La batalla por la memoria
El relato de 40 a?os de violencia terrorista est¨¢ en construcci¨®n. La desmemoria de las nuevas generaciones y el intento de blanquear el pasado por parte de la izquierda abertzale preocupa a las v¨ªctimas
En el campus de San Sebasti¨¢n de la Universidad de Deusto, Laura, Ane, Nerea y Silvia charlan despu¨¦s de una prueba. Est¨¢n en primero de carrera. ETA les suena tan remoto que algunas dudan de si es una banda terrorista ¡ª¡°porque ya no act¨²a¡±, dice una¡ª. Saben ¡°por los telediarios y las clases de historia¡± que fue una ¨¦poca ¡°dura, mala¡±, comentan. ¡°Lo veo lejano porque en mi familia no hay nadie a favor de ETA ni v¨ªctimas¡±, explica otra. Lamentan que cuando salen de Euskadi se les asocie, dicen, con la violencia solo por ser vascas. Nacieron el a?o en que asesinaron a Miguel ?ngel Blanco, en 1997. Ninguna sabe qui¨¦n era. ¡°Me suena de historia pero no s¨¦ qu¨¦ hac¨ªa¡±. ¡°?No es el que iba a misa en Madrid y le pusieron una bomba?¡±. ¡°No, ese es Carrero Blanco¡±, contesta otra. Cuando averiguan que era un concejal del PP a quien ETA secuestr¨® para chantajear al Estado y que tras su asesinato brot¨® una enorme oleada de rechazo del terrorismo, a dos les suena.
Han pasado casi cinco a?os desde que tres encapuchados anunciaron el ¡°cese definitivo de la actividad armada¡± de ETA. Para la generaci¨®n que acaba de llegar a la Universidad, las bombas, la extorsi¨®n, el secuestro y el disparo en la nuca flotan en un pasado nebuloso y distante. Saben que ocurri¨®, pero a pocos les han hablado de ello en casa y tienen lagunas. Est¨¢n educados en el respeto a los derechos humanos, pero no est¨¢ tan claro qu¨¦ evaluaci¨®n ¨¦tica hacen de lo que ha pasado. ¡°Era un tema silenciado por el que era mejor no preguntar. Los padres y los profesores pod¨ªan tener visiones diferentes, y eso generaba tensi¨®n¡±, explica Iker Us¨®n, uno de los profesores que ha participado en una experiencia piloto para abordar el tema en la Universidad, que se hizo con 280 alumnos de entre 18 y 23 a?os y que se divulg¨® en abril. ¡°Mi duda, y eso es lo que hay que investigar, es c¨®mo ponderan lo sucedido. Ver si es algo epid¨¦rmico, si decir que estuvo mal es solo lo pol¨ªticamente correcto¡±.
El temor a una generaci¨®n amn¨¦sica asoma en un momento en el que el relato m¨¢s o menos compartido de qu¨¦ ocurri¨® y c¨®mo fue el terrorismo en el Pa¨ªs Vasco est¨¢ en construcci¨®n. La salida de prisi¨®n del l¨ªder de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi ¡ªencarcelado por intentar reconstruir la ilegalizada Batasuna a las ¨®rdenes de ETA¡ª, present¨¢ndose como un hombre de paz que mira al futuro, ha reactivado una batalla por la memoria en la que se dirime qu¨¦ historia se contar¨¢ a estos chicos, o a otros m¨¢s j¨®venes, cuando pregunten por ello.
Marta Buesa ha respondido muchas veces. Respondi¨® a su hijo cuando un d¨ªa, a los cuatro a?os, le dijo: ¡°?Y al abuelo Fernando qu¨¦ le pas¨®?¡±. Le cont¨® la verdad. Que Fernando Buesa, un destacado dirigente socialista que hab¨ªa sido vicelehendakari, fue asesinado a los 53 a?os con un coche bomba al lado de su casa en Vitoria en 2000. Su escolta, el ertzaina de 26 a?os Jorge D¨ªez, tambi¨¦n muri¨® en el atentado. Responde, tambi¨¦n, a los adolescentes que la escuchan contar su experiencia en los institutos dentro del programa Adi-Adian, en el que tambi¨¦n participan otras v¨ªctimas del terrorismo (ETA, GAL) y de violencia policial. ¡°Les impacta cuando les digo que yo no sent¨ª odio. Preguntan mucho d¨®nde est¨¢n los asesinos, si s¨¦ qui¨¦n son, qu¨¦ pasar¨ªa si me encontrara con ellos...¡±, cuenta en una terraza de un parque en Vitoria.
Esa labor de hacer memoria, de explicar a los alumnos c¨®mo lo ha superado y qu¨¦ ha aprendido es muy exigente. ¡°Desvelas parte de tu intimidad, te expones. Se trata de transmitir un mensaje de deslegitimaci¨®n de la violencia¡±. Lo que cuenta esta abogada de 44 a?os contrasta con el relato de la izquierda abertzale. ¡°Hay una intenci¨®n directa de diluir la responsabilidad del terrorismo de ETA. Pero ah¨ª est¨¢ el trabajo de los dem¨¢s para no consentirlo. Con los mensajes de ¡®aqu¨ª todos hemos sufrido¡¯ se pretende englobar a todas las v¨ªctimas en una mezcla confusa donde no hay una atribuci¨®n de responsabilidad concreta. Otegi pidi¨® disculpas por si hab¨ªa a?adido sufrimiento a las v¨ªctimas de ETA con algo que ¨¦l hubiera dicho o hecho. Esa es una frase vac¨ªa, un perd¨®n gen¨¦rico que no tiene ning¨²n valor. Es un fraude¡±, afirma con su voz bajita y firme. Buesa cree que lo que no se afronta, acaba volviendo al presente. Por eso le parece que va a ser un proceso necesariamente largo. ¡°Las v¨ªctimas somos inc¨®modas porque somos la cara visible de algo que no queremos mirar. Esa ignorancia premeditada todav¨ªa est¨¢¡±.
Cerca del campus de Deusto en San Sebasti¨¢n, al otro lado del r¨ªo Urumea, trabaja Pili Zabala. Es odont¨®loga, tiene 48 a?os y da clase en un instituto. Es hermana del presunto etarra Jos¨¦ Ignacio Zabala. El GAL lo secuestr¨®, tortur¨® y asesin¨® junto a Jos¨¦ Antonio Lasa en 1983, y cubri¨® de cal viva sus cad¨¢veres para que no se les identificara. ¡°Temo que se quiera ocultar lo que tanto tiempo se ha ocultado¡±, dice en¨¦rgica en un aula vac¨ªa. ¡°Los intentos de investigaci¨®n de otras violaciones de derechos humanos siempre se han encontrado con much¨ªsimos impedimentos¡±, afirma. ¡°En la batalla por la memoria, ?se va a hablar de terrorismo de Estado? Reconocer esto ser¨ªa muy inteligente, demuestra una humanidad muy sabia, pero no interesa¡±, dice. ¡°Unas vulneraciones de derechos humanos no restan otras: suman. Cada una requiere su an¨¢lisis espec¨ªfico¡±, argumenta, y deja clara su independencia: ¡°Jam¨¢s he justificado un asesinato. Cuando o¨ªa en una manifestaci¨®n gora ETA [viva ETA] se me revolv¨ªan las tripas. No soy de la izquierda abertzale ni estoy afiliada a ning¨²n partido. He visto mucha manipulaci¨®n y no me gusta. Quiero ser libre para contar lo que he vivido¡±.
Buesa conoci¨® a Zabala en las charlas con adolescentes, y junto a otras 13 v¨ªctimas m¨¢s, participaron el a?o pasado en una iniciativa de la que surgi¨® un grupo que busca romper la indiferencia de parte de la sociedad vasca. Se llama Eraikiz (construyendo, en euskera), y lo integran v¨ªctimas de ETA, del GAL, de violencia policial. No quieren que se les utilice con fines pol¨ªticos y quieren que todos los pol¨ªticos digan con claridad ¡°que el recurso a la violencia est¨¢ mal hoy y tambi¨¦n estuvo mal ayer¡±. Parece simple, pero a¨²n no ha ocurrido.
A pocos metros del lugar donde asesinaron a Buesa, en la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV), daba clase de Historia Contempor¨¢nea Txema Portillo. Se tuvo que marchar de Euskadi en 2000 por la persecuci¨®n que sufr¨ªa. En esa ¨¦poca ETA mataba a periodistas, profesores, concejales, a los que pensaban diferente y lo dec¨ªan. Socializaci¨®n del sufrimiento lo llamaron. Portillo, de 54 a?os, fue uno de los fundadores del foro de Ermua y luego del movimiento c¨ªvico Basta Ya. La kale borroka atent¨® dos veces contra su coche dentro del campus: un d¨ªa se lo quemaron y otro le colocaron un explosivo. Estuvo en EE UU, en Colombia, en M¨¦xico. En 2013 volvi¨® ¡°a un pa¨ªs distinto¡±, cuenta mientras empuja su bici por el centro de Vitoria. ¡°Puedo ir donde quiera, tengo libertad. Lo que m¨¢s me impresiona es que esta facultad es ya como cualquier otra. Y eso es bueno, es como tiene que ser¡±, dice.
Son los ¨²ltimos d¨ªas de ex¨¢menes antes del verano. Es mediod¨ªa y el centro de Vitoria es verde, silencioso, peatonal. La gente va en bici por su carril. Preguntar por d¨¦cadas de terrorismo o por ETA aqu¨ª parece fuera de lugar, como acabarse una bebida y tirar la lata al suelo. ¡°No es algo a lo que le d¨¦ muchas vueltas. En teor¨ªa ya ha parado¡±, dice M., una chica de 17 a?os tras recoger las notas. ¡°Nunca me ha interesado mucho y los adultos tampoco te saben contar. Mi madre nunca da opiniones pol¨ªticas¡±. Su amiga Leire, de 18, apunta: ¡°Hemos escuchando cosas de ellos, pero no nos hemos informado mucho¡±. Las dos dicen que rechazan la violencia. ¡°Depende de qu¨¦ profesor s¨ª que te cuenta¡±, explica M. ¡°Yo s¨¦ que todo empez¨® contra el franquismo¡±. Leire desarrolla la idea: ¡°Hay muchos que acataron [la dictadura] hasta que unos se rebelaron [ETA]¡±.
Portillo da clase de la historia reciente del Pa¨ªs Vasco. Le preocupa la desmemoria: ¡°No digo que haya que dar la tabarra todo el d¨ªa con esto a los chavales, pero es importante que tengan conciencia de que su pa¨ªs vivi¨® as¨ª, no en el Pleistoceno ni en la Guerra Civil, sino al borde de su nacimiento¡±. Tambi¨¦n, la distorsi¨®n de los hechos: ¡°ETA no ha conseguido ninguno de sus objetivos, pero puede servirles de mucho que su discurso gane en esta fase¡±. ¡°De hecho¡±, ironiza, ¡°seg¨²n ellos t¨¦cnicamente no hubo ni terrorismo: esto ha sido una larga guerra, un conflicto¡±.
"Hay una intenci¨®n directa de diluir la responsabilidad del terrorismo de ETA", dice una v¨ªctima
El historiador Jos¨¦ Antonio P¨¦rez, investigador del Instituto de Historia Social Valent¨ªn de Foronda, asociado a la UPV, explica que cuando la izquierda abertzale ¡°es consciente de que ETA est¨¢ derrotada, comienza un viraje discursivo para tratar de crear un relato que justifique la violencia¡±, dice. ¡°La idea es que esto ha sido un conflicto pol¨ªtico que se recrudece en la Guerra Civil hasta que en los sesenta llega una nueva generaci¨®n de gudaris. Se pretende decir que ETA era inevitable y fruto de la represi¨®n franquista. Luego, que la violencia se retroalimenta por la represi¨®n, las torturas, los grupos ultraderechistas... En esa l¨ªnea de blanqueamiento del pasado, se omite que matar fue voluntario, el apoyo social que tuvo ETA y la historia de cada violencia¡±.
ETA cometi¨® el 95% de sus asesinatos tras la muerte de Franco. Entre el primero y el ¨²ltimo pasaron cuatro d¨¦cadas. El 92% de todas las muertes por atentado, 914, las caus¨® esa banda y grupos afines (845), y el resto grupos terroristas parapoliciales y de extrema derecha, sobre todo el GAL y el Batall¨®n Vasco Espa?ol. Un grupo de historiadores, entre los que figura P¨¦rez, coloc¨® esos datos en el llamado Informe Foronda, publicado el a?o pasado a petici¨®n del Gobierno vasco.
Las cifras caen a plomo en un debate lleno de subjetividad, de dolor, de partidismo. Jonan Fern¨¢ndez, de 53 a?os, es muy consciente de lo delicado del material que trata de modelar. Dirige la Secretar¨ªa de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, del PNV, encargada de dise?ar la pol¨ªtica p¨²blica de memoria, entre otros cometidos. En su despacho de la sede de Lehendakaritza, de la que depende, despliega sus ¡°modernas¡± nociones sobre el asunto: ¡°La responsabilidad de la administraci¨®n es integrar todas las memorias y ponerlas en di¨¢logo para resignificarlas en el contexto actual. Por ejemplo, en el homenaje a las v¨ªctimas del franquismo era inevitable recordar, cuando habl¨¢bamos de quienes tuvieron que marcharse por la represi¨®n, lo que pasa hoy con los refugiados¡±, afirma.
Fern¨¢ndez viene de Elkarri ¡ªluego Lokarri¡ª, un movimiento pr¨®ximo al independentismo que abogaba por una ¡°soluci¨®n dialogada¡± al ¡°conflicto vasco¡± y la idea de ¡°proceso de paz¡± pese a que ETA segu¨ªa matando. Esa organizaci¨®n, ahora extinta, se desmarc¨® de la violencia de ETA y prepar¨® el camino para crear un grupo internacional de mediadores que relacionaban Euskadi con Irlanda del Norte o Sur¨¢frica. Antes, entre 1987 y 1991, Fern¨¢ndez fue concejal de Herri Batasuna en Tolosa. Ahora gestiona ese relato central sobre el pasado en las instituciones.
Su oficina ha impulsado varios estudios que llama ¡°de clarificaci¨®n del pasado¡±. Un ejemplo es el trabajo sobre torturas que encarg¨® dirigir al profesor de Medicina Forense de la UPV Francisco Etxeberria, del que se conocer¨¢ un avance este mes. Han recopilado unas 5.000 denuncias documentadas de torturas y maltrato policial entre 1960 y 2013. En ese censo ¡°hay muchas situaciones que no se han podido acreditar judicialmente¡±, afirma Etxeberria. De ellas, 200 se someter¨¢n a un protocolo psicol¨®gico de la ONU para evaluar su veracidad. Los sindicatos mayoritarios de la Polic¨ªa y de la Guardia Civil criticaron ya el a?o pasado que se incluyan miles de casos sin valorar su veracidad.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos acaba de condenar a Espa?a por octava vez por no investigar suficientemente una denuncia de torturas. Alrededor de zonas oscuras como esta gravitan parte de las interpretaciones que interesan a cada relato sobre lo ocurrido. Etxeberria est¨¢ seguro, dice, de que habr¨¢ un uso pol¨ªtico del informe, ¡°tanto por parte de los que consideran pertinente la investigaci¨®n como de los que no¡±. Otegi se refiri¨® al trabajo el 27 de mayo: ¡°¡ un informe en el que se habla de miles de torturados en el pa¨ªs, aqu¨ª hubo guerra sucia, aqu¨ª han matado las Fuerzas de Seguridad del Estado y aqu¨ª han matado los servicios de inteligencia¡±, dijo en San Sebasti¨¢n.
A finales de 2015, ech¨® a andar el Instituto de la Memoria, Gogora, del Gobierno vasco. Su trabajo m¨¢s visible es la Plaza de la memoria, una exposici¨®n itinerante que recoge testimonios de v¨ªctimas. Unos cilindros con pantallas muestran v¨ªdeos de v¨ªctimas hablando. A la entrada, los de ETA. M¨¢s all¨¢, los del GAL. Los de la represi¨®n franquista, los abusos policiales. En el suelo hay etiquetas que clasifican a los que causaron el da?o. ¡°La conclusi¨®n es que todos hemos sufrido mucho¡±, analiza el historiador P¨¦rez. ¡°No existe un relato hist¨®rico para que se comprenda qu¨¦ ocurri¨®. El testimonio es tan contundente que lo borra todo. El no relato tambi¨¦n es un relato, y es muy sutil¡±.
La ampliaci¨®n, en 2013, del programa Adi-Adian para que, adem¨¢s de las v¨ªctimas del terrorismo, a los alumnos de Secundaria les den charlas las de violencia policial gener¨® cr¨ªticas sobre si eso puede suponer una amalgama que equipare a las v¨ªctimas. Fern¨¢ndez asegura que se opone ¡°a ese juego macabro¡±. ¡°Tratamos de hablar de una sola cosa a la vez, algo que tiene que ser compatible con no minimizar u ocultar ninguna vulneraci¨®n de derechos humanos¡±, afirma. Fern¨¢ndez cree que ese no es un problema real, y s¨ª lo es recordar ¡°el abandono que tuvieron las v¨ªctimas de ETA de los setenta y ochenta¡±. ¡°Visto desde hoy¡±, dice, ¡°es incomprensible, pero ocurri¨®. Eso requiere autocr¨ªtica por parte de todos¡±, afirma.
I?aki Arteta lleva a?os hablando de esas v¨ªctimas y del terrorismo de ETA en varias pel¨ªculas. La ¨²ltima es 1980, el a?o en el que la banda asesin¨® a una persona cada tres d¨ªas. ¡°Al echar la vista atr¨¢s, es mejor no pensar que decirse: ¡®Bueno, ?y yo qu¨¦ hice? ?C¨®mo es posible que no hiciera nada?¡¯ Que ETA no mate es un alivio para los perseguidos, pero sobre todo para la gente que ha tenido esas dudas¡±, plantea el director de cine. Est¨¢ trabajando en una pel¨ªcula sobre los 300 atentados de ETA que hay sin resolver porque no se sabe qui¨¦n fue el autor material. Se titula Contra la impunidad. Arteta cree que hay una especie de desapego respecto al pasado. ¡°Es deliberado, como un mecanismo de defensa que te permite no tener que valorar lo que has hecho ante un tema tan grave¡±, dice en Madrid, adonde ha acudido a grabar.
Olaya y Maite tienen 18 a?os. Estudian en el campus de la UPV en Leioa, al lado de Bilbao. Misma pregunta abierta sobre el terrorismo, sobre las d¨¦cadas de violencia. ¡°Yo no he vivido esto¡±, dice la primera, ¡°pero creo que en Espa?a no se entiende que pedir que los presos de ETA vuelvan al Pa¨ªs Vasco no significa que se apoye a ETA¡±. Ambas coinciden en que es un tema del que se prefiere no hablar. Maite a?ade: ¡°Pero no es por miedo. Es un tema pasado, al final cansa, y se piensa que por ser vasco se es etarra¡±.
Una patinadora con mallas de licra adelanta a varias bicis en el muelle de Getxo, el lugar en el que, durante d¨¦cadas, han vivido poderosas familias de banqueros e industriales. Resulta dif¨ªcil imaginar que volaran la cafeter¨ªa de ese hotel con una bomba. Que en esta ciudad de 80.000 personas haya habido 19 asesinatos de ETA. Que sobre una pared de dos kil¨®metros de larga, Joseba Markaida, antiguo concejal socialista, encontrara dianas rojas con su nombre dentro. Que, como va contando el historiador Jos¨¦ Antonio P¨¦rez, en Euskadi haya habido ¡°un plan de exterminio del oponente pol¨ªtico llevado a cabo por ETA y justificado por el entorno abertzale¡±. ¡°Por un lado, me alegro de que los j¨®venes vivan ya sin la presencia constante de esa violencia, pero es un peligro que no tengan conciencia de que se intent¨® imponer por las armas un proyecto nacionalista totalitario¡±. Se mire a la playa o a las mansiones sobre el acantilado, es dif¨ªcil de imaginar. ¡°Ahora parece que fue en otro pa¨ªs, en otro lugar. Mi temor es que, en poco tiempo, esto solo importe a las v¨ªctimas del terrorismo y a los historiadores¡±, dice.
El exconcejal Markaida sufre estr¨¦s postraum¨¢tico despu¨¦s de llevar escolta de 2001 a 2011, despu¨¦s del hostigamiento de la kale borroka contra toda la familia y de figurar en listas de amenazados. ¡°Lo que no quede en la memoria y en la historia es como si no hubiese existido¡±, dice. ¡°Ahora, nadie quiere saber nada ni acordarse del pasado. Y en parte es l¨®gico; incluso yo a veces tambi¨¦n quiero eso, pero veo que si no aprendemos la lecci¨®n, ?para qu¨¦ ha servido esto?¡±.
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