La trastienda de los jueces estrella
¡®La ¨²ltima trinchera¡¯, de Javier ?lvarez y Luis Fernando Rodr¨ªguez, retrata a los magistrados que llevan los sumarios m¨¢s relevantes
Los jueces espa?oles ¨Csalvo, quiz¨¢, una minor¨ªa recalcitrante y condenada a la extinci¨®n- comienzan a dejar de ser percibidos por los ciudadanos como unos personajes lejanos y situados por encima del bien y del mal, para pasar a ser considerados por amplias capas de la sociedad como los garantes ¨²ltimos de sus derechos individuales y de los intereses colectivos, sacrificados en el altar de la crisis econ¨®mica. De esta imagen de los jueces como ¨²nicos defensores del bien com¨²n, probablemente tan distorsionada como la que los presenta como seres desconectados de la realidad, tienen mucha responsabilidad algunos de los magistrados retratados por los periodistas Javier ?lvarez y Luis Fernando Rodr¨ªguez en su libro La ¨²ltima trinchera (Ed. Pen¨ªnsula, 2016). Los autores, con unos cuantos trienios de experiencia en el periodismo de tribunales, presentan la vertiente humana de nueve jueces cuyas investigaciones y sentencias han marcado la actualidad en los ¨²ltimos a?os. Hombres y mujeres de distinto talante y vocaci¨®n dispar, pero con un rasgo com¨²n: ser profesionales de la presi¨®n.
En la mayor¨ªa de los casos a trav¨¦s de entrevistas in¨¦ditas, y cuando no ha sido posible, mediante el acceso a fuentes muy pr¨®ximas a los protagonistas -como familiares, funcionarios o preparadores de oposici¨®n a judicatura-, el ensayo supone algo m¨¢s que una acumulaci¨®n de perfiles individuales. La obra, al tiempo que retrata con sus anhelos y frustraciones a magistrados como Jos¨¦ Castro, Pablo Ruz o Mercedes Alaya, ofrece una panor¨¢mica de los problemas cotidianos de la Justicia, como la falta end¨¦mica de medios o la lentitud propiciada por unas leyes que sepultan al juez en recursos.
Uno de los cap¨ªtulos m¨¢s sugestivos es el dedicado al juez Fernando Andreu, que cierra el libro. El instructor del caso Bankia, que a finales de los 90 abandon¨® el Pa¨ªs Vasco cuando su esposa fue se?alada en una carnicer¨ªa de Hernani (Gipuzkoa), donde viv¨ªa la pareja, analiza con severidad el papel actual de la Audiencia Nacional tras el fin del terrorismo etarra. ¡°Creo que est¨¢ siendo utilizada mediante un criterio de oportunidad seg¨²n cu¨¢les sean los problemas de la sociedad en cada momento (¡) se corre el riesgo de que se pueda acabar eligiendo tribunal para determinados asuntos¡±, se?ala. En su entrevista con los autores, Andreu rememora las ¡°presiones¡± que recibi¨® en 2009 para cerrar el caso abierto contra siete mandos militares israel¨ªes por un bombardeo en Gaza en el que murieron 14 ciudadanos palestinos.
"Nadie cree en la violencia de g¨¦nero"
Otro perfil especialmente logrado es el de la juez Sonia Chirinos, pionera en los Juzgados de Violencia sobre la Mujer. Esta magistrada espa?ola de origen peruano recuerda c¨®mo en sus inicios otros jueces varones hac¨ªan comentarios a sus espaldas sobre su peinado o el largo de su falda. Tras miles de sentencias sobre maltrato a lo largo de una d¨¦cada, Chirinos hace un diagn¨®stico demoledor: ¡°En el fondo nadie cree en la violencia de g¨¦nero, solo cuando hay una mujer o un ni?o muertos (¡) En el fondo, la admitimos¡±.
Por las p¨¢ginas de La ¨²ltima trinchera pasa tambi¨¦n Ana Ferrer, la primera mujer que ha llegado a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. Ferrer, instructora del caso Rold¨¢n, sobre el desv¨ªo de fondos reservados a los bolsillos del ex director general de la Guardia Civil, recuerda c¨®mo dict¨® el auto de procesamiento minutos antes de darse de baja para dar a luz a su primera hija. Ferrer, hija y esposa de jueces, tambi¨¦n tuvo que enfrentarse al inicio de su carrera a episodios machistas que ahora nos llenar¨ªan de sonrojo.
Los autores reconocen que tuvieron que hacer un esfuerzo para sacudirse el s¨ªndrome de Estocolmo con el juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, conocido por su verbo suelto y sus condenas ejemplares, en las que impone a los j¨®venes delincuentes que aprendan a leer o que reparen los da?os ocasionados con su conducta. Calatayud es el ¨²nico de los veinte magistrados que fundaron la jurisdicci¨®n del Menor que permanece en ella. En su cap¨ªtulo destacan las confidencias personales, como la muerte, v¨ªctima del c¨¢ncer, de su primera esposa, Azucena. Al igual que la mayor¨ªa de sus compa?eros de libro, Calatayud se presenta a s¨ª mismo como un juez no vocacional. ¡°Las vocaciones son para los frailes, yo nunca he tenido af¨¢n ni de justicia ni de pu?etas¡±.
El fin de la justicia universal
¡°Cuando un poder [en este caso el Judicial] aparece como el salvador de la patria es un problema¡±, se?ala otro de los entrevistados, Santiago Pedraz. Este magistrado t¨ªmido, con vocaci¨®n de periodista reconducida por su padre, redactor en El Adelanto de Salamanca y subdirector de la agencia Efe, sirve como eje para repasar los casos de justicia universal. Pedraz, instructor del caso del asesinato del reportero Jos¨¦ Couso por militares estadounidenses en Bagdad o sobre el genocidio en Guatemala, ha visto, al igual que sus compa?eros instructores de la Audiencia Nacional, c¨®mo los sucesivos Gobiernos del PSOE y del PP recortaban hasta la m¨ªnima expresi¨®n la competencia de los magistrados espa?oles para investigar delitos cometidos fuera de su territorio.
La n¨®mina de jueces se completa con el juez de lo Mercantil Jos¨¦ Mar¨ªa Fern¨¢ndez Seijo, que en 2011 dio por saldadas las deudas de un matrimonio de jubilados de Barcelona incapaces de hacer frente a los pagos y que ha abierto la v¨ªa para que el Tribunal Superior de Justicia de la Uni¨®n Europea obligue a Espa?a adecuar su ley hipotecaria, desequilibrada a favor de los bancos. Fern¨¢ndez Seijo ¨Cy seguramente el resto de entrevistados coincidir¨ªa con ¨¦l- rechaza para s¨ª el calificativo de juez ¡°de trinchera¡±. ¡°Ahora mismo las trincheras est¨¢n en los juzgados de Penal, en la lucha contra la violencia de g¨¦nero, en lo Social o en los juzgados mixtos de pueblo. Cuando ves a un juez reci¨¦n salido de la escuela que en la misma ma?ana tiene que dictar una orden de alejamiento, juzgar un maltrato psicol¨®gico o condenar a alguien que no paga el alquiler¡ eso s¨ª que es una trinchera de verdad¡±.
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