Hacienda no eran ellos
El juicio del ¡®caso N¨®os¡¯ es el paradigma del proceso a toda una ¨¦poca, la del ¡®boom¡¯ inmobiliario y la corrupci¨®n a gran escala
Los 18 acusados y los m¨¢s de 350 testigos que ir¨¢n pasando a partir de este martes por el juicio del caso N¨®os en Palma de Mallorca podr¨ªan formar el casting de la pel¨ªcula que Luis Garc¨ªa Berlanga hubiera hecho sobre una ¨¦poca fastuosa, hedonista y huera, la del desparrame inmobiliario y pol¨ªtico espa?ol en la primera d¨¦cada de este siglo. El genio valenciano muri¨® en 2010, justo cuando se destap¨® el asunto. Pero que ¨¦l no hiciera esa pel¨ªcula no quiere decir que la Espa?a de sus pel¨ªculas no siga existiendo, porque eso es lo malo: nunca ha dejado de existir. Quiz¨¢ los protagonistas del juicio pensaron que por ser, de repente, modernos y ricos hab¨ªan dejado de parecerse a los de La escopeta nacional y que, es m¨¢s, no les podr¨ªan pillar ni retratar. Todo parec¨ªa tan reluciente, tan engrasado, sin caspa. Pero el juicio N¨®os les retrata, y nos retrata.
Aunque llevemos ya diez a?os con esta historia y quiz¨¢ aburra, en realidad lo esencial empieza este martes, porque es la hora de ajustar cuentas. Y hay algo que por obvio no es menos serio: oficialmente se podr¨¢n empe?ar en llamarle caso N¨®os, pero en la calle, y para todos, es el juicio de la Infanta, y no solo porque sea m¨¢s f¨¢cil de pronunciar. Ni siquiera el cariz de cotilleo y de cosas de famosos que ha adquirido puede rebajarlo de categor¨ªa.
Hasta ahora los efectos visibles del esc¨¢ndalo han sido cosas como borrar a I?aki Urdangarin de la web de la Casa del Rey, o quitarles la calle que les hab¨ªan puesto a los duques en Palma. Pero esto ya va de una petici¨®n de 19 a?os y medio de c¨¢rcel para ¨¦l, y de 8 a?os para ella. No es un juicio a la Casa del Rey, pero puede salir malparada. Porque este juicio desmenuzar¨¢ los pormenores. Habr¨¢ que escuchar los microrrelatos de muchos implicados que dibujar¨¢n poco a poco, en su zafiedad y sus detalles chuscos, ese gran fresco de la juerga de dinero permanente, un modo de hacer las cosas que ha dominado la vida p¨²blica durante demasiado tiempo. Y que ha llegado a lo m¨¢s alto. No es solo la infanta Cristina; es que deber¨¢n comparecer a dar explicaciones varios ex altos cargos de La Zarzuela, personal de confianza de la familia.
El exsocio de I?aki Urdangarin, Diego Torres, dijo este lunes por la ma?ana en la Cadena SER: ¡°Organizar jornadas deportivas y de turismo no es lucrativo. Se perdi¨® dinero¡±. Y entonces, ?para qu¨¦ lo hicieron? Debe de ser por amor al deporte. Pero es que el deporte en esos a?os era forrarse con artefactos et¨¦reos, no solo con ladrillo, aunque todo iba unido, lo s¨®lido y lo liviano. Se pod¨ªa robar construyendo y deconstruyendo. Con bloques de pisos de excelentes calidades o, como hac¨ªa la Instituto N¨®os, con informes de chichinabo o congresos, a raz¨®n de casi un mill¨®n de euros cada uno, que explicaban lo maravilloso que es organizar grandes eventos deportivos. Lo ficticio y lo desproporcionado se convirtieron en una realidad paralela, luminosa como una tragaperras, y las administraciones se volvieron locas con todo el dinero que entraba por la puerta.
No es casualidad que vayan a pasar por el juicio las autoridades de Baleares, Valencia y Madrid, los tres principales focos de corrupci¨®n de esos a?os. La lista de testigos, que desfila a partir de marzo, es un cantar de gesta: Rodrigo Rato, Francisco Camps, Rita Barber¨¢¡ Todos ex de algo, cuando eran algo o se lo cre¨ªan. Presidentes de f¨²tbol o medallistas ol¨ªmpicos, como Pepote Ballester, uno de los acusados como exdirector general de deportes del Gobierno balear, que abre ma?ana el baile de declaraciones.
Hab¨ªa un mamoneo ambiental que fue subiendo en plena efervescencia hasta la Monarqu¨ªa. Hacienda no eran ellos, que iban por libre. Familias enteras de constructores, pol¨ªticos y banqueros chorizos medraron a la sombra de la Casa del Rey esperando algo a cambio. Y por esa esperanza, justificada o no, con base real o no ¡ªnunca mejor dicho¡ª, este proceso es el paradigma de esos a?os obscenos: van de los cimientos de un adosado ilegal en Castell¨®n, o un aeropuerto in¨²til en medio de la nada, a la mism¨ªsima punta de los pies del Rey.
Manos Limpias
Esa estela de porquer¨ªa, que explica much¨ªsimo de la situaci¨®n pol¨ªtica en que nos encontramos, llega hasta hoy, cuando los jueces desmantelan el PP de Valencia por ser un sistema organizado de corrupci¨®n y resulta que a algunos les pilla por sorpresa. Ya no es tiempo de seguir haci¨¦ndose el orejas, con toda una Infanta sentada en el banquillo, aunque es de prever que muchos acusados y testigos dir¨¢n que no sab¨ªan, que no recuerdan, que no sospecharon nada, que entonces ¨¦ramos todos tan felices tirando de tarjeta.
En este no saber o no querer saber hay un asunto menor que no lo es y dice m¨¢s de lo que se quiere admitir. La infanta Cristina de Borb¨®n est¨¢ en el banquillo por el tes¨®n de una asociaci¨®n, Manos Limpias, surgida en el sotobosque de la extrema derecha, que a la mayor¨ªa de los espa?oles les causa mucho repel¨²s. Quiz¨¢ eche para atr¨¢s, pero el caso es que ninguna otra ha dado un paso adelante, ning¨²n ciudadano m¨¢s, y habr¨ªa que preguntarse por qu¨¦. Son los letrados de Manos Limpias, que en el juicio seguramente dar¨¢n espect¨¢culo, quienes piden ocho a?os de prisi¨®n para la hermana del Rey. No es nadie de las instituciones, nuestras instituciones. Estos se?ores son la acusaci¨®n popular, del pueblo, son esa parte que nos representa, y sinti¨¦ndolo mucho tambi¨¦n ellos son de pel¨ªcula de Berlanga.
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