El discurso ¨ªntegro de Mariano Rajoy
El texto completo le¨ªdo por el presidente del Partido Popular durante la sesi¨®n de investidura
Se?or Presidente, Se?or¨ªas:
Tomo la palabra en nombre del Grupo Parlamentario Popular para anunciarles nuestro voto en contra a la candidatura del se?or S¨¢nchez.
La raz¨®n m¨¢s obvia, aunque no la ¨²nica, ni la m¨¢s importante, es que se trata de una candidatura ficticia, irreal.
El se?or candidato, en lugar de intentar articular, en serio, una mayor¨ªa suficiente, ¡ªque es lo que se supone debe hacer uncandidato¡ª,ha preferido no hacerlo por razones que nada tienen que ver con el gobierno de Espa?a o los intereses de los espa?oles, sino exclusivamente con los planes particulares del se?or candidato.
En otras palabras: vino usted ayer, sin que nadie le hiciera sombra, a presentar una candidatura para formar Gobierno cuando, en realidad, no ha movido un dedo para formarlo. A lo mejor usted pretende que alguien se lo regale hoy.
La farsa no ser¨ªa genuina si faltaran en ella buenos y malos. En efecto, lo que pretende hacernos creer el se?or candidato es que, si hoy Espa?a no tiene gobierno, si no se completa una mayor¨ªa, si ¨¦l no es elegido Presidente, ser¨¢ por culpa de todos los dem¨¢s, que son los malos.
Toda esta representaci¨®n ha venido precedida de otra no menos teatral y altisonante. Me refiero a la solemn¨ªsima firma de un acuerdo de muy limitada relevancia, pero que se ha presentado con una escenograf¨ªa que nos hac¨ªa pensar que est¨¢bamos ante una p¨¢gina hist¨®rica de dimensiones s¨®lo comparables al Pacto de los Toros de Guisando.
Este gran paso hist¨®rico que, sin duda, los ni?os estudiar¨¢n en las escuelas con el Compromiso de Caspe y los Pactos de la Moncloa, nos ha hecho revivir aquellos felices d¨ªas de la ?conjunci¨®n interplanetaria?, que nos anunci¨® una entusiasta se?ora ministra, a cuenta de que en el Planeta Tierra iban a coincidir la presidencia Americana del se?or Obama con la Presidencia de turno de la Uni¨®n Europea del se?or Zapatero. Espa?a entera qued¨® estupefacta.
Bien es verdad que aquella conjunci¨®n interplanetaria, comparada con la actual, fue muy inocente. Al fin y al cabo, aquella no pretend¨ªa enga?ar a nadie, ni dar a los espa?oles la fraudulenta impresi¨®n de que se estaba resolviendo algo.
Pero vayamos por partes, se?or candidato.
Tras una campa?a electoral en la que lo m¨¢s significativo fueron sus insultos a mi partido, a mis electores y a su contrincante ¡ªque era yo¡ª,lo m¨¢ximo que usted logr¨® fue ofrecer a su partido el peor resultado electoral de su historia.
Los espa?oles ¡ªsin duda mal informados¡ª decidieron que usted perdiera las elecciones y, tambi¨¦n,¡ªsin duda malinformados¡ª,decidieron que las ganara el Partido Popular.
Aqu¨ª comienza todo, en la necesidad que usted experimenta, ante tama?a descalificaci¨®n personal, de ¡°rectificar los errores de los espa?oles¡± retorciendo a su conveniencia los resultados electorales.
Casi logra hacernos creer que, en realidad, el Partido Popular hab¨ªa perdido las elecciones, y que las hab¨ªa ganado un tal se?or cambio, con usted a la cabeza.
Lo que vino despu¨¦s no ha sido m¨¢s que un puro corolario autom¨¢tico de este planteamiento.
Lo que m¨¢s prisa le corr¨ªa era cegar los pozos de agua al Partido Popular. Bloquear cualquier posibilidad de que pudiera formar Gobierno.
?C¨®mo? Ya se sabe: diciendo NO. Me dijo usted ¡°NO¡± cuando le llam¨¦ el 23 de diciembre, y lo ha repetido desde entonces hasta la saciedad.
Le recuerdo sus propias palabras, Sr. S¨¢nchez: ¡°No es no. ?Qu¨¦ parte del no no ha entendido el Sr. Rajoy?¡±. Claro que esto fue antes de sus apelaciones de ayer al di¨¢logo, la humildad y la mano tendida.
Sr. S¨¢nchez, lo que acabo de recordarle es el ejemplo m¨¢s singular de cerraz¨®n que ha conocido la pol¨ªtica espa?ola. No porque haya rechazado cualquier asociaci¨®n o participaci¨®n o apoyo al PP. Ha rechazado usted hasta la conversaci¨®n, y no precisamente con buenos modos.
Al contrario: ha puesto deliberadamente sobre la mesa toda clase de menosprecios para intentar justificar su injustificable rechazo de un acuerdo, que era razonable pero que tronchaba sus expectativas personales.
Entonces, descubri¨® usted Portugal, y en Portugal la f¨®rmula milagrosa para desplazar al Partido Popular. Recon¨®zcame que aquel se?uelo le deslumbr¨® como un espejismo. Supongo que usted se dijo: "si otros perdedores lo han conseguido, ?por qu¨¦ no yo?".
El 7 de enero viaj¨® a Lisboa para aprender c¨®mo se retuerce un resultado electoral en beneficio propio. Desde all¨ª mismo nos anunci¨® la gran coalici¨®n de fuerzas progresistas, que pensaba formar. Y aprovech¨® para a?adir otro rechazo y otra condena al Partido Popular que, seg¨²n usted, era el principal derrotado en las pasadas elecciones.
Desde entonces estuvo ofreciendo a los espa?oles un Gobierno de progreso formado necesariamente con Podemos y sus confluencias, como la gran esperanza para Espa?a; el inicio de una nueva era triunfal que vendr¨ªa de la mano de su Se?or¨ªa.
As¨ª marchaban las cosas hasta que sus socios de progreso comenzaron a exponer sus exigencias.
Visto que no pod¨ªa atenderlas; visto que se alborotaban las aguas en su partido, decidi¨® abandonar el sue?o portugu¨¦s y cambiar de rumbo.
Entonces comenz¨® la comedia que dise?¨® para asegurarse la supervivencia.
Lo natural, incluso lo honesto, hubiera sido que usted comunicara al Rey eso tan sencillo de lo he intentado, pero no ha sido posible. No lo hizo porque no le conven¨ªa reconocerlo para no perder el control de la situaci¨®n.
Cuando fue consciente de que no pod¨ªa formar el gobierno que en realidad quer¨ªa, decidi¨® apostar por las elecciones y reforzar su posici¨®n dando largas a los espa?oles para no dejarles margen de maniobra.
As¨ª comienza el vodevil de la negociaci¨®n a dos bandas, que nos ha tenido entretenidos como una comedia de enredo en un escenario con dos puertas, por las que unos entran y otros se escabullen¡ Eso s¨ª, con muchas fotos y muchas ruedas de prensa.
Un buen ejemplo puede ser lo que vimos la tarde del lunes de la semana pasada: reuni¨®n de las comisiones negociadoras de Podemos, Unidad Popular y Comprom¨ªs con los representantes del PSOE. 23 personas. Redobles de tambores y gran expectaci¨®n porque se trataba del primer encuentro ¡°en serio¡± dec¨ªan unos y otros.
Pero a la vez, en este mismo edificio, el Congreso de los Diputados, representantes socialistas y de Ciudadanos ten¨ªan una reuni¨®n m¨¢s discreta.
Y al mismo tiempo, en id¨¦ntico lugar, el Sr. S¨¢nchez y el Sr. Rivera, aparentan que se re¨²nen en secreto pero con el ¡°descuido¡± suficiente para que los capten los fot¨®grafos y las c¨¢maras de televisi¨®n.
De ah¨ª surgi¨® la ratificaci¨®n del acuerdo que firmaron solemnemente 36 horas despu¨¦s.
D¨ªganme si no tienen todos los ingredientes de una comedia de enredo.
Este rigod¨®n con cambio de parejas se ha prolongado hasta casi agotar los plazos. Ha consumido el mes en postularse para un puesto a sabiendas de que no reun¨ªa las condiciones para obtenerlo.
Ha gastado el mes repartiendo promesas y esperanzas con las manos vac¨ªas.
Un mes, insisto, de idas y venidas, de visitas y recepciones, ruedas de prensa, intercambio de credenciales, mucha televisi¨®n y muy solemnes palos al agua.
Finalmente, pero no por ¨²ltimo, para salvar las apariencias, cierra un acuerdo repentino con quien menos le complica la vida. He dicho ¡°no por ¨²ltimo¡±, porque s¨²bitamente y para sorpresa de socio y extra?os, este mismo lunes decide usted sabotearse a s¨ª mismo y organiza una subasta de ¨²ltima hora, prometiendo un sinf¨ªn de prebendas para ver si alg¨²n despistado se aviene a ampliar el n¨²mero de sus magros apoyos.
En suma: viene aqu¨ª sin Gobierno y sin apoyos, esperando que los dem¨¢s le arreglen lo que usted no ha querido arreglar, porque su Se?or¨ªa estaba pensando en algo que le importa mucho m¨¢s: su propia supervivencia. Seamos sinceros, se?or S¨¢nchez. Si usted hubiera querido formar Gobierno no necesitaba tanto tiempo, porque no ha cambiado nada desde las elecciones.
Desde el primer d¨ªa se conoc¨ªan todas las posturas, todas las combinaciones, todas las mezclas compatibles y las incompatibles, todas las sumas y todas las restas.
Yo, como usted sabe, no necesit¨¦ un mes. Nadie lo necesitaba. Estuve con usted el 23 de diciembre. En esa reuni¨®n me dijo que no quer¨ªa saber nada, ni de m¨ª, ni de mi partido. As¨ª pues, en cuanto se constituyeron las C¨¢maras, se celebraron las consultas en la Zarzuela y el Rey me lo propuso, le dije que no pod¨ªa formar Gobierno porque usted se negaba a participar.
No me hizo falta un mes para comprobarlo. Le dije al Rey que ya estaba claro que yo no pod¨ªa porque usted no quer¨ªa. No enga?¨¦ a nadie, Sr. S¨¢nchez. Ni al Rey, ni a esta C¨¢mara, ni al conjunto de los espa?oles. Y no gast¨¦ ni un d¨ªa. Tampoco usted necesitaba tomarse un mes para lo que nos ha tra¨ªdo. Todo lo que precisaba saber para su Gobierno a la portuguesa eran cuatro cosas:
1. Si pod¨ªa cerrar un acuerdo con el grupo de Podemos, que era su socio indespensable.
2. Si los grupos nacionalistas aceptar¨ªan la bastenci¨®n para guardar las formas.
3. Si pod¨ªa pagar el precio que exigieran todos los participantes en esa torre de Babel.
4. Si, para evitar alarmas, ese precio, esas hipotecas, se pod¨ªan colar en silencio durante la investidura.
S¨®lo cuatro cosas, Se?or¨ªa, que se pod¨ªan averiguar en un santiam¨¦n.
De hecho, todos sab¨ªamos, supongo que usted tambi¨¦n, que no pod¨ªa cerrar un trato con Podemos, que no todos los nacionalistas aceptar¨ªan la abstenci¨®n, que no pod¨ªa pagar el precio que le exig¨ªan y, por ¨²ltimo, que no podr¨ªa colarlo de matute en este debate.
En una semana lo supo. Lo que ocurre es que tambi¨¦n supo que necesitaba disimular, agotar los plazos, e iniciar en solitario la campa?a electoral, porque estaba en juego su propia supervivencia pol¨ªtica.
Ahora bien:
Si est¨¢ usted representando una comedia, si es evidente que estamos ante una candidatura ficticia e incompleta, no s¨¦ bien a qu¨¦ hemos venido, Se?or¨ªa.
Estamos aqu¨ª, seg¨²n indica la Constituci¨®n en su art¨ªculo 99.2, para conceder o negar la confianza al "programa pol¨ªtico del Gobierno que el se?or candidato pretende formar".
Esto implica varias cosas.
La primera, que el candidato, cuente ya con los apoyos suficientes para sacar adelante esta votaci¨®n de confianza, y, por tanto que est¨¦ en condiciones, no s¨®lo de ser elegido Presidente del Gobierno, sino de gobernar.
Pues bien, Se?or¨ªas, no es esto lo que se nos propone.
Tras escuchar ayer en "sesi¨®n especial exclusiva" el discurso del se?or candidato, no sabemos c¨®mo se articula su mayor¨ªa parlamentaria, ni con qui¨¦n piensa gobernar, ni-muchomenos- sostenerse en el Gobierno.
Si esto es as¨ª, Se?or¨ªas, repito: ?qu¨¦ es lo que estamos haciendo aqu¨ª? ?Hemos venido a ratificar una mayor¨ªa o a incubarla? ?A votar un proyecto de Gobierno o ¡ªcomo su se?or¨ªa nos ha reconocido ayer¡ª a ver si sale?
Bien se ve que estamos en un nuevo escenario, pero seguimos en la misma comedia.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si alguno de los otros Grupos de la C¨¢mara se animara ahora a aceptar su oferta? ?Cu¨¢les ser¨ªan los cambios que se introducir¨ªan en ese proyecto provisional que nos ha le¨ªdo y que usted deber¨ªa ultimar sobre la marcha?
No quiero parecer cr¨ªtico, pero tengo que expresar mi sorpresa porque se nos solicite un voto para un ente de ficci¨®n.
En fin Se?or¨ªa, no lo tome a mal, pero nos ha entretenido durante un mes para nada. Ya s¨¦ que han estado trabajando mucho, pero, dado lo poco que les cunde, m¨¢s les val¨ªa no proclamarlo.
Pues bien, si alguien supone que mi Grupo puede aceptar el papel de comparsa que se nos asigna en este cortejo, se est¨¢ equivocando.
Nosotros no vamos a rebajar nuestra dignidad hasta ese punto. Nos mantiene erguidos el respeto a nuestros electores.
Esta es, como he dicho antes, nuestra primera raz¨®n para rechazar este suced¨¢neo de investidura.
No es la ¨²nica.
Hay otra mucho m¨¢s seria: los espa?oles.
Los espa?oles, sus problemas de hoy, su derecho a un futuro pr¨®spero.
Ah¨ª, en el inter¨¦s de Espa?a, es donde se alza nuestra principal raz¨®n para votar en contra de esta investidura de ficci¨®n.
Los espa?oles, Se?or¨ªa. Esos a los que est¨¢ tomando el pelo con estos teatros.
Los espa?oles. Hablo de todos, claro. En el PP siempre hablamos de todos. No usamos cordones sanitarios. No dividimos a la gente. Ni hemos venido nunca a esta C¨¢mara a pedir el apoyo con el ¨²nico argumento de que otro no gobierne. Porque detestamos el sectarismo. Pedimos el voto para gobernar a todos y defender los derechos y los intereses leg¨ªtimos de todos, voten a quien voten, porque as¨ª lo exige la convivencia, y a nosotros nos importa la convivencia.
Es esa defensa de todos los espa?oles la que me impide secundar los prop¨®sitos de su Se?or¨ªa.
Se lo voy a explicar.
Lo que menos necesita Espa?a, Se?or¨ªa, son improvisaciones, y usted no puede ofrecerle otra cosa.
Ha estado un mes improvisando programas, poniendo y quitando cosas hasta el ¨²ltimo minuto, como quien prepara el men¨² de la boda para dejarlo al gusto de todos.
Acaba de improvisar con prisas un florilegio de medidas para la ocasi¨®n, en el que, como en las dietas de los convalecientes, no se incluye nada que cueste digerir.
De hecho, sigue usted improvisando ahora mismo. Est¨¢ esperando a ver si, por casualidad, aparece un socorro que le permita, no ya gobernar, sino alzarse con la Presidencia del Gobierno.
La improvisaci¨®n no es buena para Espa?a. Espa?a se merece algo m¨¢s que un Gobierno que improvise para salir del paso a cualquier precio, que no se pare a medir las consecuencias de sus actos, y que disimule sus intenciones para que no se note que le importa m¨¢s sobrevivir que gobernar.
En segundo lugar, tras la improvisaci¨®n, lo que menos necesita Espa?a es un Gobierno que abandere la incertidumbre.
Hoy d¨ªa, en que la econom¨ªa espa?ola est¨¢ en marcha, el empleo crece y el pa¨ªs sale adelante, la inestabilidad pol¨ªtica que usted prolonga, junto a los desaf¨ªos que otros plantean a la unidad de la Naci¨®n, est¨¢n llenando de incertidumbre nuestro futuro pol¨ªtico y, en consecuencia, el econ¨®mico.
Cuando nuestra primera finalidad debiera ser sostener el ritmo de la recuperaci¨®n, aprovechar las oportunidades que hemos sabido conquistar, y fortalecer la confianza que todav¨ªa se nos otorga¡ Cuando deber¨ªamos enviar un mensaje al mundo que dijera: ¡°Espa?a no hace experimentos, Espa?a no cambia de rumbo, Espa?a es fiable¡±¡ Cuando hab¨ªamos logrado que no se volviera hablar de Espa?a como problema, y se nos elogiara como modelo¡
?Qu¨¦ ha conseguido usted en este tiempo, Se?or¨ªa? Que se vuelva a hablar de Espa?a, que parezca m¨¢s inestable, que despierte inquietud su futuro dado que, en este momento, cualquier extremismo econ¨®mico, social, nacionalista, parece posible.
Supongo que estamos de acuerdo, Se?or¨ªa, en que ¡ªcon su actitud¡ª ha abierto de par en par una gran puerta a la desconfianza.
?ramos un est¨ªmulo en Europa, pero nos ha colocado usted en una zona de sombra, con lo cual, muchas decisiones econ¨®micas, inversiones, iniciativas empresariales, ofertas de empleo, se vuelven recelosas, y aguardan hasta ver qu¨¦ pasa.
Se nos reconocen grandes perspectivas de crecimiento, s¨ª, pero todo el mundo sabe que est¨¢n ligadas al rumbo actual de la econom¨ªa espa?ola, y que son incompatibles con cualquier clase de aventurerismo pol¨ªtico.
No son aventuras lo que necesita Espa?a, y no es usted el mejor situado para extinguir los recelos, porque ni los antecedentes de su partido, ni los suyos personales le avalan.
No viene usted s¨®lo. Le acompa?a un pasado. Estaba usted entre los que aplaud¨ªan la pol¨ªtica que nos arruin¨®. Para gustos est¨¢n los colores; y a usted le gustaba. Nunca la ha condenado; ni siquiera la ha criticado. No la ve¨ªa mal.
No me obligue a comparar una vez m¨¢s c¨®mo qued¨® Espa?a con ustedes y c¨®mo hemos logrado, a pesar de ustedes, pasar de la ruina a ser la primera naci¨®n europea entre las grandes, tanto en crecimiento econ¨®mico, como en creaci¨®n de empleo.
El pasado no le avala.
Ustedes, los socialistas, siembran d¨¦ficit y paro con la misma naturalidad que noviembre trae los catarros y la primavera las alergias.
No pueden evitarlo. Lo cierto es que no lo evitan. Les deslumbra el brillo del pan para hoy y no se acuerdan nunca del hambre para ma?ana. Siembran el pa¨ªs de desempleo, eso s¨ª, cargados de buena intenci¨®n. Lo malo es que las buenas intenciones no alivian a quienes pierden su puesto de trabajo.
Recon¨®zcame que con estos precedentes debemos ser cautos y no regalar la confianza como si dichos precedentes no existieran. Existen y le aseguro que dejan un regusto muy amargo.
Si en estos dos ¨²ltimos a?os hemos sido capaces de crear m¨¢s de un mill¨®n de empleos netos, en los dos ¨²ltimos a?os de su Gobierno, el gobierno al que usted apoyaba, se?or S¨¢nchez, el empleo que se destruy¨® afect¨® a m¨¢s de un mill¨®n de personas.
Si en estos dos ¨²ltimos a?os el paro se ha reducido en m¨¢s de un mill¨®n cien mil personas, en id¨¦ntica cifra, pero al rev¨¦s, se increment¨® el paro, con ustedes, entre 2010 y 2011.
Esa es su autoridad para hablar de empleo, la misma que tiene para hablar, como hizo ayer del d¨¦ficit p¨²blico. Le recuerdo Sr. S¨¢nchez que, siendo comisario del ramo el Sr. Almunia, Bruselas expedienta por primera vez a Espa?a por d¨¦ficit excesivo en el a?o 2009.
Y le recuerdo tambi¨¦n que, mientras que en los ¨²ltimos cuatro a?os del anterior Gobierno socialista, el d¨¦ficit se increment¨® en ciento diecisiete mil millones de euros, durante los a?os de mi gobierno se ha reducido en cincuenta mil millones.
Y, todo esto, con una econom¨ªa que ha pasado de la recesi¨®n, a culminar la legislatura creciendo al 3.5% en el ¨²ltimo trimestre de 2015.
?Qui¨¦n nos garantiza que no volver¨¢n ustedes a las andadas?
?Ojal¨¢ pudi¨¦ramos creerlo! Ser¨ªa muy tranquilizador.
?Ojal¨¢ pudi¨¦ramos creerlo!Pero no podemos.
Debe usted reconocerme, adem¨¢s, que su trayectoria personal no le avala.
Ha votado usted en contra de todas las grandes reformas de la pasada Legislatura, es decir, de todos los instrumentos que nos han permitido salir de la crisis y situarnos a la cabeza de Europa en crecimiento y en empleo. ?C¨®mo se entiende esto?
No le ha gustado ninguna.
Y, lo que es peor, en un ejercicio de demolici¨®n iconoclasta amenaza con desmantelarlas hasta no dejar piedra sobre piedra.
Eso se podr¨ªa entender si, tras dichas reformas, Espa?a estuviera peor que antes, con m¨¢s paro, m¨¢s estancada, con los precios m¨¢s altos y las pensiones m¨¢s bajas¡ Pero ocurre lo contrario. Y ocurre lo contrario gracias a las reformas a las que usted se opuso y que ahora se propone desmantelar.
Comprendo que usted no tiene experiencia, pero ya le adelanto que eso ser¨ªa devastador, especialmente para los espa?oles que est¨¢n esperando un empleo. Incluso para muchos de los que lo han conseguido. Devastador para muchos emprendedores que han confiado en el curso que tomaban las cosas en Espa?a.
Devastador, se?or S¨¢nchez. Devastador.
Derogar las reformas significa, ni m¨¢s ni menos, dejar otra vez a Espa?a como estaba cuando gobernaban ustedes. El progreso que propone usted consiste en regresar, en muy pocos meses, al desastre de 2011.
A esto llaman ustedes un Gobierno reformista y de progreso. La reforma consiste en la voladura del edificio, y el progreso en el retorno al pasado.
Recon¨®zcame que existen motivos para inquietarse. Ahora sabemos que usted llama progreso al retroceso, al involucionismo, a la sinraz¨®n de arrasar lo que hacen otros, aunque sea bueno, por la simple raz¨®n de que lo han hecho otros, y m¨¢s especialmente si lo han hecho para corregir los desastres que ustedes dejaron.
Si a eso le a?adimos las vaporosas medidas que anuncia en su discurso, y especialmente las que se calla por prudencia, no es exagerado afirmar que estamos ante un programa ruinoso para la econom¨ªa, disolvente para la confianza y catastr¨®fico para el empleo. Y todo eso, con pactos o sin pactos.
En las condiciones que usted se?ala, crear empleo es una pretensi¨®n imposible.
No me entienda mal, Se?or¨ªa: yo no discuto la legitimidad de su pretensi¨®n. Puede ser leg¨ªtimo que usted pretenda devolvernos a la ruina. Lo que yo a?ado es que eso no es lo que m¨¢s le conviene a los espa?oles.
Lo sensato, cuando existe un proyecto en marcha con ¨¦xito y con buenas perspectivas, no es desmantelarlo; no es echarlo abajo; no es hacer experimentos; no es ahogar las oportunidades de la gente; sino colaborar con ¨¦l, aportar lo mejor de cada uno para perfeccionarlo, para acelerarlo, para que, si ya era bueno, lograr entre todos que sea mejor. Eso es lo razonable a mi humilde modo de ver.
En definitiva, Se?or¨ªas, la raz¨®n fundamental para negarle nuestra confianza a su investidura es el eje central de su programa de Gobierno, que no es otro que una contrarreforma de la pol¨ªtica econ¨®mica y social de la ¨²ltima legislatura.
Una pol¨ªtica que ha hecho posible pasar de la destrucci¨®n de empleo a la creaci¨®n del mismo. Del incremento imparable del paro, a su reducci¨®n. Del descontrol de las cuentas p¨²blicas a la contenci¨®n del d¨¦ficit. De la ca¨ªda de la actividad econ¨®mica, a su crecimiento.
Voy terminando, pero antes Se?or¨ªa: perm¨ªtame que le reclame un poquito de claridad. Ya que han hecho un pacto, ?por qu¨¦ no se pone de acuerdo con su socio en lo que son y en lo que dicen? Oy¨¦ndoles da la impresi¨®n de que ese pacto encierra ideas antag¨®nicas. No me refiero al texto escrito, sino a las versiones que ustedes ofrecen.
Porque son tantas las diferencias entre lo que dice usted y lo que dice su socio que empezamos a pensar que ninguno de los dos sabe exactamente lo que ha firmado. O lo saben y pretenden enga?arnos a todos los dem¨¢s.
Tampoco se sabe si ofrecen un gobierno de izquierdas o de derechas. No es que importe, porque yo no veo el mundo con esas gafas, pero s¨ª que me importan sus contradicciones. Porque usted dice que su pacto es muy de izquierdas, y pide el apoyo a otras izquierdas, mientras que su socio dice que est¨¢ hecho al gusto del Partido Popular y reclama nuestro respaldo.
?Qu¨¦ es este curalotodo??El b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s?
Para gobernar, Se?or¨ªa, no basta con amontonar unas cuantas ideas que suenen bien, como quien adorna un escaparate o el ¨¢rbol de Navidad. Es preciso que las ideas sean coherentes con lo que es necesario hacer y con lo que es posible hacer. Y adem¨¢s, que se puedan pagar. Lo contrario es pura palabrer¨ªa publicitaria. Ustedes primero disparan, luego colocan el blanco donde ha ca¨ªdo la flecha. As¨ª, se?or¨ªa, acierta cualquiera. Las cosas se hacen al rev¨¦s. Primero se pone el blanco.
En resumen, se?or¨ªas, y con esto termino:
No ha sido usted leal con los espa?oles.
Les ha ocultado la verdad.
Les ha hecho esperar contra toda esperanza.
Se ha tomado un mes de promoci¨®n personal en solitario.
No tiene Gobierno, carece de suficientes apoyos, y nos expone un programa que no sabemos si considerar un simple tr¨¢mite de la investidura, un intento de echar las redes para ver qu¨¦ sale, o un adelanto de su propio programa electoral.
Si antes conservaba usted cierta capacidad para enga?ar a los ingenuos, la teatralidad del acto solemn¨ªsimo del intercambio de carpetas, despeja las dudas. Es evidente, y as¨ª lo ha entendido todo el mundo, que su mensaje a la ciudadan¨ªa era: "Declaro solemnemente inaugurada la campa?a electoral porque es lo que m¨¢s me conviene".
El diccionario de la Real Academia define la palabra bluf como montaje propagand¨ªstico para crear un prestigio que posteriormente se revela falso. Me parece que est¨¢ bien descrito.
Por todo esto, Se?or¨ªas, y otras cosas que callo por no alargarme, mi grupo cumplir¨¢ con su deber votando en contra de lo que ¨²nicamente se puede calificar como amenaza para los intereses de los espa?oles.
Muchas gracias.
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