Relato mudo de una guerra sorda
Fatten al-Ali, una mujer siria sordomuda, y sus dos hijos de 4 y 7 a?os, tambi¨¦n sordomudos, llegan a Melilla pidiendo asilo por se?as tras cruzar el desierto desde Mali
La mujer, con un pa?uelo granate que s¨®lo deja ver el oscuro nacimiento de su pelo y unas espesas cejas que le enmarcan los ojos, cuenta ¡ªy mueve un brazo de arriba abajo¡ª que ve¨ªa caer luces por la noche, ¡°bolas de fuego¡±, concreta y traduce en ¨¢rabe quien asegura ser su prima (y cu?ada), sentada a su lado. La mujer, con mirada de horror y con el dedo ¨ªndice cruzando su cuello de un lado a otro, dice que por el d¨ªa encontraban cuerpos de personas desmembradas desperdigados. Asegura, sacudiendo las manos y se?alando el color negro, que a lo lejos se divisaban largas columnas de humo y que a veces el cielo se volv¨ªa de color blanco por la noche.
Es solo una parte del aterrador relato prestado ¡ªante un int¨¦rprete oficial, un polic¨ªa y un abogado¡ª en la oficina de asilo de la frontera de Melilla por una ciudadana siria llamada Fatten al-Ali, sordomuda de nacimiento, como sus dos hijos de 4 y 7 a?os que la acompa?an.
Su expresi¨®n est¨¢ basada en se?as propias. Agita las manos. Levanta o baja los brazos. Se?ala colores: negro humo, blanco cielo, rojo sangre, sol fuego... Al final de este particular lenguaje de signos hay un gesto definitivo, un movimiento hacia adelante de sus manos, que marca la huida. Hace menos de un mes que Fatten al-Ali abandon¨® su casa en la periferia de Homs, ¡°ya tem¨ªa por mis hijos¡±, entienden los presentes cuando hace el adem¨¢n de proteger a sus ni?os, que se acurrucan sobre un banco. El lenguaje del miedo es universal.
La ¨²ltima ruta de los refugiados sirios cruza el desierto
Bamako, la capital de Mal¨ª, es otro punto de reagrupamiento de sirios. Desde all¨ª suben en autobuses hasta Gao, en el norte del pa¨ªs, donde contactan con los pasadores que les ayudan a seguir su ruta a trav¨¦s del desierto. Perdidos en medio del conflicto que desangra a esta regi¨®n en la que distintos grupos armados, yihadistas y rebeldes, controlan desde hace a?os el tr¨¢fico de drogas, armas y personas, las familias sirias permanecen medio ocultas en casas de ciudades fronterizas como In Khalil a la espera de su oportunidad. Burlar la vigilancia argelina no es f¨¢cil y cuesta dinero. Y los sirios que lo tienen est¨¢n dispuestos a pagarlo.
Es una ruta conocida, la misma que usan los inmigrantes de ?frica occidental para tratar de llegar a Europa ya sea a trav¨¦s de Argelia o de Libia. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os los sirios se han sumado a este flujo constante hacia el norte. No son muchos, varios miles, pero su presencia no pasa inadvertida.
Las primeras noticias de esta ins¨®lita ruta comenzaron a llegar en noviembre de 2015 cuando lanzaron la alarma ACNUR y la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM), que advirti¨® de que los refugiados sirios podr¨ªan morir de hambre y sed en el S¨¢hara. "Les estamos informando de la situaci¨®n a lo largo de la regi¨®n y asegur¨¢ndonos de que saben los peligros que hay", inform¨® el representante de ACNUR en Mauritania, Sebastien Laroze.
Un mes despu¨¦s, en diciembre, el Gobierno mauritano abri¨® su primer campamento en Nuakchot para acoger a los refugiados, debido a que muchos aterrizaban en el pa¨ªs sin recursos y ten¨ªan problemas de alojamiento.
Aunque partieron acompa?ados de su marido y de su hijo mayor (10 a?os), ambos capaces de o¨ªr y de hablar, ella lleg¨® sola ¡ªcon esos dos ni?os mudos y su prima-cu?ada-int¨¦rprete¡ª a la frontera de Beni-Enzar el pasado 4 de mayo.
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Atr¨¢s quedaron miles de kil¨®metros, un desierto entero atravesado en camioneta y el padre y el mayor de sus v¨¢stagos. ¡°Est¨¢n esperando a reunir otros 500 euros para pasar desde Marruecos¡±, vuelve a traducir sus gestos la cu?ada ante los presentes. ¡°De siempre ha habido muchos sordomudos en la familia¡±, les explica, quien parece capaz de descodificar un lenguaje nacido de costumbres ancestrales, transmitidas de padres a hijos en una peque?a aldea de Homs, un submundo lejano en el que caen bombas, corren, gritan y mueren personas, sin emitir sonido alguno, como en el Guernica de Picasso. Un relato mudo de una guerra sorda.
De aquel lugar provienen esta mujer, sin voz desde que naci¨® hace 30 a?os, y sus dos hijos. No conoce m¨¢s lenguaje de signos que el su propio, lo que convierte en in¨²til la idea inicial del int¨¦rprete de hacer llamar a un traductor de lenguas de signos, que ¡ªpor otra parte¡ª son distintas en cada pa¨ªs. Fatten al-Ali sabe hacerse entender pero es completamente analfabeta. Y tras 45 minutos de entrevista, el instructor deja constancia de la diligencia, que en el punto tercero recoge: ¡°Que se carece de medios para la tramitaci¨®n de la solicitud de asilo porque la cu?ada y prima de la solicitante no sabe preguntarle datos personales ni las circunstancias m¨¢s personales de las cuales solo conoce el marido, que se encuentra en estos momentos en Marruecos y el instructor dispone que se d¨¦ por finalizada la entrevista¡±.
Fatten al-Ali fue conducida junto con sus dos peque?os y su cu?ada hasta el Centro Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad aut¨®noma, donde permanecen hoy, ya reunidos desde hace unos d¨ªas con su marido y su hijo mayor, que lograron cruzar la frontera y pedir asilo a principios de esta semana.
Con la familia reunida, tras un periplo que les llev¨® de Homs a Damasco, donde tomaron un vuelo al L¨ªbano y all¨ª otro a Turqu¨ªa y luego otro a Mal¨ª y despu¨¦s una camioneta para cruzar el desierto de Mauritania y entrar en Argelia y a continuaci¨®n Marruecos y finalmente Melilla, ahora todos esperan a tramitar su solicitud de asilo.
Seg¨²n el abogado melillense Antonio Zapata, especialista en inmigraci¨®n, ¡°lo l¨®gico y normal es que les concedan el asilo a todos por su condici¨®n de refugiados pero, en este caso adem¨¢s, se suman las razones humanitarias, debido a la incapacidad de tres de los cinco miembros de la familia¡±.
Mientras esos tr¨¢mites se desarrollan, ayer Fatten al-Ali, visiblemente contenta, se dejaba fotografiar, acompa?ada de su esposo, a las puertas del CETI. Y de nuevo, un gesto universal hablaba por ella: el pu?o cerrado con el pulgar hacia arriba.
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