La mirada estaliniana
Los dirigentes de Podemos acusan la presencia de Errej¨®n, pero no la afrontan personalmente, sino mediante expresiones de distanciamiento
Me lo contaba Irene Falc¨®n, secretaria de Dolores Ib¨¢rruri. Cuando alguien pasaba a la condici¨®n de enemigo bajo Stalin dejaba de existir, no solo para la organizaci¨®n, sino tambi¨¦n como persona. Esa inexistencia era rubricada mediante una peculiar forma de mirar en tu direcci¨®n sin encontrarte nunca. Es lo que llam¨¦ la mirada estaliniana, que tuve la ocasi¨®n de experimentar tras ser expulsado en 1982 por Santiago Carrillo.
Pero los efectos siguieron, en este caso con el protagonismo de quien fuera la gran esperanza blanca del comunismo democr¨¢tico espa?ol. La ca¨ªda en desgracia se debi¨® aqu¨ª al hecho de bajarme en marcha del precario tren de los independientes de Izquierda Unida. As¨ª que cuando m¨¢s tarde Marisa Ciriza me invit¨® a un programa de TVE sobre el franquismo, al cual iban a asistir dos veteranos del r¨¦gimen y me advirti¨® de que por lo menos contar¨ªa con mi antiguo correligionario, le hice notar que eso no ser¨ªa as¨ª: ¨¦l me ignorar¨ªa y ella tendr¨ªa ocasi¨®n de descubrir qu¨¦ era la mirada estaliniana. Al despedirnos, Marisa no pudo contener la carcajada, al ver confirmada mi previsi¨®n.
La fotograf¨ªa de Uly Mart¨ªn en EL PA?S el pasado martes con el regreso de Errej¨®n a su esca?o, nos devuelve al tema, con la mirada estaliniana practicada ahora a escala coral. De un modo u otro, todos los dirigentes de Podemos acusan la presencia de Errej¨®n, pero no la afrontan personalmente, sino mediante expresiones de inequ¨ªvoco distanciamiento. El l¨ªder mira hacia un punto opuesto, lo mismo que Irene Montero. Mayoral lo hace a las nubes, y las otras dos mujeres hacia abajo, aparentemente ensimismadas. Cualquiera que sea el futuro, una estampa de exclusi¨®n.
Frente al adversario pol¨ªtico, la voluntad de ignorarle se conjuga en Iglesias con un discurso permanente de descalificaci¨®n. Se trataba de satanizar, en las v¨ªsperas de la negociaci¨®n a tres, y con un lenguaje de odio. Iglesias no ha llegado al extremo de Monedero quien ve¨ªa en el pacto PSOE-Ciudadanos la vuelta a la dictadura de Primo de Rivera, donde uno era Rivera y el otro hac¨ªa de Primo. Pero lo del ¡°cu?ado del PP¡± tampoco est¨¢ mal. Ciudadanos no debe existir, seg¨²n su propuesta n¨²mero 20, el pacto es ignorado y todo se reduce a ofrecerle al PSOE una rebaja sobre las mismas exigencias del pasado, de la renta universal a la catalanizaci¨®n del problema. Y ahora a hacer de h¨¦roe de la democracia directa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.