Hace solo cinco a?os
La reducci¨®n de la velocidad a 110 km/h como medida de ahorro energ¨¦tico aprobada en 2011 y revertida cuatro meses despu¨¦s fue una oportunidad perdida
El 25 de febrero de 2011, hace solo cinco a?os, el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero aprobaba la reducci¨®n de la velocidad en autov¨ªas y autopistas a 110 kil¨®metros por hora por razones de ahorro energ¨¦tico.
Lo primero que hemos de constatar es que cinco a?os son una eternidad en un mundo en que la velocidad de la informaci¨®n no nos deja disfrutar de la informaci¨®n, en que la velocidad de las innovaciones no nos deja disfrutar de las innovaciones y en el que la velocidad de la vida no nos deja disfrutar de la vida.
Por aquella ¨¦poca, la primavera ¨¢rabe hab¨ªa tra¨ªdo la inestabilidad en el Magreb, el barril de petr¨®leo hab¨ªa alcanzado los 112 d¨®lares con puntas de 120 d¨®lares y, en plena crisis econ¨®mica, algo hab¨ªa que hacer para amortiguar los efectos sobre unas maltrechas cuentas p¨²blicas en plena pendiente.
Dicen que gobernar es prever. El ministro de Industria, Miguel Sebasti¨¢n, llev¨® entonces al Consejo de Ministros algunas propuestas de entre las medidas recomendadas por la Agencia Internacional de la Energ¨ªa para escenarios de emergencia energ¨¦tica. La m¨¢s vistosa era la reducci¨®n de la velocidad en autov¨ªas y autopistas.
La medida cogi¨® por sorpresa a la opini¨®n p¨²blica y se abri¨® el debate como se abre en nuestro pa¨ªs: todos contra el Gobierno. Unos dijeron que lo importante era la educaci¨®n ¡ªalgo que, siendo cierto, no serv¨ªa para una situaci¨®n de emergencia ya que sus resultados son a medio y largo plazo¡ª. Otros, que lo que se buscaba era recaudar m¨¢s a trav¨¦s de los radares, obviando que la ¨²nica intenci¨®n era gastar menos. Tambi¨¦n se dijo que como se tardar¨ªa m¨¢s, se iba a consumir m¨¢s, olvidando que el consumo se mide por kil¨®metros y no por tiempo. Incluso se dijo que era un atentado contra la libertad individual. Y la oposici¨®n tild¨® la decisi¨®n como un disparate sin precedentes. Nada nuevo para un asunto tan sensible como es la velocidad en carretera.?
El debate, al igual que la mayor¨ªa de los debates, nos permiti¨® aprender cosas como que el 75% de la energ¨ªa que consumimos depende de otros pa¨ªses. O que un aumento de 10 d¨®lares en el precio del barril de petr¨®leo nos costaba a todos los espa?oles 6.000 millones de euros. Sobre todo, que la velocidad m¨¢s eficiente es de 90 kil¨®metros por hora; a partir de ah¨ª, por cada kil¨®metro por hora de aumento, el consumo de combustible se incrementa un 1%. Y que circular a una media de 125 kil¨®metros por hora hace que se consuma un 20% m¨¢s que haci¨¦ndolo a 110 kil¨®metros por hora, mientras que solo se llega cinco minutos antes en un viaje de 100 kil¨®metros.?
El 7 de marzo de aquel a?o se implement¨® la medida, y los ciudadanos, con mejor o peor disposici¨®n, entendieron que la subida del precio del barril pod¨ªa hacer peligrar la incipiente recuperaci¨®n econ¨®mica y del empleo. As¨ª que asumieron su responsabilidad y levantaron un poco el pie del acelerador para correr menos, ayudando de esta manera a su pa¨ªs. Nada m¨¢s y nada menos.
El coste de la medida fue de 230.000 euros por la renovaci¨®n de las 6.000 se?ales de l¨ªmite de velocidad en nuestras carreteras. Poco significativo dado el ahorro energ¨¦tico aunque, a decir verdad, nunca hubo un estudio fiable sobre el ahorro econ¨®mico de la medida.
Aquella decisi¨®n sorprendi¨® favorablemente en el exterior y algunos responsables de Tr¨¢fico de pa¨ªses europeos, sin disimular su admiraci¨®n, nos preguntaban c¨®mo hab¨ªamos gestionado la medida.
Luego todo se complic¨®. Cuatro meses m¨¢s tarde, el 1 de julio de 2011, el Gobierno dej¨® sin efecto la medida, recuperando la antigua velocidad de 120 kil¨®metros por hora. El argumento utilizado fue que el precio del barril de petr¨®leo hab¨ªa bajado hasta los 106 d¨®lares ¡ªseis d¨®lares menos que en febrero¡ª, aunque algunos interpretaron que la proximidad de las elecciones y la necesidad de dar buenas noticias estaban detr¨¢s de la decisi¨®n. No deja de sorprender que algunos crean que aumentar 10 kil¨®metros por hora la velocidad en nuestras autov¨ªas y autopistas pueda dar votos.
M¨¢s tarde, y con la Ley de Tr¨¢fico de 30 de octubre de 2015, el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy plante¨® la posibilidad de aumentar la velocidad m¨¢xima hasta 130 kil¨®metros por hora en aquellos tramos que reunieran determinadas condiciones. Otra vez, y ante la proximidad de las elecciones, surge la sospecha de que alguien pueda haber pensado que aumentando la velocidad se obtienen votos. No parece una pol¨ªtica de largo alcance.
Aquella experiencia nos ha dejado algunos mensajes. El primero es que si las medidas se explican, y se explican bien, el ciudadano responde porque son mucho m¨¢s maduros y solidarios de lo que nos pensamos. Otra sensaci¨®n es la de una oportunidad perdida. Lo que no sorprende, ya que nuestra historia est¨¢ llena de oportunidades perdidas.
La medida fue de ¡°ahorro colectivo¡± para ayudar a la recuperaci¨®n econ¨®mica y del empleo. Hoy, en los programas y debates en los que estamos inmersos, aparecen muy pocas referencias al ahorro como una cultura necesaria ante el inmenso d¨¦ficit de nuestras cuentas p¨²blicas. Los discursos est¨¢n centrados en el c¨®mo y en qu¨¦ gastar, y poco se habla sobre el c¨®mo y en qu¨¦ ahorrar. Hubo una ¨¦poca en que se consideraba una virtud, pero parece que los tiempos han cambiado y hablar de ahorro ni queda bien ni da votos.
Pere Navarro fue director general de Tr¨¢fico entre 2004 y 2012.
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