Cuatro a?os o cuatro meses
Entrados ya en precampa?a, los principales l¨ªderes pol¨ªticos parece que han elegido la banalidad en vez de las propuestas
Entrados ya en campa?a electoral, aunque oficialmente sea precampa?a, los principales l¨ªderes pol¨ªticos parece que han elegido la banalidad en vez de las propuestas. Todos los d¨ªas, alguno de ellos (o varios) aparecen en la televisi¨®n hablando de su vida, de sus gustos sexuales, de deportes o respondiendo a preguntas de ni?os. Parecen escritores o actores promocionando sus libros o sus pel¨ªculas, como si necesitar¨¢n que se les conozca.
A lo mejor los estrategas de campa?a son m¨¢s listos que nadie y han optado por llevar a los candidatos a los programas de entretenimiento porque piensan que eso da votos. Es posible. Pero despu¨¦s del enorme fracaso que se apuntaron los cuatro l¨ªderes que no fueron capaces de formar Gobierno tras las elecciones del 20-D, lo m¨ªnimo que esperan los electores es que les expliquen qu¨¦ proponen para que no se vuelva a repetir el espect¨¢culo. Lo dem¨¢s es superfluo.
Es posible que influya en la decisi¨®n de elegir entre vender ideas o sonrisas, la duda que tienen los candidatos sobre si centrar su campa?a en cuatro a?os (pasados o futuros) o en cuatro meses (las ense?anzas de las negociaciones frustradas).
En condiciones normales, las campa?as son una mezcla de defender o criticar la legislatura acabada y prometer soluciones para mejorar la vida de los ciudadanos. Pero esta vez, se han colado cuatro meses entre el pasado y el futuro (seis con los tiempos muertos) y los estrategas de campa?a han decidido utilizar las posiciones de unos y otros en esos meses para su captura de electores.
Inicialmente, los soci¨®logos pensaban que los ciudadanos iban a premiar a los partidos que intentaron formar Gobierno (PSOE y Ciudadanos) y castigar a los que hab¨ªan actuado como fuerzas de bloqueo (PP y Podemos). Sin embargo, la polarizaci¨®n de la campa?a y las propias encuestas dicen lo contrario. Los dos extremos est¨¢n sacando partido al matrimonio fallido entre el centro-derecha y el centro-izquierda, con una mezcla de cr¨ªtica e indiferencia.
Como resultado de todo ello, hemos pasado del bipartidismo al ¡°bibloque¡±: dos ej¨¦rcitos de m¨¢s diez millones de electores a cada lado, que ninguno suma lo suficiente para formar Gobierno y en donde los dos extremos (PP y Unidos Podemos) se llevan los primeros puestos (seg¨²n las encuestas). Algo absolutamente nuevo en nuestro pa¨ªs.
El 20 de diciembre de 2015, PP y PSOE perdieron cerca de nueve millones de votos, que se repartieron Podemos, Ciudadanos y la abstenci¨®n. Las dos nuevas fuerzas pol¨ªticas llegaron con propuestas cuando menos llamativas y supieron ocupar el espacio del desencanto.
Si Mariano Rajoy y Pedro S¨¢nchez quieren frenar el ascenso de Pablo Iglesias y Albert Rivera, solo tienen una v¨ªa: plantear una campa?a de propuestas para los pr¨®ximos cuatro a?os, que hagan frente a los problemas reales de los espa?oles. El enfrentamiento por los cuatro a?os anteriores o las lecciones de los cuatro meses del fracaso para formar Gobierno no parece que les vaya a dar votos.
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