En cordial y total desacuerdo
Rajoy y Puigdemont recurren a las formas y a la hipocres¨ªa para disimular la guerra fr¨ªa de Madrid y Barcelona con el PP en crisis
Mariano Rajoy y Puigdemont est¨¢n en total desacuerdo, pero discrepan cordialmente, de tal forma que la guerra fr¨ªa entre Madrid y Barcelona permanece esencialmente donde estaba ¡ªo donde Mas la hab¨ªa dejado¡ª pero se concede cierta relajaci¨®n en las cuestiones formales. Por el tiempo en que se prolong¨® la entrevista misma (hablar¨ªan de f¨²tbol). Y porque Rajoy obsequi¨® a su ¡°hom¨®logo¡± catal¨¢n con un facs¨ªmil de la II parte de ¡°El Quijote¡±, acaso recordando que el antih¨¦roe cervantino recuper¨® la cordura y hasta descubri¨® el mar en la orilla de Barcelona.
Enternecen estos detalles porque implican a Rajoy en la pol¨ªtica de gestos de la que tanto abjuraba, aunque el paso a dos en las instalaciones monclovitas ¡ªusted primero, no usted, usted¡ª se resinti¨® de un rec¨ªproco boicot al t¨¦rmino de la reuni¨®n misma.
Puigdemont elud¨ªa comparecer en la caverna del Estado espa?ol y lo hac¨ªa en la ¡°embajada¡± catalana de Madrid, m¨¢s o menos al mismo tiempo que Rajoy, despechado con educaci¨®n por semejante desplante, contraprogamaba la rueda de prensa del president iniciando la suya.
Era una imagen elocuente de la ruptura, una alegor¨ªa de la incomprensi¨®n. Puigdemont hablando a los suyos en catal¨¢n, adjudic¨¢ndose la se?al de TV3, y Rajoy movilizando entorno a s¨ª la adhesi¨®n jer¨¢rquica de los medios nacionales, de tal manera que uno y otro l¨ªder se explicaban en paralelo, incluso asum¨ªan el ensimismamiento de sus respectivas posturas. Puigdemont exigiendo un refer¨¦ndum de independencia vinculante. Rajoy, perseverando en la doctrina de la legalidad constituida.
El ¨²nico sentido de la reuni¨®n era la reuni¨®n misma. Evitar que se prolongara una intolerable beligerancia diplom¨¢tica, entre otras razones porque la precariedad del Ejecutivo en funciones se ha dilatado fuera de toda medida, porque Puigdemont ya hab¨ªa despachado con S¨¢nchez y con Rivera, y porque Mariano Rajoy llevaba dos a?os sin recibir en la Moncloa a un presidente de la Generalitat, subordinando incluso las estrictas responsabilidades institucionales que conlleva la jefatura de Gobierno.
Interinidad de Rajoy
Se ha rectificado un formalismo y se ha demostrado que la interinidad del propio Rajoy contradec¨ªa asumir cualquier novedad y el menor compromiso. No ya porque pudiera exponerle a un deterioro electoral en su f¨¦rrea pedagog¨ªa hispano-espa?ola, sino porque no est¨¢ claro que vaya a ser presidente del Gobierno despu¨¦s del 26-J, con m¨¢s raz¨®n cuando su partido ha emprendido una inquietante deriva endog¨¢mica y autodestructiva. Lo demuestran las secuelas del caso Soria, lo prueba la beligerancia de sorayistas y antisorayistas en la antec¨¢mara de las listas, y ha terminado de acreditarlo la aversi¨®n que suscita el ministro Montoro.
Que le hizo una paralela a Margallo. Que ha humillado el t¨®tem de Aznar con sus filtraciones. Y que ha provocado la iracundia de Esperanza Aguirre, hasta el extremo de exigir su dimisi¨®n y de convertir este ejercicio de vud¨² en un ejemplo de que nadie como ella lidera mejor la oposici¨®n... al PP.
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