La realidad y el enredo

Convocaron unas elecciones d¨¢ndoles el valor de un refer¨¦ndum; acudieron en coalici¨®n no dir¨¦ contra natura, porque la naturaleza no existe en pol¨ªtica, pero s¨ª contra su propia historia; se juntaron por el s¨ª y juraron que con una mayor¨ªa de votos emprender¨ªan el camino unilateral a la independencia; quedaron con la boca abierta al comprobar que la suma de votos obtenidos juntos era menor de la que hab¨ªan alcanzado en convocatorias anteriores por separado; salvaron su confusi¨®n pidiendo socorro a un vecino que no hab¨ªa ido a las elecciones enarbolando la bandera de la independencia y que, en sus primeras conclusiones, afirmaba que el refer¨¦ndum hab¨ªa sido un fracaso. Y li¨¢ndose la manta a la cabeza firmaron con tal vecino un pacto que les permiti¨® entrar en el Parlament euf¨®ricos, proclamando el triunfo del refer¨¦ndum: ya pod¨ªan declarar la independencia.

No atendieron al refranero popular: quien mal anda, mal acaba. Y mal andar fue iniciar la escalada a la cima apoy¨¢ndose en las muletas de la CUP que, por lo dem¨¢s, tampoco les proporcionaban la ansiada mayor¨ªa de votos: sin o con la CUP nunca llegaron a alcanzar aquella mitad m¨¢s uno que era la meta establecida por su jefe para cantar victoria.

Siguieron adelante tras quitarse de encima al l¨ªder carism¨¢tico. Pero los hechos acaban siempre por exigir la parte que les corresponde incluso en las comedias de enredo. Y los hechos son que Converg¨¨ncia se encuentra al borde de la quiebra, Esquerra sigue con su raca raca, y la CUP, que siempre ir¨¢ a lo suyo, se divide por la mitad, como es norma en los movimientos asamblearios. ?No ser¨ªa mejor aceptar la realidad, entender que un proceso de independencia requiere mayor¨ªas claras y negociaciones arduas; que no se escinde una sociedad ni se quiebra una larga historia sin grandes costes que pagar y sin romper antes v¨ªnculos seculares?

Mientras se lo piensan, ha crecido hasta rozar el 60% el n¨²mero de catalanes que, seg¨²n informa el CIS, no les votar¨ªan en ning¨²n caso y ha ca¨ªdo por los suelos el n¨²mero de diputados que enviar¨¢n a las Cortes generales. Vamos a echarles de menos.