El valencianizador implacable
Diego Torres exhibi¨® su arte ret¨®rico para decorar el mundo virtual del que le acusan
El mi¨¦rcoles, mon¨®logo. La sesi¨®n arranc¨® con Diego Torres con el piloto autom¨¢tico, que empez¨® a hablar sin pregunta previa del fiscal. Ya iba solo y alcanz¨® una velocidad de crucero notable. Torres, profesoral, did¨¢ctico, rollero, pudo explicarse sin trabas y ni bebi¨® agua. ¡°Es que estoy preparad¨ªsimo¡±, dec¨ªa. ¡°Tengo unas ganas locas de explicar que esas facturas no son falsas¡±, confesaba. Se mov¨ªa como una culebrilla en los vericuetos del sumario, una mole de 77.000 folios, y aparec¨ªa de repente en el folio n¨²mero 41.440 y siguientes. Citaba correos al Comit¨¦ Ol¨ªmpico Croata o se explayaba sobre sus gestiones en China. Ah¨ª ya le par¨® la juez para preguntarle cu¨¢l era la idea de fondo. Volvi¨® a la carga y cuando explicaba lo que era ¡°valencianizar¡± un proyecto, que buen valencianizador ha sido, la magistrada volvi¨® a echarle el alto. Torres ha valencianizado lo que ha tocado, un arte fallero, expresi¨®n de una ¨¦poca de fastos, pero la sesi¨®n de este mi¨¦rcoles acab¨® siendo una maniobra de desnudo, de desvalencianizaci¨®n.
Por fin, tras 35 minutos de conferencia par¨® el carro. Era fruto de un acuerdo tras los rifirrafes del d¨ªa anterior con el fiscal, Pedro Horrach, para que pudiera ilustrar sus respuestas. Fue un buen calentamiento, y cuando este reanud¨® su interrogatorio cualquiera le pillaba. Torres, ordenador en mano y malet¨ªn lleno a sus pies, llenaba esos vac¨ªos de realidad virtual que sostiene la acusaci¨®n ¡ªempresas que no trabajaban, facturas que no exist¨ªan, personas que no dieron un palo al agua¡ª, constru¨ªa con argumentos sobre esos decorados huecos. Repsol, por ejemplo, le encarg¨® averiguar si es mejor patrocinar un equipo o un evento, el tipo de dilema que nos planteamos todos, y m¨¢s que lo har¨ªamos si supi¨¦ramos lo caro que es: 80.000 euros. ¡°No hay literatura cient¨ªfica sobre eso¡±, advirti¨®. Tambi¨¦n salieron a escena Telef¨®nica, el BBVA y otras grandes empresas para las que trabaj¨® N¨®os. Los Juegos Europeos que intent¨® montar en Valencia, dicho sea de paso, se celebraron al final en Bak¨², pero es probable que en el Azerbaiy¨¢n interior no se hayan enterado, como en el resto del mundo exterior. Y le soltaron 6 millones. El euro despista mucho, porque si se piensa en pesetas se alucina m¨¢s.
Cuando Torres dec¨ªa ¡°si usted me permite se lo explico¡± o ped¨ªa ilustrar el contexto se palpaba el desaliento en el rostro del fiscal. Horrach se desesperaba con las idas y venidas por la carpetita digital Bloque Documental del Se?or Torres. Al final la juez le ri?¨® cuando se puso borde: ¡°Esto sobra¡±.
I?aki Urdangarin, con unas gafas naranjas, escribi¨® m¨¢s que nunca, tom¨® notas sin parar porque se acerca su d¨ªa, quiz¨¢ el jueves o o el viernes. Sal¨ªa a menudo su nombre y a la Infanta le daban toses. No obstante, Torres les trata con mano de seda en lo que parece la operaci¨®n Salvemos Al Menos a Nuestras Mujeres, porque ¨¦l siempre despeja balones cuando la acusaci¨®n se acerca a su esposa, Ana Mar¨ªa Tejeiro. Su argumento b¨¢sico es que todo lo ten¨ªan al 50% por si a ¨¦l le pasaba algo. Lo cierto es que pese al mal rollo que ha habido estos a?os, Torres y ¡°don I?aki¡±, como sigue diciendo, en las pausas hablan de forma distendida como viejos amigos.
Se acercan los d¨ªas gordos, con el interrogatorio a I?aki Urdangarin, y este mi¨¦rcoles estaban en la sala dos de sus seis hermanos, Mikel y Clara, llegados desde Vitoria, siguiendo las explicaciones de Diego Torres por la pantalla de la sala. En el descanso hablaron un rato con su hermano y la infanta Cristina y luego se quedaron a comer por el pol¨ªgono. Torres les coment¨® en un receso, se oy¨® en el pasillo, que por fin estaba contando ¡°la verdad¡±. El exsocio de Urdangarin se vio seguro con el fiscal: ¡°Mejor no pod¨ªamos actuar¡±, ¡°Esto no tiene secreto¡±, ¡°?Hacienda no sab¨ªa ya qu¨¦ hacer para encontrarme un delito fiscal!¡±. Iba tan sobrado que podr¨ªa haber propuesto organizar un summit all¨ª mismo, valencianizar la vista. Respondi¨® r¨¢pido, nunca le pillaban, no admit¨ªa nada, se ofend¨ªa, nunca era su letra. Le mostraron un extracto bancario de la hipoteca de su casa por importe de 1,2 millones. Iba a terminar de pagarla en 2035, pero a los cinco a?os, en 2010, ya puso 845.000 euros de una tacada. El fiscal inquiri¨®:
¡ª?De d¨®nde los sac¨®?
¡ªPues mire, me ha ido bien¡ (¡) No es un delito ser ahorrador.
Cuando le mostraron en la pantalla un dibujo con una cadena de saltos del dinero desde Belice a Suiza con sociedades inglesas al expresidente balear, Jaume Matas, que estaba sentado detr¨¢s, se le escap¨® la risa. El fiscal termin¨® con una pregunta enigm¨¢tica, sobre el significado de la responsabilidad social corporativa y Torres respondi¨® de forma impecable: contribuyen a una sociedad mejor. ¡°?Podr¨ªa hacer una parada biol¨®gica de dos minutos?¡±, pregunt¨® luego, y se fue satisfecho al ba?o. Sali¨® muy vivo el m¨¢s listo de la clase. Pero entonces lleg¨® la abogada del Estado, Dolores Ripoll, que lo fue m¨¢s. Cambi¨® la suerte de Torres. Con el fiscal derrengado despu¨¦s de 11 horas, sali¨® lanzada a por ¨¦l con un tono agresivo. La Infanta la miraba con cierto asombro.
Fue divertido ver a Miss Hacienda No Somos Todos preguntar a Torres si sab¨ªa el art¨ªculo tal o el real decreto 1496 barra 2003 en materia de facturas. Qued¨® claro que Torres s¨ª es Hacienda, y que todos los que s¨ª somos debemos sabernos los art¨ªculos por si nos los preguntan. Sali¨® el rescate el abogado de Torres, pero empez¨® a sufrir su cliente y ya no par¨®. Fue un poco fuerte que no supiera la diferencia entre estar contratado y subcontratado, lo que equivaldr¨ªa a no ser admitido como ciudadano espa?ol en un test de cultura general para inmigrantes. O que no supiera explicar por qu¨¦ sus empresas se cruzaron 425 facturas por valor de m¨¢s de 8 millones entre 2004 y 2008.
Torres ech¨® la culpa de todo a Marco Tejeiro, como en la v¨ªspera, que le llevaba la contabilidad de toda la vida, y tambi¨¦n pudo echar mano de la Casa Real. Volvi¨® a salir de refil¨®n la Zarzuela con la misma idea defensiva de Torres: lo supervisaban todo, as¨ª que nada pod¨ªa ser ilegal. Se exhibieron unos correos de Federico Rubio Carvajal, descrito como ¡°un alto funcionario de Hacienda¡±, que una vez al a?o verificaba las cuentas: ¡°No s¨¦ qu¨¦ cargo tiene, pero es quien hace la declaraci¨®n de la Familia Real, y la persona que hizo el informe sobre la herencia de Don Juan en Suiza al rey em¨¦rito para pagar menos impuestos¡±. Silencio embarazoso en la sala, como cada vez que sale el tema gordo de este asunto que en realidad no forma parte oficialmente del asunto. La Infanta en ese momento ten¨ªa cara de funeral, y encima luego sali¨® en la pantalla parte de su declaraci¨®n de la renta. Tambi¨¦n fueron mencionados el secretario de las Infantas, Carlos Garc¨ªa Revenga, socio del Instituto N¨®os, y el conde de Fontao, Jos¨¦ Manuel Romero, que les indic¨® c¨®mo montar una fundaci¨®n: ¡°Si te viene un se?or que es el abogado del jefe del Estado le haces caso¡±, dijo de forma razonable Torres. Con Urdangarin y Revenga de socios, Torres cont¨® que hubo carrera para apuntarse a N¨®os: recibi¨® 80 correos con solicitudes de admisi¨®n.
¡ª?Encontr¨® usted su puesto en la sociedad con el Instituto N¨®os?
¡ªMe gust¨® mucho, me lo pas¨¦ muy bien. S¨¦ lo que se ha montado luego, pero estoy muy orgulloso.
En un ¨²ltimo intento de ganarse a la abogada del Estado trat¨® de recomendarle libros de consultor¨ªa especializada, pero no hubo manera. Se dijo convencido de haber mejorado la sociedad, aunque acab¨® cansado y muy suave. Quiz¨¢ pens¨® que hizo una sociedad mejor, pero pudo hacer mejor sus sociedades.
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