La peineta de Aguirre a Rajoy
La dimisi¨®n rompe la omert¨¤ y deja al presidente del PP y del Gobierno en una posici¨®n insostenible
Igual que Rajoy le hizo la cobra a S¨¢nchez, Aguirre le ha hecho la peineta a Rajoy, no expl¨ªcitamente, pero s¨ª redundando en ese lenguaje simb¨®lico que sobrepasa las palabras y hasta las intenciones.
Las sobrepasa porque Aguirre no se limita a dimitir. Constri?e a Rajoy a replantearse la idoneidad de su liderazgo. Repiti¨® que las personas deben subordinarse al inter¨¦s general. Y dio por difunta la ¨¦poca de la autocracia, incitando la participaci¨®n de la militancia en la idiosincrasia del futuro PP.
Se explica as¨ª que el sacrificio expuesto en G¨¦nova despu¨¦s de la misa dominical eleve al despacho de Rajoy el problema y las obligaciones de la responsabilidad pol¨ªtica. Se ha abstra¨ªdo de ellas el presidente en un ejercicio de obstinado ensimismamiento y hasta de victimismo, pero la dimisi¨®n de Esperanza Aguirre conlleva un efecto incendiario.
Rita Barber¨¢, en primer lugar, no tiene otra soluci¨®n que renunciar a la coraza del Senado, mientras que Rajoy no puede permanecer ajeno al traj¨ªn policial y judicial en el puente de mando del buque fantasma mientras las ciudades que simbolizan el esplendor de su trayectoria pol¨ªtica, Valencia y Madrid, han terminado por encomendarse al papeleo de las gestoras.
Honra a Esperanza Aguirre su decisi¨®n por mucho que pudiera haberla tomado antes. Y se atiene, igualmente, al prop¨®sito de revestirla una utilidad pol¨ªtica. Primero porque le permite distanciarse de la corrupci¨®n. Y, en segundo lugar, porque la responsabilidad ¡°in vigilando¡± delata la precariedad de Rajoy en su posici¨®n de l¨ªder absoluto de todos los populares.
Y no s¨®lo de ellos. La credibilidad del presidente del Gobierno en tiempos de emergencia pol¨ªtica tanto se resiente de la corrupci¨®n epid¨¦mica del PP como demuestra una desmedida resistencia a la abdicaci¨®n.
Esperanza Aguirre, con sus palabras, sus hechos y sus galones, ha abierto la crisis del PP en canal. Y ha roto la omert¨¤ que proteg¨ªa a Mariano Rajoy en la enso?aci¨®n de una nueva investidura.
No estamos en tiempos de personalismos, dec¨ªa Aguirre en el pasaje m¨¢s envenenado de su rueda de prensa. No son los tiempos de Rajoy, hubiera dicho igualmente, sobre todo porque la urgencia con que ha preparado su propio sacrificio en la casa madre del partido desarma todo el discurso triunfalista, enajenado, que el presidente del PP y del Gobierno se hab¨ªa concedido a s¨ª mismo en Murcia unas horas antes.
No ya jact¨¢ndose de haber despreciado la mano de S¨¢nchez, sino describiendo un escenario apocal¨ªptico al que, naturalmente, s¨®lo ¨¦l podr¨ªa poner remedio en su papel providencialista. Aguirre le ha roto el sortilegio y le ha roto el coraz¨®n. El d¨ªa de San Valent¨ªn, para ser exactos.
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