Un desaf¨ªo al que se le fue la urgencia
El Gobierno en funciones se limita a vigilar los pasos jur¨ªdicos de la Generalitat, pero los dirigentes catalanes han hecho m¨¢s sutiles sus avances
Durante muchos meses, a?os casi, el desaf¨ªo soberanista catal¨¢n fue considerado por los dos partidos mayoritarios, el PP y el PSOE, como la amenaza m¨¢s grave a la que hac¨ªa frente el Estado desde la instauraci¨®n de la democracia.
Junto a la lucha contra el terrorismo yihadista, fue el ¨²nico asunto en el que las dos formaciones se mostraron lealtad institucional y consenso en la respuesta.
Esa complicidad ante el desaf¨ªo, en teor¨ªa, no ha variado en absoluto. El problema estriba en que, en medio del bloqueo pol¨ªtico que se arrastra desde el 20-D, todo se ha complicado y resulta m¨¢s difuso.
Mientras el actual Gobierno en funciones se limita a vigilar los pasos jur¨ªdicos de la Generalitat o el Parlament de Catalu?a, por si de nuevo debe acudir al Tribunal Constitucional, los dirigentes catalanes han hecho m¨¢s sutiles sus avances. Ellos mismos reconoc¨ªan, tras lograr constituir un Ejecutivo in extremis que, en la medida de lo posible, avanzar¨ªan hacia el objetivo ¨²ltimo de la independencia sin quebrar la legalidad. Un sinsentido en s¨ª mismo, pero a la vez una maniobra t¨¢ctica que, a base de usar eufemismos, evitar t¨¦rminos provocadores o retrasar hasta el l¨ªmite las decisiones m¨¢s dr¨¢sticas, les permite mantener vivo el proceso independentista. Frente a ello, un Gobierno central cada vez m¨¢s borroso en su autoridad, apenas puede hacer m¨¢s que acudir una y otra vez ante el Constitucional, para pedirle que ejecute su propia sentencia originaria, en la que anul¨® la declaraci¨®n soberanista del Parlament con la que todo se puso en marcha. Y el Constitucional va a tomarse su tiempo, porque nunca le agrad¨® que el Gobierno le pasara esta patata caliente.
Es verdad que los l¨ªderes de Convergencia Democr¨¢tica de Catalunya se esfuerzan ¨²ltimamente por recuperar ese pragmatismo y cordura que caracteriz¨® al partido durante la ¨¦poca de Pujol. Pero ni la deriva catalana actual depende exclusivamente de ellos (es casi m¨¢s relevante el papel de Esquerra Republicana de Catalunya), ni han dado se?al alguna de frenar sus pretensiones de impulsar hasta el final la hoja de ruta acordada con la CUP.
Y en el otro lado, esa soluci¨®n al problema catal¨¢n, que ten¨ªa que ser pol¨ªtica y no solo jur¨ªdica (como recuerda el propio Constitucional) ha desaparecido de la mesa de negociaciones, como si unos y otros se hubieran desentendido del asunto.
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