Deporte exhibici¨®n
El exduque tuvo que afrontar un abrumador despliegue de papeles que desnudaban sus contradicciones
El deporte exhibici¨®n en los Juegos Ol¨ªmpicos es una disciplina ex¨®tica que est¨¢ de adorno para que la gente la conozca. Lo que hac¨ªa Urdangarin en N¨®os era lo mismo, pero al rev¨¦s: estaba de adorno precisamente porque la gente lo conoc¨ªa. Es a lo que se acostumbr¨® durante los a?os l¨²dicos de N¨®os, pero en el juicio asisti¨® a otra exhibici¨®n de un juego m¨¢s inc¨®modo. Empezaba cuando el fiscal, Pedro Horrach, dec¨ªa este mi¨¦rcoles: ¡°?Le pueden exhibir por favor¡?¡±, y le ense?aban en la pantalla de la sala el folio tal de su propia declaraci¨®n ante el juez o el documento cual del sumario. Invariablemente era un papelito que contradec¨ªa lo que Urdangarin acababa de decir.
En la primera media hora ya le hab¨ªan pillado cuatro contradicciones, y en el mismo folio. El fiscal lleg¨® a destacar dos en la misma frase que acababa de decir. A la quinta el exduque de Palma ya parec¨ªa acorralado. ¡°?Se le puede exhibir el folio 2159 de su declaraci¨®n?¡±, dijo el fiscal. A Urdangarin se le escap¨® un suspiro de desaliento: ¡°?Ay!¡±. Se pas¨® la mano por la frente para quitarse los sudores.
Este tipo de escenas se repitieron durante todo el d¨ªa. Con estas exhibiciones se desnud¨® la verdad del caso N¨®os. Urdangarin dijo que su exsocio Diego Torres no era el gerente, y hab¨ªa declarado que lo era (s¨¦ptima contradicci¨®n). Ahora le parece bien el contrato de dos millones de euros para la comunicaci¨®n de los Juegos Europeos de Valencia, pero declar¨® que Torres lo hab¨ªa firmado a sus espaldas (contradicci¨®n 17). Sobre otras facturas por valor de 581.717 euros asegur¨® que correspond¨ªan a trabajos realizados, pero declar¨® en su d¨ªa que no se hab¨ªan hecho (contradicci¨®n 18). Ante esta cascada de matizaciones argument¨® que luego, con el tiempo y en el juicio, ha comprendido muchas cosas al escuchar las explicaciones de Torres.
No hay mucho que explicar: Urdangarin, tras hacerse la guerra en la instrucci¨®n con su exsocio, ahora le est¨¢ salvando, y de paso salva a su esposa, para desviar toda la responsabilidad al asesor fiscal, Miguel Tejeiro. Torres escuchaba serio y muy atento desde la ¨²ltima fila, como un apuntador en una obra de teatro. Antes de la vista su abogado se hab¨ªa apartado a hablar en una sala con Urdangarin. Esto no se exhibi¨®.
A la hora de comer, antes de la pausa, iban por 19 contradicciones, y subiendo. El cu?ado del rey y su mujer no salieron a comer fuera, como el resto de los d¨ªas. Fuera hay un pol¨ªgono, con restaurantes de men¨² a nueve euros donde se agolpan los periodistas. Ellos prefieren quedarse en la sala reservada, 40 metros cuadrados con sillas y mesas, nada exclusiva sino para todos los acusados y defensas. Comen lo que les lleva un escolta, quiz¨¢ no pasa de un bocadillo. Esto aumenta la sensaci¨®n claustrof¨®bica del lugar, donde llegan a pasar doce horas al d¨ªa. Pero al menos en esos momentos de intimidad no deben soportar la exhibici¨®n. El matrimonio se siente continuamente escrutado por las c¨¢maras durante el proceso. Por eso es dif¨ªcil calibrar la actitud de frialdad que est¨¢n manteniendo, no se sabe hasta d¨®nde es esc¨¦nica o natural. El mi¨¦rcoles se produjo el primer gesto p¨²blico de cercan¨ªa de la Infanta con su marido: al reanudarse la vista, por la tarde, se acerc¨® a la mesa donde esperaba para declarar para llevarle una botella de agua nueva.
Urdangarin estuvo m¨¢s tranquilo, m¨¢s seguro, tras el mal trago del pasado viernes, pero sigue impresionando su aspecto consumido, con los ojillos hundidos. ?l que era un tiarr¨®n de la selecci¨®n de balonmano. Y ahora con un mech¨®n blanco en el cabello, la marca del caso N¨®os. El acusado admiti¨® errores, aunque lo atribuy¨® a que ¡°no he estado bien asesorado¡±, y mostr¨® su ¡°voluntad de arreglar¡± lo que tenga pendiente con Hacienda.
Tambi¨¦n confirm¨® su famosa partida de p¨¢del con Jaume Matas en el palacio de Marivent para montar un congreso en Baleares. Este hombre parece que todo lo ha hecho jugando: con el balonmano conoci¨® a su mujer, con el p¨¢del cerraba negocios y tambi¨¦n fich¨® a su abogado porque echaba con ¨¦l partidos de tenis. El rev¨¦s de este letrado quiz¨¢ sea espl¨¦ndido, pero hay perplejidad sobre su forma de llevar la defensa en este caso. Urdangarin lo ha elegido de forma muy personal porque se f¨ªa de ¨¦l, aunque no es un penalista reputado en Barcelona.
Pero en general, el acusado continu¨® siendo asombrosamente vago. ¡°El valor de N¨®os eran las ideas, no las personas¡±, replic¨® a las chapuzas en los contratos. No llevaba los ¡°temas fiscales¡±, no se ocupaba del ¡°tema facturaci¨®n¡±. No sab¨ªa ni cuanto cobraba la hora. Pero cobr¨® 710.000 euros m¨¢s IVA, solo del Instituto N¨®os en 2004 por dos congresos para exhibir ante el mundo poder¨ªo espa?ol en el momento dorado del auge econ¨®mico. Y cobraba 15.000 euros al mes de Motorpress Ib¨¦rica SL por ¡°analizar tendencias en el mundo del motor, a trav¨¦s de visitas a salones del autom¨®vil¡±. Tambi¨¦n sali¨® un asesoramiento a la Confederaci¨®n Andina de Fomento, cosas como de Forges. Impresentable, no se puede exhibir.
Tras este despliegue de conceptos abstractos, por fin lleg¨® un momento maravillosamente concreto, cuando el fiscal mostr¨® un estudio de N¨®os con este t¨ªtulo: ¡°?Qu¨¦ es el f¨²tbol?¡±. Y respond¨ªa, como en el catecismo: ¡°El f¨²tbol, denominado oficialmente balompi¨¦¡¡± Y explicaba lo que es el f¨²tbol, lo juro. Era un informe para los Juegos de Valencia esos. En otro igual de atletismo enumeraba los pa¨ªses ¡°l¨ªderes de opini¨®n¡± en este deporte. A saber: Alemania, Italia, Rusia y Bulgaria.
En otro campo, m¨¢s serio, Urdangarin esgrimi¨® una de las coartadas maestras de ambos: que la Casa del Rey sab¨ªa todo y, por tanto, confiaban en que no hab¨ªa nada raro. Su declaraci¨®n de la renta y la de la Infanta se las hac¨ªa Federico Rubio, asesor de Zarzuela, y ¡°no daba un paso sin consult¨¢rselo al se?or Carlos Garc¨ªa Revenga¡±, el secretario de las Infantas. Es un modo p¨²blico de referirse a ¨¦l, en los correos privados le llamaba Capull¨ªn, y mejor ni recordar c¨®mo firmaba. Era un juego. ¡°Nunca recibimos el m¨¢s m¨ªnimo reproche¡±, remach¨® Urdangarin. ?Qu¨¦ juego jugaba la Casa del Rey? ?Se puede exhibir, hacer p¨²blico, explicar?
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