 de enero. Los cuatro tienen un horizonte similarmente incierto: ninguno puede anticipar, con seguridad, cu¨¢l acabar¨¢ siendo su situaci¨®n futura. Lo razonable, en tal situaci¨®n, ser¨ªa renunciar a toda tentaci¨®n de arrogancia o prepotencia y, con humildad, negociar acuerdos, primando las cuestiones que favorecen el consenso y descartando, al menos por ahora, las que lo dificultan, como recomendaba el profesor Costas. M¨¢s que nada, porque este puede ser el ¨²nico modo de fortalecer los respectivos apoyos populares, como cabe entender de los incipientes gui?os que a los distintos partidos lanza el sondeo de hoy.