Moviendo la cintura

Una de las cosas m¨¢s divertidas que tiene la pol¨ªtica espa?ola, y ojal¨¢ no cambie nunca, es el prejuicio. En base a ¨¦l se mueve la actividad en el Congreso estos d¨ªas, de tal forma que una t¨¢ctica preestablecida no puede ser alterada por nada. De esta manera, si este martes Pedro S¨¢nchez hubiese dictado punto por punto el programa del PP, el portavoz del PP Rafael Hernando habr¨ªa salido minutos despu¨¦s a decir que era el programa de un perdedor, de un oportunista y de un desestabilizador. Y hasta puede que tuviese raz¨®n.

Ese prejuicio que es com¨²n a todos, incluido S¨¢nchez y su alergia al propio PP, se aire¨® en el hemiciclo en cuanto el l¨ªder socialista recogi¨® sus papeles y se fue del estrado. No fue un discurso f¨¢cil: tuvo m¨¦rito al no desplomarse del sue?o y consigui¨® no pincharse en los tobillos para continuar pasando los folios. Pero es que adem¨¢s S¨¢nchez aspira a gustar a dos partidos antit¨¦ticos, que coqueteaban cuando el escenario era de lo viejo y lo nuevo y que se han ido a sus posiciones cuando la pol¨ªtica tradicional impuso sus reglas: izquierda y derecha, como toda la vida.

De esta forma, mientras S¨¢nchez le¨ªa lo que ten¨ªa delante iba adelantando la mirada en el folio para saltarse alg¨²n p¨¢rrafo, inaugurando una modalidad terror¨ªfica de intervenci¨®n parlamentaria muy acorde a la bipolaridad en la que est¨¢ instalado: decir una cosa de cintura para arriba y otra de cintura para abajo. Mejor saltarse el p¨¢rrafo que decir ¡°voy a suprimir las Diputaciones¡± mientras niega con la cabeza o gui?a el ojo de forma cr¨ªptica mirando a los suyos. Hubo algo de eso en su discurso, prueba de que va a por todas y se va a quedar sin ninguna como no afine. Fue una hora y media para decir que se estaba aburriendo con su programa con Ciudadanos mientras meneaba la cadera pensando en el de Podemos. No se volvi¨® loco delante de todo el mundo de milagro.

Tuvo un tono monocorde muy poco recomendable para esas horas de la tarde. De hecho, cuando llevaba ochenta minutos diciendo ¡°se lo digo con total lealtad¡± y ¡°tenemos un mandato claro, un mandato de cambio¡± porque hay ¡°algo nacido del acuerdo y del di¨¢logo¡±, parec¨ªa que estaba pidiendo un cambio de pizza en el Luna Rossa despu¨¦s de pactar con sus amigos. Lo que se le respondi¨® al terminar fue que daba igual lo que dijese porque sus votos no llegan y pudo haberse ahorrado los folios. Ninguno de esos que se lo reprocharon aclar¨® el sentido que ten¨ªa mantener un Parlamento en el centro de Madrid.

Lo m¨¢s delicado de la intervenci¨®n del candidato S¨¢nchez fue la coletilla que no iba incluida en el texto escrito y que consist¨ªa en avisar de que ¡°esto puede estar en marcha la pr¨®xima semana¡±. Sonaba al mec¨¢nico al que, si le pagan al contado, te lo tiene ma?ana.